La legislatura que echa a andar estos días va a traer consigo un revolucionario reparto de competencias ministeriales. Unos cambios fruto de la distribución de carteras a la que ha obligado el primer Ejecutivo de coalición de la democracia. ¿El primer damnificado? El ya 'antiguo' Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, que va a quedar irreconocible.

Y esto se debe, principalmente, a que se ha concedido a Unidas Podemos el dominio de todas las políticas relacionadas con el departamento que hasta ahora dirigía María Luisa Carcedo (que no seguirá al frente del mismo, tal y como se ha confirmado este jueves), dejando la rama sanitaria sola y desvalida.

De esta manera, todo lo relacionado con los servicios sociales, el bienestar y la dependencia pasa a estar bajo el control de la vicepresidencia social de Pablo Iglesias. Presupuestariamente, la jugada le sale bien a los morados, que se quedan con la mayor inyección presupuestaria que iba a recibir el 'viejo' departamento gracias al importante incremento de la partida destinada a dependencia. Sólo en los fallidos presupuestos de 2019 iba a ser de más unos 500 millones de euros.

Adiós también a Consumo

Pero el problema no es que el ministerio pierda lo Social, sino que también pierde lo que tiene que ver con Consumo. Esta competencia se la queda también el partido morado, concretamente Izquierda Unida. Alberto Garzón se queda con esta responsabilidad. Mucho se ha puesto en duda que estemos ante un rango competencial con entidad suficiente como para ser un ministerio independiente, aunque así será.

Por ello, el destino de Sanidad es incierto y por lo pronto la competencia que se queda huérfana. A pesar de que tiene un poder legislativo importante (la cartera mínima de prestaciones del Sistema Nacional de Salud y de medicamentos, así como sus precios, depende de este ministerio), su gestión económica es mínima. El 'poder', en este sentido, está en manos de las autonomías.

La idea de los socialistas era la de que, en un principio, estas responsabilidades quedaran en manos de Unidas Podemos, con el consiguiente horror de una industria sanitaria que temía las medidas liberalizadoras de los morados. Pero, precisamente por la escasa dotación presupuestaria del departamento, repudiaron la posibilidad de controlarlo.

Especulaciones

Esta situación ha provocado que las especulaciones se multipliquen en las últimas horas mientras Pedro Sánchez revela a cuentagotas la estructura del nuevo Ejecutivo. Una de las más sólidas era la de que se sumaran los destinos de Sanidad a los de la Seguridad Social, una opción que puede parecer extraña pero que ya ha ocurrido. En los 80, existió un Ministerio de Sanidad y Seguridad Social.

A su vez, esta es la razón que explicaba que Magdalena Valerio, ministra en funciones de Trabajo y Seguridad Social, sonara cada vez más en las quinielas para dirigir los destinos de dicho departamento. Y es que los socialistas no quieren que los de Iglesias se queden con el control y un argumento político tan importante como son las pensiones.

Sin embargo, esta posibilidad ha quedado descartada después de que Moncloa confirmara que habrá un Ministerio de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones en el nuevo Gobierno.

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