Casi instintivamente, relacionamos la jubilación como un momento vital en el que el tiempo comienza a jugar en nuestra contra en la mayoría de aspectos cotidianos. También en la inversión.
Lo que no tenemos en cuenta es que la tendencia demográfica está cambiando: vivimos más; vivimos mejor. Y esto es todo un reto. De hecho, no es un disparate plantearse una segunda carrera profesional. ¿Te imaginas volver a la universidad con 60 años? ¿Cómo sería emprender en aquel proyecto para el que nunca tuviste tiempo? Sin duda, no enfrentamos a una nueva forma de plantearnos nuestra edad dorada.
Esta es una tesis que está tomando protagonismo entre los expertos del sector. Por ejemplo, Belén Alarcón, directora de asesoramiento patrimonial de Abante, afirmaba en el blog de la firma que nos vamos a enfrentar a sociedades envejecidas. Y que, por tanto, vivir en un mundo con personas cada vez más longevas nos llevará a plantearnos una forma de vivir y pensar diferente a la de nuestros abuelos.
¿Y cómo se traduce este paradigma para los inversores? Al vivir más años, vamos a necesitar más recursos para poder financiar esos años que viviremos de más. De esta manera, tendremos que pensar en una planificación y en una estrategia de inversión distinta.
EL EFECTO DE LA EDAD
Estamos acostumbrados a que nos digan que hay que invertir cuanto antes, no cabe duda de que el interés compuesto es importantísimo para alcanzar nuestros objetivos. Sin embargo, la edad ya no tendrá tanto protagonismo a la hora de tomar decisiones financieras, sino que serán otras variables las que adquieran relevancia. Por tanto, ¿tiene sentido invertir en un plan de pensiones tras la jubilación? Las nuevas tendencias apunta a que sí.
“Para un cliente de, entre 65 y 70 años, más que por la edad, lo mediríamos por sus necesidades de liquidez y su plazo de inversión. Podrían ser los mismos que otro inversor más joven si ambos tienen un perfil de riesgo similar”, explica Borja Nieto de Micappital. “No por estar jubilado, hay que tener un perfil de riesgo inferior si mi horizonte temporal es alto y, en principio, no voy a necesitar de esos ahorros a corto plazo”, prosigue.
Por tanto, existen muchas alternativas tras la jubilación para mantener la calidad de vida que, hasta ahora, hemos llevado: se puede mantener el plan de pensiones una vez jubilado; se puede seguir haciendo aportaciones y, además, se puede contratar un plan después de la jubilación. No obstante, hay que tener en cuenta que cada una de estas fórmulas tiene sus propias características y ‘truquillos’, así, para acertar con la elección es recomendable consultar con un asesor financiero. De esta manera, evitaremos sustos en un momento en el que solo cabe el disfrute de lo ya ahorrado.
Otra de las buenas noticias es que, sí, tras la jubilación podemos seguir disfrutando los beneficios fiscales que ofrece este producto. En otras palabras, las aportaciones realizadas siguen permitiendo pagar menos impuestos. ¿Cómo traducimos esto en cifras? En las aportaciones, el contribuyente se puede deducir cada año hasta 8.000 euros. Por ejemplo, una persona que ingrese 40.000 euros como jubilada y haya aportado 6.000 euros a su plan de pensiones, será como si solo hubiese ganado 34.000 euros a ojos de Hacienda.
¡Cuídado! Esta ventaja solo se podrá disfrutar una sola vez. Esto significa que si tienes varios planes de pensiones y ya has empezado a rescatar las aportaciones de uno de ellos, la ventaja fiscal se aplicarará solo para ese plan de pensiones, aunque hagas el rescate del resto (que ya no disfrutarían la dicha reducción de impuestos) más adelante.
Asimismo, los traspasos que se hagan una vez jubilados tampoco tributan, es decir, que el partícipe no tiene que pagar impuestos si su plan de pensiones ya no le convence y quiere probar con otro.
¿Es el momento de buscar un plan de pensiones mejor?:
Pero, ojo, este producto tiene un hándicap que no lo hace adecuado para todos los perfiles; si no fuera así, no existirían alternativas para la jubilación. ¿De qué hablamos? Del rescate. Cuando llega el momento de recuperar las prestaciones, tendremos que pagar impuestos como rentas del trabajo por lo aportado más los beneficios obtenidos, así que, la balanza se equilibrará al comparar estos impuestos con las deducciones que hemos disfrutado en el pasado.