Un luminoso indica la ubicación de una salida de emergencia.

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Fondos de inversión

La gestión pasiva sufre en España su peor fuga en año y medio por las dudas sobre la recuperación económica

La retirada ha sido tan abultada que ha dejado el balance anual de flujos de inversión en negativo, algo que no ocurre en ninguna otra categoría.

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Los españoles se siguen fiando más del criterio de un humano que del de un algoritmo a la hora de gestionar sus inversiones. Especialmente, en momentos de incertidumbre. En pleno rebrote de las dudas en torno a la solvencia y agilidad que tendrá la recuperación económica, han retirado nada menos que 376 millones de euros de vehículos de gestión pasiva solo en el último mes.

La espantada en estos fondos que replican automáticamente la evolución y ponderaciones de un mercado, sector o tendencia de inversión tomando como referencia un índice específico no ha tenido parangón en el tercer mes de este año, cuando las restricciones sociales han vuelto a multiplicarse en todo el mundo para intentar frenar el avance de la Covid-19. Es más, esta ha sido la única categoría de las diez que recoge la estadística de la patronal del sector en mostrar un saldo neto negativo.

Si este volumen de reembolsos pareciera poco significativo de por sí, cabe subrayar que el siguiente dato más bajo se ha registrado en los fondos garantizados, que incluso así consiguieron captar 43 millones netos en el tercer mes del año. Y eso por no hablar de que el conjunto de la industria consiguió suscripciones netas por casi 1.980 millones en el mismo periodo.

El peor desde 2019

Este último dato de conjunto deja más en evidencia la huida de los fondos de gestión pasiva que con tanta fuerza crecieron a lo largo del año pasado. Y es que, esos casi 1.980 millones de euros solo se quedaron a un 9,4% de igualar los 2.184 millones captados por los fondos de inversión españoles en febrero. Aquella cifra supuso su mejor registro mensual de los últimos tres años.

Para encontrar un mes tan negativo para el segmento de la gestión pasiva como este último, hay que remontarse hasta octubre de 2019. Entonces, según la estadística de Inverco, se produjo la retirada de 505 millones netos de estos vehículos de inversión. En otras palabras, se puede concluir que, al cumplirse un año de la pandemia, los españoles han protagonizado la mayor estampida en 17 meses de la gestión pasiva.

La cifra de este último mes ha sido tan abultada que ha inclinado el recuento anual hacia terreno negativo para estos fondos pasivos. Mientras que al término de febrero se habían registrado suscripciones netas por 325 millones en estos poco más de 150 vehículos de inversión, solo un mes después el balance ha dejado en evidencia la huida de 58 millones desde que empezó el año. Un retroceso que no se repite en ninguna otra categoría.

Los expertos del sector consultados no dudan en apuntar hacia dos factores íntimamente ligados como origen de esta desbandada. En primer lugar, el temor a un fuerte frenazo de la remontada económica debido a la proliferación de contagios o por un fallo de cálculo por parte de los bancos centrales que provocara un sobrecalentamiento de la inflación y el fin del complejo equilibrio que hasta la fecha han ido procurando los insólitos estímulos monetarios y fiscales desplegados por las grandes economías mundiales.

Escapar del reventón

A consecuencia de todos estos miedos, el segundo factor: la toma de precauciones ante un eventual reventón de las burbujas de valoración que podrían estar poblando el mercado. Entre ellas, los expertos apuntan hacia dos más significativas. La muchas veces señalada en las grandes tecnológicas estadounidenses y el índice Nasdaq y la más evidente del mercado de renta fija, alimentada por la inyección desmedida de capitales de los bancos centrales, especialmente en los países con más dificultades sanitarias y de equilibrio económico.

Si bien de momento solo se trata de un alto en el camino, si las dudas persisten podría generarse un cierto cambio de tendencia en los flujos de inversión. En este sentido, conviene recordar que el verano pasado, en plena recuperación del primer azote de la Covid-19, los inversores españoles buscaron refugio en masa en estos vehículos pasivos caracterizados por unas menores comisiones para sus partícipes.

El antídoto rechazado

Estos fondos de gestión pasiva cerraron el primer semestre del 2020 de la pandemia con suscripciones netas por 403 millones de euros. Una cifra destacable simplemente por comparación -inversa a la del último mes- con los 1.615 millones que el conjunto del sector de fondos sufrió en reembolsos netos. Más aún si se tenía en cuenta que era la primera vez en los últimos seis años que esta categoría de vehículos llegaba al ecuador del ejercicio con balance de flujos positivo.

Actualmente, según los datos aportados por la patronal, los fondos de gestión pasiva atesoran un patrimonio de 13.180 millones de euros. Son los quintos a la cola en la estadística solo por delante de inversión libre, renta variable nacional, monetarios y retorno absoluto. Hoy por hoy, suponen un 4,6% de los 287.511 millones que aglutina el conjunto de la industria.

De que se repita lo acontecido este último marzo en los próximos meses dependerá que estos vehículos sigan ganando terreno hacia el alcance de cotas mucho más elevadas como las de otros mercados europeos o su peso relativo permanezca estancado.

Por el momento, estos vehículos ya suponen cerca de un 20% del volumen de inversión a través de fondos en Europa, una cota que precisamente se alcanzó en la región por el impulso que le supuso la opción de muchos por dejar de buscar oportunidades de inversión. En contra de lo que ahora marca la rotación de carteras, entonces se apostó por buscar tendencia en medio de unos mercados marcados a fuego por una volatilidad extrema y, en muchos casos, indiscriminada.