¿Qué ha hecho Facebook por nosotros? La paciencia de la UE llega a su fin
- OBSERVATORIO DIGITAL. Facebook tiene hasta fin de año para dejar de engañar a casi 400 millones de europeos sobre qué hace con los datos que recoge. ¿Y qué les ofrece en realidad a cambio?
- La UE contra Facebook: "Pocos saben que se queda con el copyright de sus fotos"
- Así intentó Facebook utilizar a la banca para quedarse los datos de sus clientes
Noticias relacionadas
Una de las escenas más populares de La vida de Brian, de los Monty Python, es aquella en la que la resistencia discute sobre el impacto de los romanos en sus vidas. A la hora de la verdad, se sorprenden al recordar aspectos positivos tan importantes como el acueducto, el alcantarillado, las carreteras, la irrigación, la sanidad, la enseñanza, el vino, los baños públicos, el orden público o la paz.
En el actual imperio de las redes sociales, uno se asombra del poder de enormes multinacionales de la tecnología como Facebook, Google, Amazon o Apple y se pregunta lo mismo que se preguntaba el Frente Popular de Judea mientras picoteaba morros de nutria.
De todas ellas, Facebook es la compañía que tiene más difícil responder a esta pregunta. Otras empresas tienen sus pros y sus contras, pero su utilidad está más clara. ¿Pero Facebook? ¿Qué ha hecho Facebook por nosotros?
Agotan la paciencia de Bruselas
La pregunta es especialmente pertinente teniendo en cuenta que la semana pasada Bruselas advirtió a la red social de que se expondría a multas de los estados miembros si no deja claro cómo utiliza los datos personales. Y fue especialmente dura al respecto. “Mi paciencia ha llegado al límite”, sentenció Vera Jourová, comisaria europea de Justicia, Consumidores e Igualdad.
¿El problema? Bruselas lamenta que los últimos términos de uso de la compañía, actualizados en mayo, llevan a engaño porque no dejan claro que la compañía utiliza los datos personales de los clientes con propósitos comerciales. Asimismo, la comisaria recordó que muchos usuarios no saben que Facebook tiene "todo el copyright de cualquier foto o contenido que subes".
"Facebook ahora dice a los clientes que sus datos y contenido se utilizan sólo para mencionar la 'experiencia' y no mencionan que sus datos y su contenido se utilizan con propósitos comerciales", lamentó la Comisión. "Esto ha durado demasiado. Es tiempo para la acción y no para las promesas. Si no se llevan a cabo los cambios de aquí a final de año, pediré a las autoridades de consumo que actúen rápidamente y sancionen a la compañía", subrayó Jourová.
I want #Facebook to be extremely clear to its users about how their service operates and makes money. Not many people know that #Facebook has made available their data to third parties or that for instance it holds full copyright about any picture or content you put on it.
— Věra Jourová (@VeraJourova) 20 de septiembre de 2018
Riesgo para la banca
La empresa de Mark Zuckerberg, que dejó claro cómo respetan nuestros datos en el escándalo de Cambridge Analytica, está enfrentándose además a problemas en sus intentos de ser protagonista del mundo financiero porque los bancos no confían en que su forma de trabajar no vaya a dejar expuestos los datos de sus clientes.
Aunque hay entidades que se atreven a utilizar servicios como Messenger como plataforma de comunicación con los usuarios, muchas de ellas no se fían. El número de usuarios de Facebook no compensa los riesgos si hablamos de algo tan delicado como el dinero.
Especialmente si, como reveló el Wall Street Journal en agosto, la compañía confesó a los bancos que tenía el propósito de usar también los datos de sus usuarios con propósitos comerciales, algo que Facebook ha negado posteriormente. Sea como sea, los bancos españoles contactados por EL ESPAÑOL han asegurado que la idea de utilizar chatbots de Facebook y dejar datos de sus clientes a su alrededor no está entre sus planes.
¿Pero cuál es el producto?
