Los bancos privados que dan servicio a una sola familia empresaria proliferan en España a partir de los 100 o 150 millones de euros. Es una de las conclusiones que se extraen del informe ‘Single Family Office Survey 2021’, elaborado por Credit Suisse a nivel internacional, que arroja algo más de luz sobre un segmento del mercado que acostumbra a dar pocos datos sobre su negocio.
La exclusividad y el secretismo en los bancos privados unifamiliares es la norma para hacer negocio. Pero el informe de Credit Suisse da alguna pinceladas relevantes de cómo se sustenta este entramado de firmas de inversión a lo largo y ancho del mundo.
De media, los single family offices (SFO) dan soporte a seis miembros de la familia que es cliente, y un mayoritario 60% trabaja con dos generaciones del clan familiar, frente a un 20% que trabaja con la primera generación y un 17% que llega hasta la tercera de las generaciones.
Normalmente, una decena de personas trabajan en un SFO, y un 61% de estas firmas emplea a uno o varios de los miembros de la familia en cuestión, que se dedican a las inversiones, la fiscalidad o la filantropía, de acuerdo al barómetro de Credit Suisse, que lo ha llevado a cabo en colaboración con la University of St. Gallen.
El 25% gestiona activos por valor entre los 500 y los 1.000 millones de dólares (de 430 a 860 millones de euros, aproximadamente), seguido de un 22% que tiene entre 250 y 500 millones de dólares (de 215 a 430 millones de euros), los dos subgrupos predominantes por volumen.
Entre sus preocupaciones actuales, está la sostenibilidad, como viene ocurriendo en el conjunto del sector financiero. El 49% de los SFO planea incrementar sus inversiones sostenibles en los próximos dos a tres años. Sus principales áreas de interés en esta materia son las energías renovables (63%), la salud (61%) y la educación (48%).
Pero, ¿cuánto cuesta mantener un banco privado de este calado? Los costes pueden oscilar entre los 750.000 dólares y los dos millones de dólares al año (de 644.000 euros a 1,7 millones de euros) para los family offices más pequeños y administrativos; entre 1,5 y 20 millones de dólares anuales (de 1,3 a 17 millones de euros) para los híbridos, y más de 15 millones de dólares al año (más de 12,8 millones de euros) para los grandes y plenamente integrados.
El perfil español
Según Pablo Carrasco, director de Family Office and Institutional Private Banking Clients para Europa en Credit Suisse, el número de SFO en España ha crecido “de manera considerable” en los últimos años. Actualmente, es habitual ver constituirse SFO a partir de 100-150 millones de euros en activos gestionados.
A los bancos privados unifamiliares españoles les caracteriza que tienen una importante penetración en las inversiones inmobiliarias (residenciales, terciarias, retail y logísticas), suponiendo más del 50% de la cartera global en muchos casos.
Sin embargo, presentan menos exposición a inversiones alternativas, esto es, capital riesgo y hedge funds, aunque las inversiones en capital privado han ido incrementándose gradualmente en los últimos cinco años por el entorno de tipos de interés negativos.
El directivo de Credit Suisse pone en contexto que estos bancos españoles concentran otra buena parte de sus inversiones en compañías europeas, pero menos en americanas y muy poco en los mercados asiáticos o emergentes en general.
“Los SFO en España presentan un enfoque más conservador que en otros mercados. Su principal objetivo es preservar su patrimonio y garantizar la transición a la siguiente generación, en lugar del crecimiento o la multiplicación de su fortuna de forma exponencial. También muestran un sólido compromiso con actividades filantrópicas y proyectos de desarrollo en sus respectivas comunidades”. Este último punto se pone de manifiesto en el papel que desempeñan los miembros de la familia en la gestión de sus fundaciones.