Los planes de pensiones están hechos de más bolsa que nunca antes. Los tipos negativos de la renta fija y la escasez de rentabilidades en otros activos de perfil más defensivo han empujado a los gestores de estos vehículos a elevar sus posiciones en renta variable a máximos históricos.
Al término del año pasado, un 37,5% de la cartera de los planes de pensiones españoles estaba invertido en bolsa, según los datos recopilados por la patronal Inverco. Una cota que, además, supone un incremento del 3,3% frente a las cifras de cierre del año anterior, cuando la persistencia de los bajos tipos de interés ya hacía mella en el mercado.
La irrupción de la pandemia de la Covid-19 ha sido la gran palanca en este insólito incremento de posiciones en renta variable para unos productos de inversión tradicionalmente considerados de menor riesgo. Y más que el coronavirus en sí mismo, la ágil y abultada respuesta de los bancos centrales para fomentar la liquidez y la facilidad de financiación de empresas y estados.
Un tercio en 2017
Si se echa la vista más atrás, hace solo cinco años las posiciones en bolsa de los planes de pensiones españoles se limitaban al 27,3% de su cartera. Esto supone 10,2 puntos porcentuales menos que en la actualidad, según señala el histórico de composición de carteras de Inverco.
En el origen de esta serie histórica, que se remonta al año 1995, el peso de las bolsas en los productos de ahorro por excelencia para la jubilación se limitaba al 3,7%. Esto supone que en 25 años el peso se ha ido incrementando -aunque con altibajos por el camino- hasta llegar a multiplicar por más de 10 veces aquella exposición primigenia.
El umbral de un tercio de la cartera (33%) apostado en bolsa se rebasó por primera vez en 2017, pero solo un año después esta cota se redujo suavemente hasta un 32,4%. Desde entonces, no ha dejado de subir año tras año. Unos porcentajes impensables hace menos de una década, cuando el bono español a diez años ofrecía un rendimiento del 7% solo por aguantar hasta su vencimiento.
Actualmente, el bono de referencia del Tesoro Público apenas ronda un 0,3% y hace solo unos meses llegó a cotizar por primera vez con rentabilidades negativas en el mercado secundario. Una situación que ha obligado a sus gestores a ampliar horizontes de inversión atendiendo a la máxima de los mercados financieros de que a más riesgo, más rendimiento potencial.
Más peso internacional
La escasez de rendimientos es tal que también ha llevado a los gestores de los planes de pensiones españoles a ampliar su inversión en mercados internacionales. En este sentido, los datos de cierre de 2020 también reflejan récord histórico en posiciones en bolsas extranjeras, que ya suponen un 23,9% de su cartera frente al 13,6% de patrimonio confiado al parqué nacional.
En este sentido, parece que los gestores se hayan dejado llevar a lo largo del año pasado por la tendencia de inversión en valores internacionales como los gigantes tecnológicos estadounidenses. Una estrategia con la que capear también el menor rendimiento de la bolsa española, con el índice Ibex 35 como el más rezagado de Europa con caídas del 15% que hicieron del 2020 el sexto peor ejercicio de su historia.
Sin mayoría absoluta
Como consecuencia de todo lo anterior, las carteras de los planes de pensiones españoles acumulan ahora menos peso que nunca antes en renta fija. Solo un 41,9% de su cartera está ahora en bonos de deuda, si bien en este caso prepondera el producto nacional. Un 31,6% de su patrimonio está invertido en renta fija doméstica frente a solo un 10,3% en papeles internacionales.
La primera vez que la renta fija dejó de ser mayoría absoluta en la cartera de los planes de pensiones fue precisamente el año 2017, cuando las bolsas alcanzaron un tercio de la cartera. Entonces, se pasó del 54,2% del año anterior al 47,6% de aquel ejercicio. Desde entonces, en los últimos tres años, su peso relativo ha caído en otros casi seis puntos porcentuales.
Los datos del cierre del año de la pandemia desvelados esta semana por Inverco muestran que un 6,8% de la cartera está actualmente en tesorería, mientras que un 7,7% se destina a provisiones. Solo un 6,2% de la cartera se destina a otro tipo de inversiones, como los activos inmobiliarios y bienes reales.
Este cuadro refleja una tendencia que no solo se ha producido en los vehículos españoles de ahorro para la jubilación, sino en otras muchas instituciones de inversión colectiva. Un 25% neto de los grandes gestores internacionales reconocía en una reciente estadística elaborada por Bank of America que habían asumido en sus carteras más riesgo de lo que suelen acostumbrar. Y este porcentaje también suponía máximos históricos.
El golpe fiscal
A la propia presión consecuencia de la situación de los mercados, fuentes del sector señalan que algunas firmas gestoras se habrían visto presionadas también por los últimos cambios normativos para el sector. En otras palabras, la necesidad de ofrecer una rentabilidad más atractiva mediante posiciones en bolsa se habría multiplicado con el objetivo de compensar la pérdida de atractivo fiscal que estos productos han sufrido a consecuencia de las últimas novedades regulatorias.
Unas alteraciones que, de momento, ya amenazan con liquidar un 30% de las aportaciones de partícipes previstas para este 2021.