Una pregunta relevante es si todos estos riesgos sirven para algo. El viejo dicho, casi ya un tópico, dice que si un producto es gratis, entonces el producto eres tú. ¿Pero vale tanto la 'experiencia' que Facebook te da a cambio de tus datos?
¿Que ha traído esta red social a las personas que pudiésemos echar de menos en caso de que desapareciese? A veces parece que ni Facebook lo sepa. El año pasado optó por cambiar radicalmente su filosofía, siguiendo el dicho marxista (de Groucho Marx) “si no le gustan mis principios, tengo otros”.
Antes su misión fundamental era hacer del mundo un lugar “más abierto y conectado”, pero ahora la meta es “make the world closer together”, una frase en inglés que habla de reducir distancias, físicas y metafóricas, y de estrechar lazos.
“Solía pensar que si dábamos a la gente una voz y les ayudábamos a conectar, eso haría del mundo un lugar mejor por sí mismo”, señaló entonces Zuckerberg, antes de afirmar su creencia en que tiene “la responsabilidad de hacer más”.
Suma flexibilidad
Nadie puede decir que Zuckerberg no sea una persona flexible. Hablamos de una empresa cuyos orígenes descansan en productos como Facemash, que en definición del congresista estadounidense Billy Long, durante su interrogatorio al directivo, consistía en "poner fotos de dos mujeres y decidir cuál de las dos era más atractiva".
Zuckerberg, en aquellos locos tiempos universitarios, mantuvo la siguiente conversación por mensajería instantánea, confirmada por él mismo:
ZUCK: sí, así que si alguna vez necesitas información sobre alguien en Harvard
ZUCK: sólo pregunta
ZUCK: tengo cerca de 4000 correos, fotos, direcciones, ss
AMIGO: qué!? cómo lo has conseguido?
ZUCK: la gente simplemente me los envió
ZUCK: no sé por qué
ZUCK: ellos “confían en mí”
ZUCK: jodidos idiotas
A la hora de analizar las funciones y servicios que ofrece Facebook, hay uno que claramente ha transformado las comunicaciones, aunque es una adquisición: WhatsApp. Y si no, que se lo pregunten a las operadoras españolas de telecomunicaciones y al declive de sus ingresos por SMS. De la misma forma, hay una red social de gran éxito que está generando mucha influencia y que está de moda de un modo innegable, contribuyendo a generar personajes influyentes: Instagram.
¿Pero Facebook? ¿El Facebook de siempre? Muchos usuarios lo utilizan básicamente para saber cuándo cumple años la gente, para mantenerse ligeramente al día de la vida de sus conocidos y para recibir cantidades ingentes de noticias de dudosa calidad y publicidad. Además, se usa cada vez menos y ha perdido el favor de los jóvenes. Un informe de Pew Research señalaba en mayo que sólo el 51% de los jóvenes entre 13 y 17 años en EEUU lo utilizan. En abril de 2015 el resultado de esa misma encuesta hablaba del 71%.
Un falso perfil
Si LinkedIn es el perfil en el que tenemos que contar la verdad de nuestros logros profesionales o académicos, o al menos el sitio donde presumimos de las tesis que copiamos, Facebook es la cubierta que ofrecemos al mundo de nosotros. Pero en Facebook la ficción sale menos a cuenta y apenas tiene más propósito que aquel que mencionaba un magnífico titular de The Independent: ‘Las redes sociales están llenas de gente triste y solitaria fingiendo estar bien y buscadores de atención que están perfectamente bien y fingen tristeza”.
¿Cuántas veces has visto que esa pareja que en Facebook parecía el colmo de la felicidad se ha divorciado? ¿Cuánto de lo que compartes en esa red es genuino y cuánto la impostura en la que querrías convertirte?
Sobre la recepción de noticias, basta recordar el papel que tuvo Facebook en la elección de Trump como presidente de EEUU, al transmitir la propaganda y reproducirla de forma viral, eliminando la figura tradicional de filtrado que antes venían ejerciendo los medios.
