El impacto socio-económico del maldito coronavirus es indudable y la interrupción parcial (ya veremos si llega a ser prácticamente total) de la actividad en algunas regiones de nuestro país y de otras zonas del mundo tendrá efectos negativos en la actividad empresarial y financiera de las empresas y, por ende, en el crecimiento económico global y de España a día de hoy, es difícil cuantificar la severidad del impacto, pero sí se puede afirmar que se producirá.
En este contexto, las empresas en general, y las entidades de crédito en particular, deben evaluar el impacto de la crisis por el COVID-19 en su situación financiera y económica para reflejarlo en la información financiera que publiquen al mercado durante el ejercicio 2020.
Por lo que respecta a las entidades financieras, esta crisis posiblemente tendrá un impacto en la calidad de su cartera crediticia que, de acuerdo con la normativa contable vigente, deben reflejar en sus estados financieros.
En los grandes prestatarios que actualmente tengan tensiones crediticias o presenten incrementos significativos de riesgo de crédito, los analistas de las entidades financieras deben evaluar los efectos de la crisis del COVID-19 en su capacidad de generación de flujos de efectivo para actualizar su estimación de pérdidas esperadas.
La estimación de las pérdidas esperadas del resto de los acreditados la realizan los bancos mediante modelos estadísticos que utilizan datos históricos del comportamiento pasado de acreditados similares desde un punto de vista de probabilidad de impago y de calidad de sus garantías. Asimismo, tienen en cuenta las perspectivas económicas futuras mediante modelos estadísticos que relacionan las variables macroeconómicas esperadas con el comportamiento de pago de sus acreditados.
En este sentido, la incertidumbre sobre la duración y profundidad de esta crisis y, en consecuencia, sobre el impacto futuro del COVID-19 en las variables macroeconómicas, como el PIB, la tasa de paro y el valor de los inmuebles, hacen sumamente complejo el cálculo de las pérdidas esperadas en estos momentos y muy probablemente en el corto plazo. Por esta razón, el Banco Central Europeo (BCE), por un lado, recomienda a las entidades dar un peso mayor a las perspectivas a largo plazo a la hora de realizar sus estimaciones y, por otro, ha anunciado que publicará escenarios macroeconómicos que podrán utilizar las entidades para su estimación de pérdidas esperadas.
La incertidumbre sobre la duración y profundidad de esta crisis hacen sumamente complejo el cálculo de las pérdidas
Por otro lado, en el Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, se establecen distintas medidas adoptadas por el Gobierno de España para hacer frente a la crisis generada por el virus. Entre ellas, se introduce la posibilidad de que determinados prestatarios con problemas se acojan a una moratoria en el pago de las cuotas hipotecarias de sus préstamos para la compra de su vivienda habitual. Asimismo, se establece que los efectos de dicha moratoria no deberán imputarse en el cómputo de las provisiones en los estados financieros individuales.
Por lo que respecta a los estados financieros consolidados, que los grandes grupos bancarios elaboran aplicando la normativa internacional (NIIF), los efectos de la moratoria no serán automáticos. Así, los supervisores bancarios, como el BCE y la Fed norteamericana, y la ESMA, supervisor del mercado de capitales europeo, han manifestado su posición en cuanto a la no consideración automática de las moratorias o de medidas equivalentes como operaciones regulares o malas.
En definitiva, esta pandemia va a impactar en la cuenta de resultados de las entidades de crédito y en sus recursos propios. Con la situación evolucionando cada día, resulta muy difícil estimar la severidad de esta crisis por lo que el Banco Central Europeo, ha aprobado medidas para flexibilizar los requerimientos de capital y de liquidez de las entidades de crédito de la Zona Euro, así como la introducción de flexibilidad operativa en la implantación de medidas de supervisión específicas para cada entidad, lo que facilitará que puedan hacer frente a esta crisis con los recursos propios que en los últimos ejercicios han generado con mucho esfuerzo y disciplina.
*** Javier Calvo González-Vallinas es socio de Auditoría, responsable del Grupo de Instrumentos Financieros de KPMG en España.