El pleno del Parlamento Europeo decide el próximo miércoles 8 de junio si pisa el acelerador para reducir las emisiones en la industria del automóvil o si, por el contrario, opta por frenar el actual ritmo planteado. En unas horas los eurodiputados deberán dar luz verde al calendario que marcará el futuro de una de las industrias clave del Viejo Continente.
Según la propuesta de la Comisión Europea, los fabricantes de automóviles deberán reducir en un 55% las emisiones de CO2 nocivas para el medioambiente de sus modelos nuevos a partir de 2030. Una meta que, en el caso de las furgonetas se queda en el 50%. Estos pasos serán la antesala previa a hacer vehículos 100% libres de emisiones a partir de 2035.
La Comisión ha propuesto ampliar los objetivos a partir de 2030, lo que ha dejado el objetivo actual de un 15% de reducción de CO2 para 2025 sin modificar. Esto significa que se exigirá un reducido esfuerzo a los fabricantes de automóviles antes de 2030, lo que puede traducirse en una parada en seco del impulso de los vehículos eléctricos.
El calendario que cuenta con más papeletas para salir adelante deja a la actual década con unos objetivos muy laxos. Una decisión que, en lugar de una evolución progresiva, pone toda la presión a partir de 2030.
Desde el arco parlamentario que defiende la necesidad de pisar el acelerador se alerta de que la pérdida de estos años podría provocar un repunte de los precios de los vehículos eléctricos, una ralentización del desarrollo de las infraestructuras de carga y una predominancia de la oferta extracomunitaria.
Poca diferencia de votos
Por el contrario, los partidarios de un calendario más desahogado señalan a estos años como el momento clave para dar algo de oxígeno a la industria del automóvil para fortalecerse antes de realizar de forma efectiva la mayor transformación de su historia. Esto ha provocado que, actualmente los parlamentarios europeos estén divididos por los cambios que desean aplicar a la propuesta.
Algunos han registrado enmiendas que acelerarían el ritmo de reducción de CO2 mediante objetivos más ambiciosos para 2025, 2027 y 2030. Incluso plantean el adelanto del objetivo de 100% cero emisiones para 2030.
Del mismo modo, otro bloque de parlamentarios ha propuesto objetivos aún más bajos, incluso menores que los de la Comisión, llegando a eliminar o reducir el objetivo del 100% para 2035. Algunos parlamentarios han propuesto también modificar el marco normativo para permitir que los fabricantes de automóviles cumplan sus objetivos mediante la adquisición de créditos para combustibles sintéticos y biocombustibles.
Tanto es así que desde fuentes comunitarias destacan que la votación del próximo miércoles dependerá de entre 10 y 15 votos. Unas diferencias mínimas que pueden decantar la balanza a una u otra posición dado que durante estos días muchos grupos están aún fijando sus posiciones.
Papel clave de los eurodiputados españoles
En este caso, los eurodiputados españoles serán fundamentales para cuadrar las cuentas de los apoyos. Una cuestión que llega en un momento en el que dentro del propio Gobierno existen dos posiciones enfrentadas. Desde Transición Ecológica se apoya la aceleración de los plazos de reducción de emisiones, mientras que Transportes e Industria son partidarios de no pisar el acelerador.
Por ello, se desconoce cuál será la posición final de los votos de los eurodiputados socialistas. Una cuestión que fuentes conocedoras de las negociaciones señalan que podría alargarse hasta el momento mismo de la votación.
La ambición europea de descarbonización del transporte podría verse fortalecida o rebajada dependiendo de lo que pase el próximo miércoles. Se prevé que los diálogos tripartitos comiencen poco después de que los gobiernos nacionales acuerden sus posturas en el Consejo sobre Medio Ambiente del 28 de junio.
En definitiva, 48 horas en las que los representantes de los europeos van a decidir los tempos de la transformación que más impacto va a tener en el ritmo de la reducción de las emisiones contaminantes. Una vez más, negocio y salud se presentan en dos lados de la balanza. Los votos decidirán de que lado se decanta.