Además, por la propia naturaleza de los filtros burbuja y las cámaras de eco -las restricciones a la información impuestas por los algoritmos y los usuarios, respectivamente- los medios ya han renunciado a ver a Facebook más que como un simple generador de tráfico, y uno que cambia a cada minuto las reglas del juego, perjudicando su tambaleante modelo de negocio.
Como la red social ve a los medios como simples anunciantes, inunda a los usuarios con contenidos que no necesariamente cumplen con el papel tradicionalmente asignado a los medios de comunicación. Y como mucha gente sólo se informa a través de Facebook, su visión del mundo acaba sesgada, convertida apenas en un popurrí de listículos u otros mecanismos de cebo de atención.
Si Facebook desapareciese, los medios perderían mucho tráfico, pero probablemente todos saldrían perdiendo por igual. Todos gastarían menos dinero y esfuerzos para seguir intentando ganar la atención de Facebook y más en crear historias relevantes que no tienen su hueco en la red social.
La verdadera revolución de Facebook no tiene que ver con los servicios que ofrece a las personas, sino sólo con los servicios de publicidad que ofrece a las empresas que quieren vender a esas personas. Pero su implacable mecanismo de personalización le lleva ahora a responder sobre cómo trata los datos de unos usuarios a los que trata como productos sin darles siquiera nada significativo a cambio.
¿Nada? No es justo. Facebook tiene al menos una función realmente útil y que debe ser valorada: el safety check que ofrece a los ciudadanos en caso de atentado terrorista o catástrofe natural para indicar a tus seres queridos que estás bien en caso de que te encontrases en la zona.
No todos son iguales
En el caso de Google, muchos usuarios pueden pensar en qué ha hecho el coloso de Internet por ellos y, sin darle demasiadas vueltas, llegar a la conclusión de que ha tenido un impacto enorme y muy fructífero en sus vidas. Google no es una compañía perfecta, ni mucho menos, como queda claro por su papel en la censura en regímenes autoritarios o las multas astronómicas por abuso de posición dominante. Pero al menos tiene una misión clara y que encaja con lo que hace: organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil.
Incluso sus peores críticos tienen que reconocer que hizo posible un correo electrónico gratuito casi ilimitado; universalizó la cartografía a través de Earth, Maps y Streetview; ofreció a los usuarios herramientas de productividad en la nube que antes sólo eran de pago; creó un servicio curado y efectivo de curación de noticias, Google News, aunque los políticos españoles se encargaran de quitárnoslo; contribuyó a crear el sistema operativo móvil más utilizado en el mundo, Android; ayudó a eliminar el monopolio de Internet Explorer en navegadores y lanzó Chrome, a día de hoy el navegador de referencia, y también compró e impulsó el mayor canal mundial de videos, facilitando la monetización de sus contenidos para usuarios y empresas... Y esos son sólo sus esfuerzos más obvios.
Google te puede gustar o no, y puedes confiar en su forma de trabajar o no hacerlo, pero no puedes discutir su utilidad para la gente, del mismo modo que no puedes negar que Apple diseñó el dispositivo que más ha transformado la vida de las personas en el siglo XXI, que Amazon envía rápido y bien los paquetes o que Netflix ha transformado la forma en la que vemos contenidos. El problema de Facebook ya no es cómo gestiona nuestros datos, es lo poco que nos da a cambio.
Quizá nos equivoquemos y Facebook sí haya ayudado a la gente a tener vidas más plenas y felices, más humanas e interesantes. Si es así, no dudaremos en recibir ejemplos en empresas@elespanol.com. Quién sabe, a lo mejor nos estamos dejando su versión de los acueductos, el alcantarillado, las carreteras, la irrigación, la sanidad, la enseñanza, el vino, los baños públicos, el orden público o la paz. Lo dudamos, pero todo es posible. Mientras tanto, harán bien en cumplir sus compromisos con sus 380 millones de clientes europeos. No sólo está perdiendo la paciencia Bruselas. También unos usuarios que queda vez lo son menos.