El miedo en el mercado de bonos ha alcanzado niveles que no se veían desde el inicio de la pandemia de la Covid-19. Así lo refleja el MOVE, el índice que mide la volatilidad de la renta fija. Y lo ha hecho después de que estos activos hayan registrado el peor comportamiento en más de 90 años, al sufrir fuertes caídas de los precios y, por consiguiente, grandes incrementos de las rentabilidades ofrecidas.

Así lo explican los analistas de Bankinter: “los bonos se mueven en dientes de sierra y la volatilidad roza máximos de pandemia. Tras el mayor sell off desde los años 90, la rentabilidad alcanza niveles que pueden parecer atractivos desde una perspectiva histórica”.

Lo cierto es que el interés del bono estadounidense a 10 años se sitúa ahora en el 3,85% -llegó a superar el 4% hace unas semanas-, 235 puntos básicos más que el 1,5% con el que cerró 2021.

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La subida de la rentabilidad de la deuda alemana a 10 años -la referencia en Europa al ser considerada la más segura- se ha incrementado también en más de 200 puntos básicos en el mismo periodo, hasta superar el 2,3%.

La escalada del bono español a 10 años ha sido de 2,9 puntos porcentuales -al pasar del 0,6% al 3,5%- e, incluso, superior ha sido la de la deuda italiana, que ha pasado del 1,2% al 4,7% o, lo que es lo mismo, ha subido 3,5 puntos porcentuales.

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Todo ello ha tenido lugar en un contexto de subida de tipos de interés por parte de los bancos centrales, al mismo tiempo que las perspectivas económicas empeoraban hasta el punto de anticipar una recesión.

Pero estos movimientos no se limitan solo a la deuda gubernamental. El Bloomberg Global Aggregate Index -indicador de referencia formado por bonos con grado de inversión tanto de gobiernos como corporativos- cae más de un 20% en lo que va de año.

Mercado bajista

El índice entró en mercado bajista el pasado septiembre, algo que no había ocurrido en sus 32 años de historia. Fue entonces cuando acumuló un 20% de caída desde su último máximo histórico, registrado en 2021.

Las caídas fueron acompañadas de salidas de dinero de los fondos de bonos. Según datos de Refinitiv, entre enero y septiembre los reintegros alcanzaron los 175.500 millones de euros en las que fueron las primeras salidas netas para dicho periodo desde 2002.

Mientras tanto, el índice MOVE -el equivalente al conocido VIX, pero para la renta fija-, ha rondado los 150 puntos. El “indicador aumentó un 150% en el último año y los bonos a largo plazo lo han hecho incluso peor que las acciones supuestamente de mayor riesgo del S&P 500”, explican los expertos de eToro.

“La estabilización de los precios de los bonos y las rentabilidades” es uno de los “tres catalizadores positivos para el cuarto trimestre” que manejan en la plataforma de inversión. “Aliviaría las tensiones macro globales y proporcionaría un alivio en las valoraciones muy necesario”, subrayan.

Factores

“¿Estamos ante un punto de inflexión?”, se preguntan los analistas de Bankinter. Y ellos mismos responden que, por varios factores, “todavía no”. El primero de ellos es que los bancos centrales todavía mantienen "el tono duro" -tipos más altos durante bastante tiempo- para intentar frenar la escalada de los precios y que no se vuelva a repetir lo ocurrido en la década de los 70.

Entonces, los precios se desbocaron a consecuencia de la escalada del petróleo y los bancos centrales -especialmente la Reserva Federal (Fed)- no evaluaron correctamente algunos fundamentos económicos.

En los últimos días, varios miembros del banco central estadounidense, entre ellos los gobernadores de la Fed de Nueva York, Atlanta, Cleveland o San Francisco, han subrayado que la institución todavía tiene mucho trabajo por delante para controlar la inflación.

Los expertos de la entidad naranja también destacan entre esas razones que “la caída en los precios de la energía es un soplo de aire fresco para las perspectivas de inflación, pero se avecina el invierno y la OPEP+ ha recortado su producción en 2 millones de barriles por día”.

Inflación

La petrolera saudí Aramco estima que apenas hay capacidad ociosa en el sector, mientras que la británica Shell no tiene interés por invertir en exploración y producción a los precios actuales, en torno a los 97 dólares en el caso del Brent europeo.

“Corregir desequilibrios de oferta y avanzar en la transición energética requiere cambios estructurales y precios de la energía elevados”, indican los mismos analistas, que advierten de que “embridar la inflación no es tarea fácil, máxime cuando acontecen efectos de segunda ronda”, como las presiones salariales, sobre todo.

Por último, mencionan que “la política económica de Reino Unido -subvenciones como antídoto frente al coste energético y recorte de impuestos- tiene efectos secundarios”, como ha demostrado el desplome de la libra y la escalada de la rentabilidad de los bonos. Para intentar acotar sus efectos, el Banco de Inglaterra tuvo que intervenir, mientras que Londres suavizó sus planes.

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