Sniace lo advirtió en el folleto de su última ampliación de capital. Y el peor de los escenarios se ha materializado. La compañía cántabra se va a liquidación y, si no aparece un ‘caballero blanco’, amenaza con llevarse por delante a los miles de pequeños inversores que habían apostado por el futuro de la compañía. Tienen en juego cerca de 18 millones de euros.
Al tratarse de una compañía que no había logrado separarse del abismo de la quiebra desde que en 2016 logró salvar un concurso de acreedores, pocos grandes inversores permanecían en su capital. Apenas un único fondo especulativo con menos de un 3% del capital, según indican fuentes próximas a la compañía, y sus dos incondicionales: Sabino García Vallina y Félix Revuelta, presidente de Naturhouse.
El resumen de este mapa accionarial es que un 42,7% del capital social de Sniace permanece en manos de pequeños inversores mientras el valor sigue congelado. Esta participación alcanza una valoración de 17,59 millones a razón de los 0,046 euros por acción a los que la compañía marcó su último precio el 12 de febrero. Sin embargo, toda esa cantidad podría quedarse en nada.
Este es el destino que aguarda a los ahorros de estos pequeños inversores si el plan de liquidación que tracen los administradores señalados por el juzgado se materializara antes de que un hipotético ‘caballero blanco’ pudiera tener tiempo de invertir en la reactivación de la compañía.
La situación se vuelve especialmente dramática para el grupo de pequeños inversores que, además, es trabajador de la compañía. La posibilidad del despido en condiciones mucho menos ventajosas que las que se habían establecido en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) que ahora podría quedarse en papel mojado.
Afectados por partida doble
Desde círculos próximos a los trabajadores de la histórica empresa cántabra estiman que este colectivo podría estar cerca de los 200 potenciales afectados con carteras que en muchos casos podrían rondar los 15.000 euros.
El panorama se repite, aunque con un alcance mucho menor, en el caso de los extrabajadores del grupo que perdieron sus puestos en la crisis que Sniace atravesó en el año 1992. Según fuentes del sindicato USO, una parte de aquellos despidos se liquidó a través de participaciones que acabaron convertidas en acciones de la compañía. No obstante, “la mayoría ya habían vendido hace tiempo”, aseguran desde la organización.
A pesar del montante que arrojan los registros de participación en el capital de Sniace, quizá los más dolorosos sean los 6,4 millones de euros que los pequeños inversores pusieron sobre la mesa en la ampliación de capital que la compañía cerró en verano del año pasado. Esa es la suma que pusieron sobre la mesa para hacerse con 64 millones de nuevas acciones en una operación que salió adelante y por un importe muy inferior al estimado gracias a las aportaciones de Revuelta y García Vallina.
En menos de un semestre, pues estas acciones -que se pagaron a 0,10 euros cada una- fueron admitidas a negociación en bolsa el pasado 30 de agosto, estos títulos podrían ver diluido todo su valor. Y es que si la liquidación sale adelante, los accionistas están en los últimos puestos en el orden de prelación para recuperar su capital, lo que hace que con frecuencia no lleguen a ver ni un céntimo.
Empieza el desmantelamiento
Mientras tanto, el proceso avanza y desde el sindicato USO aseguran que el desmantelamiento ya ha empezado. De hecho, en la filial Viscocel, “toda la fuerza laboral se está empleando en proceder a una parada ordenada en la que los equipos y maquinaria queden en buen estado para su posible venta o, en el mejor de los universos, por si llega un inversor que más adelante permita retomar la actividad”.
Desde la compañía se apunta que se está siguiendo “el proceso típico para estos casos” y que en el momento que haya novedades se comunicarán oportunamente al mercado. En la misma línea se ha manifestado Francisco Plaza, secretario del comité de empresa de Sniace y líder de la sección sindical de UGT en la cotizada. Además, señala que varios trabajadores y representantes acostumbran a comprar algunas acciones para poder participar o asistir a las juntas generales de accionistas, pero “se venden pocos días después”.
Unidos frente al cierre
Este es el escenario en el que ha tomado fuerza una asociación de accionistas minoritarios encabezada por Carlos Dueñas. Si en la última junta celebrada por la sociedad consiguió aglutinar un 4% del capital, ahora ya suma un 7,2% y asegura “estar valorando todas las opciones para evitar el cierre definitivo y la liquidación de Sniace”. En estos términos, la agrupación está recibiendo la asesoría de varios bufetes de abogados con el objetivo de proceder a las iniciativas que mejor aseguren este fin.
Aunque de momento su peso relativo es escaso, las adhesiones no paran de crecer día tras día. Y el recorrido es amplio. Más allá del 42,7% en manos de pequeños accionistas, Dueñas consiguió el respaldo de un 20,3% del capital de la compañía para acceder a un asiento de su consejo de administración.
Al final, no pudo ser, pero ese respaldo en una situación a todas luces menos límite que la actual hace prever que el número de adhesiones pueda seguir subiendo con fuerza en las próximas semanas. Antes de llegar a los tribunales, su líder explica que el objetivo es “poder ser parte de la solución para la continuidad de Sniace” y “unir fuerzas contra esta liquidación por la vía de urgencia” que podría poner fin a una empresa con una trayectoria casi centenaria.