El capital riesgo mete la sexta marcha antes de que la subida de tipos dinamite su burbuja
Mientras algunos gestores hablan de "esquema piramidal", muchas entidades se afanan en buscar nuevas fórmulas con las que captar clientes.
Los fondos de capital riesgo dispararon su popularidad cuando los tipos de interés estaban en cero o negativo. Los inversores buscaban nuevas fuentes de rentabilidad. Pero ahora que el precio del dinero escala a marchas forzadas, la burbuja que se está formando en el capital privado amenaza con explotarse. Las valoraciones podrían deprimirse pero, antes de que eso pase, las entidades se afanan en meter la sexta marcha para aprovecharse de, quizá, un último tirón del sector.
Los activos no cotizados se han consolidado en los últimos años como una clara alternativa a la inversión tradicional en bolsa y renta fija. Las empresas cada vez más se apoyan en los fondos para financiarse en lugar de acudir al parqué o a la sucursal bancaria.
Para muestra, el mercado más relevante del mundo. El número de compañías cotizadas en Estados Unidos ha descendido un 50% en favor de empresas privadas en el periodo 1997-2019. Son datos de March Private Equity. Y es que los inversores institucionales y los sofisticados de banca privada se han volcado con este segmento: más de un 60% asignan más de un 5% de sus patrimonios al capital riesgo.
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Por contra, en algunos foros empiezan a deslizarse las primeras alarmas sobre la creciente -y quizá disparatada- inversión en estos activos alternativos. El primer aviso saltó en junio. Vincent Mortier, director de Inversiones de Amundi, aseveró que la industria del capital riesgo cuenta con “algunas de las partes más oscuras y menos transparentes del mercado”, llegándolas a calificar de “esquema Ponzi”. A su juicio, parte de los fondos de capital privado “enfrentarán un ajuste de cuentas en los próximos años”.
¿A qué venían sus palabras en el ‘Financial Times’? Argumentaba que muchos fondos venden sus activos a otros fondos por 20 o 30 veces las ganancias. “Es una cosa circular, parecen un esquema piramidal en cierto modo”, añadía.
¿Un esquema Ponzi?
Entre líneas, Mortier estaba diciendo que las firmas de capital riesgo, al no haber una marca de mercado en los parqués públicos, tienen incentivos para seguir revendiendo sus empresas a precios inflados a otros fondos en lugar de preparar un debut bursátil u organizar una venta a un grupo industrial. “Pueden no reflejar el valor real del activo”, aseveraba sobre estas transacciones.
El segundo aviso es más reciente. La semana pasada, Mikkel Svenstrup, director de Inversiones de ATP, uno de los mayores fondos de pensiones de Dinamarca, reconoció en un foro financiero que estaba preocupado porque el año pasado más del 80% de las ventas de compañías por parte de los fondos de capital privado en los que ATP invierte fueron a otro fondo tercero o, incluso, fueron acuerdos de "continuación" donde un grupo de capital privado las pasa entre dos fondos diferentes que controla.
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“Digo que, ‘potencialmente’, es un esquema piramidal. Todo el mundo se vende entre sí y los bancos prestan a unos y otros fondos”, compartió Svenstrup. La gran liquidez de la que disponen los fondos de capital riesgo tras años de tipos negativos habría creado un artificio. Pero “es solo cuestión de tiempo que se pare”, se teme el gestor nórdico.
Aquí en Madrid, un empresario que montó junto a varios socios una fintech y que ahora busca expandir su negocio con financiación externa, afirma a EL ESPAÑOL-Invertia que “el mercado de los fondos privados y otros inversores institucionales se ha secado desde principios del verano”. ¿Es la señal de la que hablaba Svenstrup?
