La invasión de Rusia a Ucrania está afectando en numerosos frentes: desde las víctimas mortales y los refugiados por el conflicto militar, hasta el ciberterrorismo - que también impacta en España- y en la exploración espacial. Los satélites ensamblados en Europa y otras zonas del mundo se han quedado sin los aviones ucranianos que solían transportarlos y ahora deben buscar nuevas rutas hacia las plataformas de lanzamiento.
Los aviones de transporte Antonov An-124 Ruslan son uno de los monstruos soviéticos más grandes, que incluso han servido a Donald Trump para transportar material sanitario en plena pandemia. Pero con el inicio de la guerra han perdido capacidad de vuelo, dejando sin transporte a los satélites que debían lanzarse al espacio.
Desde el inicio de la contienda se ha puesto en duda la colaboración internacional entre Rusia y Occidente en lo que a la exploración espacial se refiere. Desde la Roscosmos se han insinuado amenazas, Europa ha suspendido algún proyecto por su dependencia de los cohetes rusos, pero en general los planes parecen seguir en pie a pesar de la creciente tensión. Lo que no impide que esta guerra sí afecte en otros aspectos.
Sin aviones
Mientras algunos aviones están siendo utilizados por las fuerzas militares, otros simplemente no pueden volar por miedo a que sean incautados al salir del espacio aéreo seguro. Esta situación no solo supone una limitación para los dos países en guerra, sino también para el resto del mundo y las agencias espaciales que deben buscar una alternativa.
Encontrar en poco tiempo nuevos aviones del tamaño de los Antonov es complicado. El Antonov AN-225, por ejemplo, otro de los más grandes de la industria, fue víctima de un ataque ruso, pues muchos de estos modelos son objetivos de la ofensiva.
Como alternativa se podrían utilizar a largo plazo los aviones Beluga de Airbus, aunque para transportar materiales como los satélites, es necesario adecuar el vehículo a una carga sensible, ya que algunos de los sistemas contienen tuberías de calor presurizadas y otros materiales peligrosos que podrían alterarse en el viaje. Este tipo de avión voló desde Bremen en Alemania el módulo Columbus en 2006 para que despegara desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida, hacia la Estación Espacial Internacional.
Por mar
Si por aire no se da con una solución rápida para la gran cantidad de satélites que hay en lista de espera en todo el mundo, algunas agencias se están planteando llevarlos por mar. Un viaje por mar puede ser mucho más largo que por aire, pero la portavoz de SES, Suzanne Onha asegurado a SpaceNews que "la duración del transporte marítimo puede cuadrar con el margen del proyecto, por lo que no retrasa el cronograma de lanzamiento".
Se refiere al satélite SES-22 que debe viajar desde Europa a las bases de Estados Unidos. Otros viajarían a la Guayana Francesa, como el Measat-3d; y dentro de los Estados Unidos, se tendrán que mover por carretera para llegar a Florida.