La Agencia Tributaria ha publicado una estadística sobre los rendimientos de actividades económicas. En ella se describen las características más destacables de las pymes españolas sin forma societaria, conocidos comúnmente como autónomos. Lo novedoso de la misma es que se publica la cuota líquida atribuida a la actividad económica, así se puede conocer la presión fiscal que soportan los rendimientos económicos.
A grandes rasgos la estadística arroja estas conclusiones: 3.156.944 autónomos presentaron 3.070.732 declaraciones de IRPF en 2017. La media declarada fue de 10.940 euros. El mayor número de empresarios (1,8 millones) tributa por estimación directa normal y simplificada; 1,2 millones lo hacen por módulos, y la mayor parte de estos por estimación objetiva agrícola.
En muchos casos, el autónomo no puede elegir si quiere declarar por módulos o por directa. La ley establece que para tributar en módulos los autónomos tienen que cumplir ciertos requisitos y sus actividades tienen que estar relacionadas con la agricultura, ganadería, pesca, comercio minorista, hostelería y transporte, entre otros.
El régimen de estimación objetiva (módulos) calcula los beneficios mediante una serie de indicadores (como el consumo eléctrico, metros cuadrados del local, número de asalariados). Por tanto no determina el beneficio real sino una estimación.
En cambio, en el método de estimación directa se pagan los impuestos según los rendimientos reales que se obtengan (ganancias menos pérdidas).
Sobre el fracaso de los autónomos
En dicha información de la AEAT hay más datos. Por ejemplo, el del total de rendimientos declarados, que superan los 31.000 millones. De ellos el pellizco que se lleva Hacienda es de 6.487 millones.
La estadística también pone de manifiesto que de los 3,1 millones de autónomos que declaran, 2,6 millones de ellos tienen ganancias. El beneficio medio declarado por actividades económicas es de 12.904 euros, y el tipo efectivo atribuible del 18,95%.
Ese gravamen sube hasta el 21,6% de media entre los contribuyentes que declaran por estimación directa, del 10,7% si están acogidos al régimen de estimación objetiva agrícola y se reduce hasta el 7,5% para aquellos que lo hacen en objetiva no agrícola.
Un dato también llamativo es el de autónomos cuyos negocios arrojan pérdidas. En total son 510.569, o lo que es lo mismo, uno de cada seis fracasa. La tasa de fracaso es del 16,28%.
Las empresas con pérdidas, por definición, no tienen contribución al impuesto por este tipo de rentas. Por tanto, la cuota líquida atribuible a la actividad económica en estas empresas es nula. Sólo las empresas con beneficios aportan cuota líquida atribuible a las actividades económicas, y el tipo efectivo atribuible será exclusivo de las empresas con beneficios (con rendimiento neto positivo de la actividad), aclara la Agencia Tributaria.
Otra vez la encuesta muestra diferencias notables según el régimen al que se acoja el autónomo. La mayor parte de los que declaran pérdidas se encuentra en estimación directa. Sin embargo la media de pérdidas declaradas es mayor en estimación objetiva. La tasa de fracaso en directa es del 21,37%, el doble que en estimación objetiva agrícola y cuatro veces más que en la no agrícola.