La información y la opinión financiera, incluso en medios teóricamente serios, está cada día más orientada a los deseos, filias y fobias de quienes la escriben. Y en las redes sociales es mucho peor. Al menos en los medios hay cierto control, pero las redes son un auténtico desmadre.
Quienes se han perdido las subidas solo publican contenidos bajistas y los que están invertidos solo ven un futuro de subidas. Todos dibujan gráficos con flechas en la dirección en la que ellos quisieran que fueran los mercados (que no es necesariamente la que luego tomarán).
Los deseos le han quitado el puesto al análisis objetivo y el nivel de desconcierto entre los inversores es cada día mayor, lo cual obviamente afecta a su rentabilidad.
¿A quién creer? ¿Al que siempre lo ve todo negro o al que siempre ve todo color de rosa? La solución está en aplicar el sentido común.
En primer lugar, hay que clasificar a los bajistas y alcistas crónicos. Son fáciles de reconocer. Los primeros llevan así una década, incluso cuando la tendencia del mercado era claramente alcista.
No es extraño que estén deseando acertar y que finalmente llegue la ansiada tendencia bajista de largo plazo (que algún día llegará, pero no necesariamente porque lo deseen).
Los alcistas son igual de talibanes que los bajistas, aunque justo es decir que son muchos menos y que en los últimos 12 años han acertado, puesto que, quitando el NASDAQ, la corrección actual no se puede calificar de mercado bajista. Y el del COVID duró muy poco tiempo.
Pero tampoco es bueno seguir ciegamente al optimista crónico, porque los mercados tienen periodos bajistas, a veces muy largos.
Descarto del análisis a los que no se mojan nunca porque carecen de criterio. Siempre dicen “hay que ser prudentes” o “hay que ser selectivos”. Una cosa es que alcistas o bajistas puedan estar influidos por sus deseos y otra que no haya que escucharlos. Hay que valorar sus argumentos sabiendo que pie cojean (cojeamos), pero sin casarse con ninguno.
Porque una cosa es que sean talibanes de sus deseos o convicciones y otra que no sean buenos profesionales. Y evidentemente sugiero descarten de entrada a todos los que opinan sin dedicarse al mundo de la inversión (en la redes hay muchos).
Lo contrario sería como ponerse en manos de un conocido en lugar de un médico cuando se está enfermo. Evidentemente, los médicos se equivocan, pero al menos saben de lo que hablan.
A partir de ahí, mucho sentido común. En cuanto alguien venga con el típico gráfico en el que dibuja la línea que le gustaría que siguiera el mercado, “cancelado”, como dicen ahora. Ya sea al alza o a la baja. En cambio, quien venga con razonamientos bien fundamentados, incluido un análisis técnico bien hecho, sea bienvenido, sea alcista o bajista.
También es importante detectar quienes entienden el funcionamiento de los mercados y quienes no. Hay muchos economistas que no los entienden ni asumen que los mercados tienen sus propias reglas de funcionamiento.
Son esos que dicen que cómo es posible que baje la bolsa cuando todo va muy bien en la economía o que suba cuando todo va muy mal. La bolsa descuenta expectativas futuras: subió cuando se aproximaba la llegada de una vacuna pese a que todo estaba fatal y ahora ha bajado ante la expectativa de mayores tipos de interés, porque es una amenaza de cara al crecimiento futuro.
Son solo un par de ejemplos, pero ese es el tipo de razonamiento con el que se reconoce a quien no conoce los mercados.
Finalmente, recuerden que lo más importante son los datos y los indicadores, especialmente los indicadores adelantados. Por ejemplo, mientras la economía norteamericana esté creando empleo como una máquina es difícil que vaya a entrar en recesión.
Puede tener algún trimestre negativo, pero, con los datos actuales, el planteamiento de la súper recesión en la que insisten los bajistas, siendo posible, tiene pocas probabilidades de ocurrir.
Por las mismas, si no se controla la inflación y la Reserva Federal tiene que seguir apretando el freno, de nada va a servir que las cosas vayan bien ahora, porque acabarán yendo mal.
En el tema de los datos también es muy importante la perspectiva. Llama la atención que se da por hecho que si los tipos de interés americanos suben al 2,50% o incluso al 3% está garantizada una larga y penosa recesión, cuando la historia nos muestra que la economía norteamericana ha crecido con fuerza en periodos con ese tipo de tasas de interés.
Datos, objetividad, comprensión de las reglas del mercado, no confundir deseos con realidades: esas son las claves para enfrentarse al ruido de los medios y las redes, es decir, seguir la estrategia menos común de todas: la del sentido común.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.