Los hogares españoles sigue manteniendo su predilección por los depósitos bancarios. Pese a las bajas rentabilidades que ofrecen estos productos como consecuencia de la política de bajos tipos de interés seguida por el Banco Central Europeo (BCE), las familias parecen ver un mayor atractivo a los depósitos por encima de otras fórmulas de inversión.
Según el último informe elaborado por el Observatorio Inverco, la representatividad de estos productos en el conjunto del ahorro de las familias españolas aumentó en 2018 hasta el 38,3%. Estas cifras contrastan con la reducción patrimonial de más de 5.300 millones de euros que han registrado los fondos de inversión, que sufrieron numerosos reembolsos como consecuencia de la volatilidad presente en los mercados financieros en los últimos meses del año.
Como resultado de estos movimientos, la ratio entre fondos de inversión y depósitos ha caído, a nivel nacional, hasta el 22,1% (por debajo del 23,7% del año anterior). Aun así, se trata de un porcentaje mucho más positivo si lo comparamos con las cifras de hace unos años, cuando esta ratio se situó en el 11,4% en 2012. A ello está contribuyendo el aumento del número de partícipes, que en 2018 se ha incrementado un 8,6% respecto al año anterior. Y es que, aunque todavía los depósitos siguen siendo el producto estrella para los españoles, muchos de ellos están empezando a canalizar el ahorro a través de fondos de inversión.
¿Empiezan a ser conscientes de la pérdida de valor que está sufriendo el dinero a largo plazo como consecuencia de la inflación o, simplemente, se trata de un cambio de tendencia en la oferta de productos de las entidades?
¿Cómo compensar la caída de los depósitos a largo plazo?
Los españoles son más ahorradores que inversores. Si dividimos el patrimonio total que se encuentra en depósitos en España entre su población esto da como resultado unos 25.000 euros invertidos por cada ciudadano. Haciendo un cálculo aproximado, si mantenemos esos 25.000 euros en depósitos o cuentas de ahorro, aportando unos 500 euros cada mes, se generarán un total de 85.000 euros en 10 años. No obstante, el valor real de ese patrimonio será de 69.451 euros, habiendo perdido más de 15.000 euros como consecuencia de la inflación. Y es que las ganancias que generan actualmente los depósitos no permiten compensar el progresivo aumento del IPC.
Según los últimos datos publicados por el Banco de España correspondientes al mes de abril, las entidades están pagando por los depósitos a plazo a un año un 0,041%. Esto significa que, para esos 25.000 euros, estos productos habrán generado un beneficio de 10 euros. Si a esta ganancia se le descuenta el IPC del 1,5% que se registró en ese mismo mes, el balance a un año sería inferior al ahorro inicial (24.635 euros).
Estos resultados son mucho más pesimistas si se realiza una proyección a medio o largo plazo, pues el objetivo del BCE pasa por mantener la inflación en niveles próximos al 2%. Para ello, la institución presidida por Mario Draghi apuesta por seguir con su política de bajos tipos de interés, que, como mínimo, no serán actualizados al alza hasta el primer semestre de 2020, según confirmó el mismo Draghi hace algo más de una semana tras la última reunión del banco.
Estos datos no solo seguirán mermando la rentabilidad de los depósitos, si no que también obliga a las entidades bancarias a ofertar nuevos productos para que sus márgenes no se vean perjudicados. Y es que, según el último estudio de la fintech Deposit Solutions, desde que se instaurara la política de tipos negativos en junio de 2014, estos habrían costado a la banca europea 21.400 millones de euros. Aunque las entidades españolas no son las peores paradas, estas habrían pagado 764 millones de euros desde 2016.
¿Cómo está la oferta de fondos que podrían sustituir a los depósitos?
Con todas estas cifras sobre la mesa no es de extrañar que las entidades bancarias quieran convertir a los ahorradores españoles en inversores tratando de mover el dinero de los depósitos hacia los fondos de inversión. Una de las últimas entidades en tomar acción ha sido ING que, hace unos días presentó Inversión Naranja+, siete carteras de fondos de inversión adaptadas a distintos perfiles de riesgo con comisiones inferiores a los fondos tradicionales. La estrategia de la entidad naranja pasa por ofrecer fondos de fondos que replican el comportamiento de determinados índices del mercado con un coste final del 0,99%. Entre sus fondos más conservadores se encuentra el Fondo Cartera Naranja 10/90, que invierte un 90% en renta fija y un 10% en variable.
Siguiendo con la estrategia de fondos indexados, otra de las alternativas que está irrumpiendo con fuerza en el mercado es la de los roboadvisors. En este caso, mediante la gestión automatizada también es posible configurar una cartera diversificada adaptada a cada perfil inversor, pudiendo crear carteras totalmente defensivas con comisiones mínimas que giran en torno al 0,7%.
Por último, existen numerosas herramientas con las que es posible comprobar qué fondos de bajo riesgo (SRRI 1) ganarían más que el depósito contratado. Volviendo al ejemplo de los 25.000 euros a un año, que habrían generado 10 euros de ganancia (sin descontar la inflación), diferentes fondos conservadores habrían obtenido para la misma cantidad invertida un beneficio medio de 460 euros. Algunos de los fondos que habrían batido a este depósito son, sobre todo, productos que invierten en renta fija, especialmente orientados a perfiles conservadores. Entre estas opciones estarían el fondo Amundi Funds Cash USD, el Threadneedle (Lux) Global Corporate Bund, el BMN Horizonte 2025 FI, el BBVA rendimiento España Positivo FI o el Eurovalor Ahorro Rentas FI, todos ellos obteniendo un beneficio de entre 600 y 1.700 euros anuales, eso sí, sin contar comisiones, ya que teniendo en cuenta gastos de suscripción y gestión o custodia, el beneficio se reduciría considerablemente.
Sin embargo, no conviene olvidar que, cuando se trata de invertir, todos los asesores financieros coinciden en la necesidad de considerar el largo plazo, por lo que, en estos casos habría que analizar el coste total de la inversión en relación al beneficio esperado.