Estamos viviendo y vamos a vivir días duros con un incremento de casos de infección por Covid-19 y de personas fallecidas; desearía que los servicios sanitarios no se desborden en Madrid y otras zonas de España donde la intensidad de la infección es muy alta, pero ya estamos al límite; en mi opinión, serán necesarias medidas complementarias como hospitales de campaña o camas en hoteles en algunos lugares concretos. 

El Covid-19 ha mostrado por fin sus cartas y puede decirse que es un virus asesino que nos ha sorprendido a todos a la hora de manifestarse en su muy alta capacidad de transmisión e, incluso, en el hecho de que un buen porcentaje de infectados se manifiestan asintomáticos; ello ha complicado la respuesta. Los análisis clínicos y epidemiológicos de esta pandemia irán arrojando luz para perfilar bien una evaluación de la respuesta.



En cualquier caso y, a pesar de que hasta antes de la declaración del estado de alarma todas las decisiones del Consejo Interterritorial con presencia del Ministerio de Sanidad y de todas las consejerías de salud de las comunidades autónomas han sido adoptadas por unanimidad, habrá muchos analistas que, (con mirada retrospectiva), juzgarán solamente las insuficiencias de la respuesta institucional. Algo típico en los análisis de la gestión de las pandemias una vez que han pasado los acontecimientos. Pero es algo necesario porque tendremos que evaluar las decisiones adoptadas a la luz de las consecuencias en la salud de la población para valorar así sus eventuales aciertos y errores; también para conocer qué insuficiencias y áreas de mejora presentan los mecanismos de gobernanza global disponibles hasta ahora por parte de la OMS y de la UE. 



Por supuesto, para conocer las áreas de mejora en la gobernanza global de nuestra sanidad federalizada y la necesidad de refuerzo de los recursos institucionales y humanos dedicados para la vigilancia epidemiológica y a la salud pública disponibles en el Ministerio de Sanidad y que han sufrido un recorte en los 8 años.



Aunque tras la gestión de la pandemia de la Gripe A tuve ocasión de alertar en 2014 en mi libro Qué pasó con la Gripe A sobre la necesidad de reforzar cuestiones relativas al papel de la OMS y de la UE que hoy se echan en falta, poco se aprendió de aquella experiencia porque la Gripe A no tuvo afortunadamente las consecuencias que el Covid-19 está mostrando en la salud, en la organización de los sistemas de salud y en la economía mundial. 

Poco se aprendió de la experiencia de la Gripe A porque no tuvo afortunadamente las consecuencias que el Covid-19

 
Los países en general y, los de la UE en particular, deberían haberse reforzado con reservas suficientes de material de protección para profesionales sanitarios y personal esencial (militares, policías, protección civil, cuidadores de personas vulnerables, etc.) y reservas suficientes de material médico de cuidados críticos, porque una pandemia con efectos como los que vemos con el Covid-19 era previsible que llegaría en algún momento como es previsible que podrá haberla en el futuro.



Las medidas adoptadas a raíz de la declaración del estado de alarma, aunque son adecuadas, seguramente deberán ampliar su intensidad y la duración de 15 días estimada inicialmente en el Real Decreto Ley publicado el domingo pasado a las 0:00 horas. 



Su efectividad en la disminución del contagio se notará pasados 10-15 días pero será mayor en la medida que cada ciudadano contribuya con la aplicación real de los consejos preventivos relativos a: lavado de manos, mantener la distancia mínima de un metro entre personas, usar pañuelos desechables o estornudar y toser en la parte interna del codo, entre otros. Por supuesto, quedarse en casa. 



Ahora toca apoyo a las autoridades sanitarias aunque tengan que modular, rectificar o intensificar algunas medidas, porque ello será consecuencia de la monitorización de la situación. Toca también apoyar a los profesionales sanitarios de los servicios de salud y de las 22.000 oficinas de farmacia, así como del resto de servicios esenciales que harán posible ganar la batalla al Covid-19.



El impacto en salud será irreparable con sólo cada una de las vidas que se pierdan. El impacto económico es aún incalculable y es un elemento inédito de la única pandemia con este alcance global ocurrida en los últimos 100 años. 



Saldremos con heridas sociales, económicas e institucionales de este desafío. Podremos superar todo eso de manera adecuada si sabemos evaluar en su momento con inteligencia todo el proceso. Los análisis precipitados y superficiales harán que perdamos la oportunidad de aprender cómo construir  un mundo mejor. Veremos.


*** José Martínez Olmos es profesor de la EASP de Granada y exsecretario general de Sanidad (2005-2011)