El medicamento genérico se ha convertido en una de las principales vías de ahorro para las Administraciones Públicas. Cuando el producto innovador pierde la patente, estos fármacos entran en el mercado con unas rebajas de precios de, al menos, el 40%, obligando a las compañías comercializadoras del fármaco original a bajar su propio coste si se quieren mantener en financiación pública.
Esta acción genera, en términos generales, un ahorro de 1.000 millones de euros al año y ha provocado un importante cambio en la accesibilidad al sistema sanitario. Este ejemplo es bien ilustrativo: con lo que hace 15 años costaba una simvastatina (un fármaco contra el colesterol) para una persona, hoy, gracias a que ha perdido la patente y la sucesiva reducción de precios provocada por la competencia de genéricos, se puede tratar a unos 15 pacientes.
Sin embargo, no son buenos tiempos para el sector del genérico. Varios factores han provocado que se haya estancado su penetración y suponga solo el 40% del mercado farmacéutico español en unidades, cuando la media en los países de la Unión Europea es del 65%.
Por ello, la industria del medicamento genérico reclama medidas para incentivar el sector como las que había en el pasado, cuando las oficinas de farmacia estaban obligadas a priorizar la dispensación de los productos de ‘marca blanca’ respecto a sus referentes para, precisamente, ganar cuota de mercado con más facilidad.
Pero para este sector hay otro peligro en ciernes. En el plan de fomento de los genéricos y los biosimilares que quedó en suspenso por las elecciones del 10 de noviembre, y que ahora el Ministerio de Sanidad está retomando, se incluye la devolución a las Administraciones Públicas de los descuentos que los laboratorios pueden ofrecer a las oficinas de farmacia por sus medicamentos.
Cuestión de facturación
Se trata de una estrategia con la que, a través de diferentes fórmulas (como un popular ‘2x1’), las farmacias logran unos descuentos que les permiten mejorar la rentabilidad del margen que obtienen por la venta de medicamentos.
La actual regulación permite esta libertad de descuentos por parte de los laboratorios a las boticas, tal y como indica la Ley de Acompañamiento a los Presupuestos Generales de 2015,
Si finalmente el Gobierno decide que estos incrementos de ingresos se tuvieran que devolver a las arcas públicas, “podría ser una medida antigenéricos”, ha lamentado Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda, secretario general de Aeseg, la patronal del sector.
Aunque Rodríguez de la Cuerda y miembros de Aeseg han asegurado ignorar cuánto podrían recaudar las Administraciones Públicas si se les abonara lo correspondiente a los susodichos descuentos, fuentes de la industria farmacéutica indican a EL ESPAÑOL que la cifra rondaría los 200 millones anuales.
“El descuento es la única arma competitiva del genérico contra la marca”, ha alertado el primer espada de la organización empresarial, quien advierte de que las ventas de medicamentos genéricos “están estancadas por la falta de medidas”.
Sectores complementarios
Rodríguez de la Cuerda ha hecho estas afirmaciones en la presentación de una campaña de promoción del medicamento genérico entre la ciudadanía y que llega solo unas semanas más tarde que otra similar de Farmaindustria, la empresarial de los productos innovadores, en favor de los fármacos de marca.
Respecto a esta coincidencia, desde Aeseg aseguran que su campaña lleva varios meses organizándose. “No lo tomamos como una campaña a la contra”, ha afirmado Rodríguez de la Cuerda. “Cada uno defiende su campo de juego”, y ha opinado que una imagen de lucha entre ambos sectores “es ficticio”.
De hecho, el secretario general de la patronal ha defendido que “una buena política farmacéutica debe serla para todos los sectores del medicamento”, asegurando que los genéricos “son productos complementarios” a los innovadores y que “siempre serán parte de una solución”.