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La recuperación de la crisis del coronavirus comienza a tomar cuerpo, pero a velocidades muy distintas. Y eso donde ha llegado. Una divergencia que promete al yuan chino más argumentos para seguir reivindicándose como nueva moneda refugio frente a un dólar estadounidense que, en el mejor de los casos, va camino de cerrar su peor año desde 2017.

Los números que arroja el Índice Dólar son claros. El indicador que mide la evolución de la divisa estadounidense frente a una cesta formada por seis de las monedas fiduciarias más importantes del mundo arroja un retroceso superior al 5% a estas alturas del año. Sin indicios que apunten a un cambio de rumbo, este 2020 del coronavirus será el primero en negativo desde hace tres años.

En sentido opuesto, la evolución del yuan. Sin formar parte de la cesta de divisas del referido índice, la moneda china ha conseguido mejorar su cambio contra el depreciado dólar en nada menos que un 6% en lo que va de año. Y las previsiones de los analistas empiezan a señalar que este podría ser solo el principio de una senda que ya comienza a alterar el mapa global del mercado de divisas.

Recuperación solitaria

Una evolución tan dispar como lo está siendo la recuperación de ambas potencias económicas, según coinciden en señalar varias firmas de inversión en sus informes de balance anual publicados en los últimos días. Y es que, mientras China ha conseguido una completa recuperación con forma de V, el segundo brazo de esta inicial -el correspondiente a la salida de la crisis- se sigue alargando en EE. UU..

Los analistas de Monex Europe manejan en sus previsiones una apreciación adicional del 4,5% para el yuan “en el transcurso del próximo año”. Una afirmación que fundamentan en la mejoría de las “condiciones de la demanda externa, la reducción de las medidas de estímulo a nivel nacional y la continuidad del crecimiento de la economía de China a un ritmo vertiginoso”.

A estos motores para seguir acelerando el auge de la moneda asiática como nuevo refugio, la firma de análisis suma uno más fundamental: “El renovado apetito de las autoridades por la fortaleza del yuan”. Después de dos años en los que Pekín se esforzó por dejar caer su moneda hasta mínimos históricos frente al dólar y otras divisas, la necesidad de una mayor estabilidad arancelaria para sus mercancías parece haber sido determinante para el cambio de guion.

Un giro cuyo protagonista principal ha sido el Banco del Pueblo de China, que mantiene su divisa en una suerte de ‘flotación sucia’ que permite al yuan fluctuar en el mercado más líquido, global y potente del mundo, pero siempre dentro de unos límites favorables para las políticas económicas dictadas desde Pekín.

Liderazgo en juego

En esta crisis, mientras la Reserva Federal de EE. UU. (Fed) se ha dedicado a inundar el mercado de dólares para asegurar su liquidez, las autoridades chinas han puesto el acento en las medidas de contención sanitaria y las ayudas directas a los sectores más penalizados por la pandemia. El ritmo de sus máquinas de fabricar billetes se ha quedado muy por detrás del resto de grandes economías globales.

Desde Monex Europe consideran que el tono “significativamente más dovish” con el que se ha comprometido la Fed para encarar su desescalada, incluida la introducción del concepto de inflación promedio, se terminará traduciendo en “una mayor debilidad generalizada del dólar” para los próximos meses. Así, su previsión para el cierre del año próximo es que 6,2 yuanes serán suficientes para hacerse con un ‘billete verde’.

Zona de peligro

El analista Diego Morín, de IG, examina el aspecto técnico del desplome que deja la gráfica del Índice Dólar y considera que una vez perdido “el soporte psicológico de los 92 puntos avista ya el siguiente nivel en los 90 puntos”. De confirmarse este nuevo tropiezo, los descensos acumulados en el año engordarían hasta rebasar el doble dígito y marcar su peor desempeño desde 2003.

Por lo que se refiere al cambio de la moneda americana frente a la china, el experto advierte de que la ruptura de los 6,5 yuanes podría darles nuevos bríos al alza. En este sentido, subraya que esta cota no se alcanzaba “desde junio del año 2018 debido a las últimas tensiones entre Washington y Pekín” en materia comercial.

Una advertencia que no es baladí, ya que el pulso entre ambas potencias sigue abierto. Los analistas llevan meses señalando que por mucho que Joe Biden sea más prudente al departir asuntos comerciales con el Gigante Asiático, las fricciones seguirán aseguradas. No solo está en juego qué divisa es el refugio en esta recuperación económica, sino -y sobre todo- qué economía se repone con más solvencia.

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