El pánico por el coronavirus domina los titulares y hunde las bolsas. En apenas dos o tres semanas probablemente la epidemia esté contenida y los inversores se centrarán en calibrar los efectos económicos y empresariales. Entonces se reabrirá el debate de cuánto margen de maniobra pueden tener las políticas monetarias y fiscales para contrarrestar el nuevo bache en el largo pero tortuoso ciclo.
Con todo el ruido, hay una noticia de mucho calado que ha pasado casi desapercibida. El Gobierno de Hong Kong se lanza al primer experimento de entrega masiva de dinero con la intención de reactivar su maltrecha economía tras la gran convulsión política, el impacto de los aranceles estadounidenses y, ahora, el coronavirus.
Todos sus ciudadanos mayores de edad recibirán 10.000 HKD (casi 1.200 EUR al cambio), en un formato que les obligue a gastárselos e impida ahorrarlos, ya que esto último es lo que suele suceder con gran parte de los recortes de impuestos en periodos de incertidumbre.
El Gobierno de Hong Kong lanza el primer experimento de entrega masiva de dinero para reactivar su economía
El coste para las arcas públicas superará los 7.000 millones de euros, una minucia para las reservas acumuladas de 128.000 millones y con un banco central dispuesto a monetizar el déficit a un tipo de apenas el 1,5%.
Este es el primer ejemplo real en la historia del "dinero lanzado desde un helicóptero". Fue un concepto teórico acuñado en 1969 por uno de los padres de la economía moderna, Milton Friedman, para ilustrar los efectos que tendría una expansión monetaria indiscriminada.
Pretendería aumentar la eficacia de los bancos centrales una vez que una economía se encuentra en la llamada "trampa de liquidez", cuando los bajos tipos de interés y las inyecciones a través del circuito bancario ya no logran reactivar el consumo y la inversión empresarial.
"Este es el primer ejemplo real en la historia del dinero lanzado desde un helicóptero"
Esta idea fue reavivada durante la gran crisis financiera, conforme los tipos se aproximaban al 0% y se lanzaban programas de Expansión Cuantitativa. Si la política monetaria estaba exhausta, habría que echar mano de la fiscal. Pero con los déficits públicos desbocados, tendría que hacerse con la complicidad de los bancos centrales, para evitar que se dispararan las primas de riesgo.
Ahora ha llegado el momento de probarlo en la práctica. El interés del experimento no radica tanto en su magnitud (se movilizará poco más del 2% del PIB de Hong Kong), ni siquiera en cuánto impulsará su crecimiento –ya que la mayoría de los productos consumidos tendrá procedencia exterior- sino en qué proporción, en qué productos y servicios y a qué velocidad se gastará.
Porque este es el primer helicóptero que despega, pero no será el último. Esa ciudad no es más que un ejemplo extremo de muchos de los males que aquejan a nuestras sociedades: descontento social y político, crecimiento débil, deterioro del estado del bienestar, carestía de la vivienda e impacto de las transformaciones tecnológicas, productivas y demográficas, que obligan a los gobiernos a aplicar políticas económicas expansivas y cada vez más heterodoxas.
En la UE este tipo de experimento aún parece lejano –por la obvia reticencia nórdica a dar dinero a sus vecinos meridionales sin que estos rindan cuentas de ello- pero conceptualmente no está tan lejos del "ingreso mínimo vital" que tantean el gobierno español e incluso la Comisión Europea. Otro argumento para que los bancos centrales perpetúen los tipos mínimos.
*** Roberto Scholtes Ruiz es director de estrategia en España de UBS.