Los lanzamientos no paran
Entre tanto, las entidades pisan el acelerador para captar nuevos clientes en activos alternativos. Porque, ¿si los tipos suben y la renta fija tradicional vuelve a pagar, qué sentido tiene invertir en algo ilíquido a muchos años? Además, está el factor ‘marca personal’. Todo inversor con un patrimonio que se precie quiere dejar su impronta, tener su propio sello en el capital riesgo.
Verónica Pascual Boé, directora general de Robots Móviles Autónomos en ABB Robotics y presidenta de ASTI Talent & Tech Foundation, ultima el lanzamiento junto a MdF Family Partners de su propia sociedad de capital riesgo, bautizada como ALBP Private Equity.
Otro ejemplo es el de José Ramón Sanz Pinedo, presidente de la Fundación NUMA y consejero delegado del grupo del mismo nombre. Prepara el lanzamiento de su propia gestora de capital privado, Gannet Partners, para administrar fondos y sociedades de capital riesgo, entidades de inversión colectiva de tipo cerrado (EICC), fondos de capital riesgo europeos (FCRE) y fondos de emprendimiento social europeos (FESE), como se desprende del Registro Mercantil.
Las entidades financieras más asentadas piensan que el mundo de los activos no cotizados aún ofrece interesantes oportunidades de inversión para sus clientes. Artá Capital, que terminó de invertir su segundo fondo con las últimas operaciones de Grupo Facundo y Gesdocument, está en fase de montaje de su tercer fondo, que tendrá un tamaño similar al anterior, de unos 400 millones de euros, según ha podido confirmar este periódico.
De la coinversión a los 'search funds'
Banca March también aprovecha la ocasión para estrenar el nuevo fondo de fondos March PE Global II, con objetivo de captación de entre 250 y 300 millones, de los que el Grupo Banca March comprometerá un 20%. Está abierto a diferentes sectores (megatendencias, sectores defensivos, generalistas y nicho) en EEUU y Europa y tendrá más presencia en estrategias sostenibles. “Como muestra de la confianza en la estrategia”, Banca March ofrecerá a sus inversores la posibilidad de financiar hasta el 50% de las llamadas de capital.
El primer programa de capital riesgo que el banco balear comercializó en 2020 cuenta con más de 600 inversores y un volumen de 250 millones de euros. A cierre de junio, March PE Global I tiene una valoración en múltiplo de 1,19 veces, según datos de la entidad. Su “éxito” le ha animado a lanzar una segunda añada.
“La coinversión forma parte del ADN de Banca March y, en un momento de alta incertidumbre como el que atravesamos, las inversiones con carácter de largo plazo -como el private equity- son magníficas alternativas que complementan las opciones de inversión más tradicionales”, defiende Gabriel Echarri, director general de March PE.
La última vuelta de tuerca en España, una tendencia importada de la Universidad de Stanford, son los fondos de búsqueda o search funds. Bajo este formato, un grupo de inversores entrega dinero a uno o varios profesionales jóvenes con MBA de prestigio y experiencia en banca de inversión o en consultoría estratégica, para que estos, a su vez, se dediquen exclusivamente durante un tiempo a buscar empresas en las que invertir. Por tanto, estos inversores ayudan a financiar en una primera etapa la búsqueda y luego, en un segundo paso, financian la compra de la compañía.
Dentro de este estilo, One to One Corporate Finance está creando una gestora de capital riesgo especializada en pymes europeas, One to One Asset Management. El primer fondo de búsqueda que han anunciado por anticipado, One to One Great Searchers, invertirá entre 30 y 40 compañías con facturaciones de entre 10 y 30 millones de euros, un ebitda superior al millón de euros y sin deuda, "buscando la sucesión de empresarios mayores por directivos jóvenes y altamente preparados que sean capaces de llevar esas empresas a una nueva dimensión de tamaño e internacionalización".
“España es un país de ancianos y de pymes”, hace ver Enrique Quemada, presidente de este grupo internacional de asesoramiento en fusiones y adquisiciones. Por lo que, quizá, los search funds sean la tabla de salvación del capital privado.