El PERTE del vehículo eléctrico y conectado no es un tren que sólo pasa una vez. A falta de que en los próximos días se conozcan el detalle de cómo han sido asignados los primeros 877 millones de euros, el Ministerio de Industria lleva ya semanas trabajando en poner en marcha una nueva línea de este instrumento que permita movilizar los más de 2.000 millones que han quedado sin repartir.
En este sentido, desde el ministerio destacan que no será un nuevo PERTE. El armazón del proyecto se sigue considerando válido para que esté alineado con los requisitos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Los cambios que se van a realizar van a hacer desaparecer condicionantes que en la primera edición venían motivados para poner el foco en los grandes fabricantes de la automoción.
Durante los meses en los que el proceso ha estado en marcha, las principales factorías españolas han recibido buenas noticias por parte de sus centros de decisión en forma de asignaciones de nuevos modelos eléctricos. La práctica totalidad de las plantas españolas aparecen como beneficiarias de modelos eléctricos lo que asegura su viabilidad para los próximos años.
En cambio, la industria auxiliar vive una situación más compleja. El endiablado contexto económico ha disparado sus costes energéticos y de sus materias primas.
Además, también han sufrido la escasez de componentes claves. Esto ha provocado que vivan una situación límite, mucho más compleja que la de los grandes fabricantes.
Mejoras en agilidad y flexibilidad
Desde que se conoció que el PERTE del vehículo eléctrico y conectado no iba a desplegar una parte importante de los fondos con los que contaba, los contactos comenzaron a sucederse con los representantes del sector de la automoción. En estos encuentros, Industria identificó las dificultades que las empresas del sector auxiliar estaban teniendo para optar a las ayudas europeas.
Pese a que un número importante de compañías han entrado en alguna de las 13 agrupaciones, su participación es pequeña en muchos de los casos. En cambio, sus necesidades de financiación son importantes ya que necesitan acometer profundas transformaciones para adecuarse a los nuevos requerimientos del vehículo eléctricos.
El diseño de la nueva línea del PERTE VEC busca permitir que estas empresas puedan presentar sus propios proyectos directamente. Algo imposible en la primera edición cuando se buscaba cubrir una serie de proyectos tractores. Ahora que la electrificación de las plantas está encarrilada y que se ha visto como otros proyectos como las plantas de baterías tienen dificultades para encajar con los límites que pone Bruselas a los Next Generation, las empresas auxiliares van a poder presentar sus propios proyectos.
En este sentido, se espera una gran atomización del proyecto. Un elemento que va a añadir una nueva capa de complejidad a la gestión de la nueva línea. Por ello, en el Ministerio de Industria trabajan para simplificar los requerimientos para poder presentarse al PERTE. Ya no se necesitará ir de la mano de un gran fabricante. Tampoco se buscarán proyectos tractores. El objetivo es dotar de recursos a las compañías que enfoquen sus proyectos en fabricar componentes para el vehículo eléctrico o la dercarbonización de su actividad.
Flexibilidad en Bruselas
Al igual que pasó con el PERTE original, durante los próximos meses, se espera que la nueva línea esté operativa durante el primer trimestre de 2023, el Ministerio de Industria trasladará a los órganos de control de la Comisión Europea los detalles de esta nueva línea. Los Next Generation nacieron con una dirección muy concreta que, a medida que han pasado los meses, también han ido evolucionando.
El ejemplo más claro de esto lo encontramos en los proyectos relacionados con las renovables. Tras el desencadenamiento del intento de invasión de Rusia sobre Ucrania, la Comisión ha apremiado a los Gobiernos para que aceleren sus inversiones en alternativas energéticas que permitan una reducción de dependencia del gas ruso. En lo que concierne al vehículo eléctrico, los plazos fijados por Bruselas no encajaban con el calendario de los fabricantes.
En este sentido, se espera que, de aquí a que se anuncien los detalles de la próxima línea del PERTE, desde la Comisión Europea entiendan que, en el caso de los proyectos de electrificación de plantas de fabricación de automóviles, ampliar los calendarios podría ayudar a que Europa gane atractivo para las inversiones de los grupos industriales. Algo que en España se vio en el caso de Ford.
Un caso similar al de las plantas de baterías. En este caso, las inversiones relacionadas con estos proyectos chocan con los límites fijados por Bruselas. Una contradicción frente a la necesidad imperiosa que la Unión Europea tiene de dotarse de toda la cadena de valor del coche eléctrico donde estos elementos son claves. De lo que se decida en los despachos comunitarios en esta dirección también dependerá otra parte importante del atractivo de la nueva línea del PERTE del vehículo eléctrico