Europa necesita instalar 1.647 cargadores públicos para vehículos eléctricos al día para llegar a las 5 millones de instalaciones que necesitará tener en 2030. Un rally de 2.877 días de cuyo éxito depende la transformación más profunda que sufrirá la industria de la movilidad del Viejo Continente en toda su historia.
Y esto será sólo una pequeña parte. Un estudio de EY y Eurelectric estima que alrededor de 13 millones los cargadores deben instalarse en Europa para 2025, cifra que llegará a los 32 millones en 2030 y a los 65 millones en 2035. Está será la infraestructura necesaria para dar servicio a los 130 millones de vehículos eléctricos que se espera que surquen las carreteras europeas en ese momento.
La inversión necesaria para poner en marcha esta red será ingente. Harán falta más de 115.000 millones de euros entre 2022 y 2035 para alcanzar el número de instalaciones necesarias. El 85% de los cargadores se deberán instalar en zonas residenciales, el 6% en los lugares de trabajo, el 4% serán cargadores en las vías públicas y el 5% restante en los denominados destinos (aparcamientos de hoteles y restaurantes).
El análisis destaca que los cargadores rápidos y ultrarrápidos, que representarán menos del 2% del total, acapararán cerca del 23% de la inversión. Si se analiza el tipo de instalación, la carga doméstica requerirá el 55% de la inversión. En segundo lugar, aparecen los cargadores destinados a estar en los centros laborales, con un 22%. Por último, los cargadores en destino y las estaciones públicas requerirán del 11% y del 12% respectivamente.
Previsión de ventas
El informe estima que el punto de partida de esta trasformación arrancará en un parque total de vehículos de 326 millones vehículos en Europa, de los cuales solo el 1% era eléctrico. Para 2035, Los analistas de EY calculan que el parque total de vehículos eléctricos superará 130 millones.
Un cambio que, poco a poco se va viendo en las ventas, sobre todo, de los utilitarios. En 2020, los vehículos eléctricos en toda Europa representaron el 11,5 % de los pasajeros automóviles vendidos, frente al 3,5 % en 2019. Matriculaciones de autobuses eléctricos crecieron un 7% en comparación con 2019 y representando el 4% de todas las nuevas matriculaciones de autobuses del Viejo Continente.
En lo que respecta a las ventas de vehículos comerciales ligeros, los totalmente eléctricos ascendieron al 1,9% de las nuevas matriculaciones, mientras que las ventas de vehículos pesados eléctricos aumentaron un 23%, pero su cuota de mercado permanece muy por debajo del 1%.
En los primeros 11 meses de 2021, los 100% eléctricos y los híbridos enchufables representaron más de 20% del mercado europeo de vehículos, con cerca de dos millones de unidades vendidas. Por mercados, el 77% de todas las ventas de vehículos eléctricos se concentran en seis países: Francia, Alemania, Italia, Noruega, Suecia y Reino Unido. El fuerte apoyo político y los elevados niveles de ingresos de estos países están ensanchando la brecha con sus vecinos europeos.
El reto del aumento de la demanda eléctrica
Según Eurelectric, se espera que la demanda total de electricidad en Europa aumente alrededor de un 1,8% anual para 2030 hasta los 3.530 teravatios-hora (TWh). Los sectores residencial, comercial e industrial contribuirán al crecimiento de la demanda de electricidad, pero el mayor crecimiento vendrá del transporte.
El estudio alerta sobre la necesidad de realizar una inversión significativa para hacer frente a ese desafío. A la vez, propone una serie de medidas que ayudarán a poner en marcha la electrificación de la movilidad.
Entre ellas destacan la simplificación de los procesos necesarios para instalar cargadores, la apuesta por redes eléctricas más rápidas y económicas, asegurar la conexión digital de las instalaciones o habilitar la interoperabilidad de todos los cargadores al margen de la compañía que los gestiones.
Así las cosas, Europa se enfrenta a una de las transformaciones que más va a marcar el día a día de sus ciudadanos. Una revolución que lejos de quedarse en un cambio de motorización supondrá poner en marcha un nuevo paradigma en la movilidad dentro y fuera de las ciudades cuyo eje será una red de carga que deberá construirse prácticamente desde cero a lo largo de esta década.
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