No sé si conocerán una película americana llamada 'El día de la marmota' (aunque en España se tradujo como 'Atrapado en el tiempo'), en la que el protagonista se ve obligado a vivir el mismo día una y otra vez. Eso parece que es lo que le pasa a Argentina.
Parece que por novena vez en poco más de 100 años, y por tercera vez en los últimos 20 años, va a realizar una suspensión de pagos de su deuda, con una nueva depreciación de la moneda. Y, por tanto, de pérdida de poder adquisitivo para los argentinos.
Como muestra, conviene precisar que si el cambio peso-dólar era de 1 en el año 2000, actualmente cotiza en 56, lo que supone que un peso ha perdido más de un 98% de su valor en este periodo.
Esta vez parecía que el presidente argentino Mauricio Macri podría conseguir sacar al país de ese círculo de quiebras continuas, ya que empezó a adoptar medidas adecuadas, como el cierre de litigios con los inversores internacionales, la libertad cambiaria y de capitales o la mejora de condiciones para los inversores. Éstas hicieron que su Gobierno contase con el respaldo de la comunidad inversora internacional. Sirva como muestra de ello que, en 2017, Argentina emitió un bono a 100 años -ampliamente sobresuscrito-, con un cupón del 7,12%. Y ello a pesar del mal historial pagador del país.
"Cuando hace unos años hablabas con los expertos internacionales, todos te contaban maravillas sobre el potencial de Argentina. En cambio, cuando hablabas con ciudadanos argentinos, la confianza era mucho menor"
Los inversores contaban en aquel entonces con que en 10 años -y gracias al interés compuesto-, recuperarían la inversión. El problema es que, solo dos años después, cotiza al 40% de su valor de emisión, después de las últimas noticias electorales y financieras del país.
¿Podrá salir algún día de este bucle?
Cuando hace unos años hablabas con los expertos internacionales, todos te contaban maravillas sobre el potencial de Argentina, y apostaban por su salida definitiva de la crisis. En cambio, cuando hablabas con ciudadanos argentinos, la confianza era mucho menor. Todos te hablaban de que la corrupción y el clientelismo estaban profundamente arraigados en todos los estamentos de la sociedad.
Macri ha intentado curar esta adicción al dinero fácil poco a poco, y sin molestar a nadie. Pero la experiencia demuestra que las adicciones se curan cortando de raíz, y no dejándolas poco a poco. El proceso es doloroso, pero hay que estar dispuesto a pasar por ese sufrimiento previo a la mejora. Ya vimos en España cómo estos mismos males endémicos ayudaron a inflar la burbuja inmobiliaria e hicieron quebrar a la mayor parte de las cajas de ahorro, empeorando la crisis. Tomemos nota para evitar que se repita en el futuro.
* Antonio Aspas es socio de Buy & Hold