La crisis del coronavirus tiene un lado amable para aquellos que están sufriendo sus peores consecuencias antes que nadie. La ‘fiebre del oro’ desatada para buscar refugio inversor hace que los empeños de piezas del preciado metal sean más rentables que nunca. Y los establecimientos especializados que acaban de reabrir sus puertas ya notan el incremento de clientes.
El repunte es desigual entre establecimientos, de hecho algunos ‘compro oro’ de distintos puntos de España aseguran a Invertia que están registrando bastantes menos visitas y consultas que antes del confinamiento. Sin embargo, el azote de la crisis del coronavirus ya se deja notar en los mostradores y teléfonos de atención al cliente de muchas firmas del sector, que al otro lado de la ventanilla cuentan con una legión de inversores con unas finanzas más holgadas y deseosa de piezas de oro en las que refugiar su pequeña o gran fortuna.
En este punto, desde el sector se apunta que la reapertura de las refinerías suizas todavía se queda corta para atender la fuerte e incesante demanda reinante en el mercado. Y eso que algunas ya tienen permiso para funcionar al 100% de su capacidad. Sin embargo, las restricciones aduaneras siguen haciendo que la entrega de piezas de nueva factura siga sin ser tan ágil como acostumbraba.
Atención a los oportunistas
Los plazos de entrega siguen siendo más largos de lo habitual y la necesidad de no perder ingresos y clientes está provocando que algunos portales web de compraventa ofrezcan fuertes descuentos a cambio de que el comprador asuma, a veces sin saberlo, una mayor espera. Y también un mayor riesgo ante una eventual variación de precios o un endurecimiento de fronteras.
A la inversa también se están dando casos similares con el objetivo de aprovecharse de aquellos ciudadanos que con más urgencia quieren convertir su oro en billetes para pagar recibos, alquileres o la cesta de la compra. Los expertos consultados recomiendan vender o empeñar solo en establecimientos con licencia en los que la operación quede registrada con resguardo para ambas partes y se informe con antelación del precio que se ofrece por cada gramo.
Sin techo a la vista
Y es que el oro está en máximos históricos, en torno a los 1.700 dólares por onza. Un precio desconocido hasta esta crisis y que los analistas de materias primas están convencidos de que todavía tiene margen para engordar. Desde la firma especializada Wisdom Tree consideran que tocará los 2.200 dólares en el primer trimestre de 2021.
Si se cumple el pronóstico, la revalorización del 11% que acumula el metal en lo que va de año sumaría un 32% adicional.
El analista de Invertia, Eduardo Bolinches, explica que la gráfica de cotización del metal señala “un claro mercado alcista en busca de nuevos máximos históricos por la zona de los 1.900 dólares por onza”. Una vez superados los episodios bajistas que provocó la búsqueda de liquidez de muchos inversores, fundamentalmente a través de derivados, considera que su precio sigue apuntando al alza “al calor de la desesperación de los bancos centrales”.
Esta rápida y ágil respuesta de los bancos centrales junto con la incertidumbre de cuánto durará y cuán profunda será esta crisis es lo que hace que la venta forzosa de joyas familiares o lingotes heredados esté resultando más dulce que en otros episodios similares. En julio de 2013, cuando el paro en España alcanzó a un 26% de la población, la onza se pagaba a 1.400 dólares en el mejor de los casos.
Una de las firmas más reconocidas del sector, la alemana Degussa, reabre este mismo miércoles las puertas de su establecimiento en Madrid. Su director en España, Tomás Epeldegui, confirma que en las últimas semanas se ha producido “cierto aumento en el flujo de solicitudes de venta que puede estar vinculado con las estrecheces financieras que algunos hogares están comenzando a experimentar”.
En este sentido, Epeldegui señala que incluso durante las restricciones más severas del estado de alarma “se ha procedido a la compra de oro de algunos clientes a distancia si había urgencia en cerrar la operación”. Sus previsiones son que ahora que se podrá acudir al establecimiento físico con cita previa “subirán las solicitudes de venta de piezas”.
Urgencia y piezas menudas
Desde uno de los establecimientos de referencia en la distribución de oro en España, Andorrano Joyería, aseguran que no han experimentado ningún repunte de clientes vendedores. Sin embargo, certifican que la ‘fiebre’ compradora no ha perdido una décima de sus altas temperaturas de los últimos meses. Además, apuntan que “las refinerías que han reabierto se están centrando en las piezas que dejan más margen y siguen saturados en la producción de monedas”.
Esta escasez es la que sigue sosteniendo la remontada de precios del metal, incluso ahora que en algunos establecimientos comienza a percibirse un incremento en las ventas y empeños. Además, desde Andorrano comentan que las últimas circunstancias están impulsando la inversión en piezas de mayor peso, que están lejos de lo que podría considerarse como el ‘catálogo’ habitual de las ventas de urgencia que suelen provocar los episodios de crisis.
El responsable de Kilates, Nacho Asín, confirma que esta es una de las características de la ‘nueva normalidad’ en el sector. Explica que, tanto en Madrid como en Barcelona, sus establecimientos “están recibiendo más clientes que antes de la crisis y con un perfil muy diferente”. Y, además, “con cantidades muy pequeñas de, a veces, solo unos pocos gramos”.
Los herederos que quieren convertir en efectivo una pieza justo después de recibir el legado de un pariente han dado paso a un perfil más variopinto que, por ejemplo, “quiere vender las joyas que no usa en las que ahora que lo necesita ha encontrado una fuente de ingresos”.
Perpetuidad truncada
Con esta descripción, Asín explica que la media de edad entre sus clientes vendedores “se ha rebajado”. Además, subraya que durante la fase de confinamiento más duro se fueron acumulando ya peticiones de venta a las que están atendiendo con cita previa y la entrega de un salvoconducto de cita -si se requiere- desde su reapertura el lunes de la semana pasada.
Aunque el mal trago de deshacerse de una joya o un pequeño lingote de oro siempre lo es, porque suele tratarse de una inversión con vocación de muy largo plazo y hasta a perpetuidad, ahora puede resultar menos amargo por los precios que ha alcanzado esta codiciada materia prima. Sin embargo, si la urgencia puede aguantar un poco más, los analistas se muestran convencidos de que los nuevos máximos de cotización están a la vuelta de la esquina.