No hay que olvidar que el crudo se compra en dólares, por lo que cualquier variación a la baja del euro provoca un encarecimiento de las importaciones. El cálculo obtenido se ha hecho en base a las estimaciones realizadas en el Programa de Estabilidad remitido a la Comisión Europea el pasado 29 de abril. 

En aquel entonces el Gobierno, con la vicepresidenta Nadia Calviño al frente, reconocía que sus previsiones sobre el precio del petróleo se habían quedado cortas. Si en los Presupuestos de 2022 calculaba que el barril tendría un precio medio de 60,40 dólares, en abril asumía ya una media de 99,1 dólares. Es decir, un 64% más. 

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Si se hace el cálculo total, la factura alcanzaba los 44.595 millones de dólares. Si se cambia a euros (al cambio del 29 de abril) suponía dedicar 42.289 millones de euros a comprar el crudo necesario.

Poco más de dos meses después el coste total asciende a 43.829 millones de euros. La diferencia son esos 1.540 millones de euros que mencionábamos al principio del artículo. 

La factura final

Sea como sea, el coste final de la compra de crudo se conocerá a final de año. Máxime porque normalmente estos procesos se llevan a cabo a futuro, por lo que la media pondera en función del momento elegido para la compra; pero también se llevan a cabo con ciertas coberturas de divisa para -precisamente- protegerse de las fluctuaciones. 

Además, está por ver también cuál es la evolución del precio del barril en las próximas semanas. Este miércoles el Brent (de referencia en Europa) se dejaba un 2,25% hasta los 100,45 dólares.

Se trata de un descenso fruto del miedo que existe entre los inversores a que una recesión pueda hacer caer el consumo en los próximos meses. Además, como indican los analistas de Banca March, hay que tener en cuenta que los países que componen la OPEP+ van a ampliar su oferta en agosto en 648.000 barriles al día, resultante tras dos años la oferta reducida por la crisis de la Covid-19.