La industria aeronáutica ha sido durante dos últimos años uno de los mejores termómetros para valorar en qué grado de superación estaba la economía mundial de la crisis desencadenada por la pandemia de la Covid-19. Tras quedarse en tierra sine die la gran mayoría de los aviones del mundo para frenar la propagación del virus, las diferentes oleadas han ido marcando los ritmos a los que el negocio aéreo evolucionaba.
Como principales proveedores de la industria, los pedidos y las entregas de Airbus y Boeing han ido escribiendo el relato sobre el momento presente y las expectativas futuras dentro de la aeronáutica. Trimestre a trimestre, ambas empresas han tenido que dar respuesta al creciente apetito de sus clientes mientras lidiaban con sus propios retos internos.
En este contexto, Airbus y Boeing han firmado un primer trimestre de 2022 con brotes verdes. Las entregas de ambas compañías llegaron a las 237 aeronaves. Un avance del 17% en comparación al mismo periodo del ejercicio anterior. El dato queda aún lejos del máximo histórico alcanzado en 2019. En concreto, un 24% inferior a los 311 aviones entregados en los primeros tres meses del último año prepandemia.
En lo que se refiere a los pedidos, las noticias también son positivas. Durante el primer cuarto de año se han alcanzado los 293 compromisos netos frente a los 15 de 2021. Un resultado que multiplica por 19 veces el cosechado 12 meses atrás por ambas empresas. El dato tiene un especial valor ya que, a diferencia de las entregas donde los ritmos suelen ser relativamente regulares durante todo el año, el grueso de los pedidos se concentra en el final del año.
La europea avanza con paso firme
En lo que se refiere al análisis individual de las compañías, Airbus ha confirmado durante los tres primeros meses del año que ha recuperado la senda fijada antes de la llegada de la Covid-19. Un comportamiento que se ve reflejado en la evolución de las entregas.
La compañía europea puso en manos de sus clientes 142 aeronaves hasta marzo. Esta cifra supone un avance del 12% en comparación a las 125 unidades entregadas durante 2021. Si se analiza el histórico, Airbus ha conseguido su segundo mejor resultado en un primer trimestre, sólo superado por el de 2019 pero incluso mejor que el de 2018.
En lo que se refiere a los pedidos, la europea también tiene motivos para el optimismo. Durante el primer trimestre firmó 83 compromisos. Una cifra alejada aún de los mejores años de la compañía pero que supone una vuelta a los números verdes si se compara con los resultados de 2021. Durante este año, Airbus acumuló un saldo neto negativo de 61 pedidos al superar las cancelaciones los pedidos en firme.
Llega la luz al final del túnel para Boeing
Al otro lado del Atlántico, 2022 también han comenzado con buen pie. Boeing consiguió entregar 95 aviones durante el primer trimestre del año. Pese a que la cifra representa un tercio menos de entregas en comparación a su rival europea, para la estadounidense es un importante avance del 19% en comparación al ejercicio del pasado año donde se quedó en 77 unidades.
En este caso, las mayores alegrías para Boeing llegan desde los pedidos. Los clientes han vuelto a recuperar la confianza y el apetito como demuestran sus 210 pedidos en firme. Y es que el registro supone triplicar los encargos del mismo periodo de tiempo de 2021. Además, en lo que se refiere a la competencia entre ambos gigantes, Boeing consigue un 60% más de compromisos de compra que Airbus.
Así las cosas, los dos gigantes de la industria aeronáutica tienen razones para mirar al presente y al futuro con buenos ojos. En el caso de la europea, el presente muestra ya síntomas de robusta recuperación. En lo que se refiere a la estadounidense, los datos indican que lo peor de la crisis ya ha podido quedar atrás y que el futuro depara buenas sensaciones.
Unos resultados que ahora deberán reflejarse en los balances de las empresas en un contexto complejo de inflación y escasez de suministros. Definitivamente, que la pata comercial traiga buenas noticias supone uno de los mejores escudos posibles para hacer frente a los vientos de cara.