En España, cada vez que hay elecciones, generales o autonómicas, o cada vez que Thomas Piketty viene a vender alguno de sus libros, surge el debate sobre la "reimplantación" a nivel estatal de un impuesto de Patrimonio que ya existe, aunque esté transferido a las comunidades autónomas.
Es un debate que volverá una y otra vez. También ha ocurrido en las primarias de EEUU, aunque se ha zanjado sacando de la carrera presidencial a los candidatos demócratas partidarios de su implantación, como Elisabeth Warren o Bernie Sanders.
Lo que nunca hubiera imaginado es que este debate volviera a España en plena crisis sanitaria por el Covid-19.
Me resulta muy extraño porque, en una crisis de actividad económica de una magnitud nunca vista, choca que alguien desde un Gobierno gestionando la pandemia proponga su implantación para financiar los gastos derivados de la necesaria e inacabada guerra sanitaria.
Casi todos los economistas, Keynesianos o no, pensamos que lo último que se debe hacer en una crisis económica es subir los impuestos o recortar gastos.
A no ser que obliguen de forma errónea como nos ocurrió a nosotros y a otros países de la zona euro en 2010-2012, causando una doble recesión que estuvo a punto de llevarse por delante a la moneda única.
Lo último que se debe hacer en una crisis económica es subir los impuestos o recortar gastos
No es el momento de subir los impuestos. Si acaso, de bajarlos. Y eso es, precisamente, lo que está haciendo el Gobierno, en mi opinión de forma acertada.
Rebajar una parte relevante de los ingresos del sector público consolidado: la reducción de las cotizaciones de las empresas a la Seguridad Social, a través de los ERTE o del programa de apoyo a los autónomos cuya actividad se ha visto especialmente afectada por el confinamiento.
Aunque técnicamente las cotizaciones no son "impuestos" (sí lo son desde un punto de vista económico) son ingresos del conjunto de las Administraciones Públicas, y su rebaja contribuye a contrarrestar el monumental choque de oferta negativo que sufre nuestra economía.
Por tanto, si toda subida de impuestos es inoportuna, especialmente lo sería esta en caso de provocar algún tipo de fuga de capitales, por pequeña que sea.
Si toda subida de impuestos es inoportuna, especialmente lo sería esta en caso de provocar algún tipo de fuga de capitales
Tuve el honor de formar parte del Gobierno que en 2008 decidió suprimir este impuesto anacrónico, al cumplirse los 30 años de haberse implantado de forma "transitoria" para financiar el coste económico de la Transición.
En 2011 cometimos el error de recuperarlo de forma "transitoria" durante dos años. Y ahí sigue. Los responsables de la campaña del PSOE en las elecciones de ese año pensaban que su reimplantación tendría apoyo popular y sería una baza electoral.
¿Cuántas elecciones tienen que perder los socialistas españoles para que comprendan que muchos ciudadanos, sobre todo, de la clase media, consideran injusta esta figura impositiva?
Aunque la ciudadanía no sea docta en Economía, entiende perfectamente lo que es la doble imposición, y percibe que este impuesto no cumple ninguna de las tres características que debe reunir una figura fiscal: suficiencia, equidad y eficiencia.
- Suficiencia. Es decir, que tenga capacidad recaudatoria. En el último ejercicio antes de su eliminación, el de 2007, la economía española vivía una burbuja inmobiliaria y el Ibex 35 estaba en los 16.000 puntos, lo que se traducía en unos patrimonios muy sobrevalorados. Pese a ello, el Impuesto sobre el Patrimonio (IP) apenas recaudó 2.000 millones de euros.
Pretender que ahora, en plena crisis, va a recaudar 11.000 millones es una ingenuidad, a no ser que se plantee una confiscación de una parte significativa de los ahorros de las familias españolas.
Si eso fuera constitucional, que lo dudo, podría generar una fuga de capitales de una economía cuyo sector público necesita urgentemente apoyo financiero, tanto interno como externo.
En 2007, este impuesto apenas recaudó 2.000 millones. Pretender que ahora va a recaudar 11.000 millones es una ingenuidad
- Equidad. – Es decir, que quien más tenga, más pague, lo que se conoce como "equidad vertical". Este siempre ha sido el "punto fuerte" de los partidarios de este impuesto. Pero se les olvida dos cuestiones clave.
La primera, que los verdaderamente ricos, lo que llaman "las grandes fortunas" nunca han pagado este impuesto. Se refugian en sociedades que, además, están a un click de poderse trasladar a otros países de la UE. No hace falta que sean paraísos fiscales que no tienen esta figura.
Además, en caso necesario, no tendrían inconveniente en trasladar su residencia al vecino Portugal, donde hay un Gobierno socialista que ni por asomo se ha planteado esta figura fiscal.
El IP en España siempre ha recaído en la clase media. Pero, además, a sus defensores se les olvida una cuestión clave: la "equidad horizontal". Es decir, tratar por igual a dos personas iguales desde el punto de vista de los ingresos.
"Las grandes fortunas" nunca han pagado este impuesto. Se refugian en sociedades que están a un click de poderse trasladar a otros países.
Supongamos que dos ciudadanos, Jaimito y Jorgito, ganan todos los años 100.000 euros. Se trata, sin duda, de una buena renta, por la que tributaran ambos un IRPF considerable, el que sea. Ambos pagarán lo mismo. Hasta ahí funciona la equidad horizontal.
Supongamos ahora que Jaimito, con gran esfuerzo suyo y de su familia, consigue ahorrar 50.000 euros cada año, mientras que Jorgito se lo gasta todo. Le encantan los restaurantes de lujo, los coches deportivos y los viajes de placer. Nada que objetar.
Al cabo de 20 años, Jaimito ha acumulado un Patrimonio de un millón de euros en términos reales (supongamos que la rentabilidad neta de impuestos es igual a la inflación), mientras que Jorgito no tiene nada.
¿Sería equitativo ponerle un impuesto adicional a Jaimito por ser "rico"? ¿Es que acaso no han tenido los dos la misma renta a lo largo de su horizonte vital? Claramente el IP viola la equidad horizontal.
El impuesto de patrimonio viola la equidad horizontal.
Jaimito seguirá pagando impuestos de la renta derivada de su Patrimonio, eso nadie lo discute, pero no debería pagar otro impuesto más por el stock acumulado con su esfuerzo, impuesto que Jorgito evita gracias a su forma de vida, no porque haya tenido menos renta.
- Eficiencia. Es decir, que no distorsione la asignación de los recursos ni perjudique el crecimiento económico a largo plazo. El IP hace las dos cosas. Perjudica la decisión de ahorro (todos preferiríamos ser “Jorgitos”) y, si además hay un premio a los que tienen una vivienda habitual, como figura en la propuesta del Vicepresidente, incentiva la inversión en ladrillo frente a inversión en actividades productivas o en empresas innovadoras.
Por otro lado, el crecimiento a largo plazo depende de la Inversión y ésta depende del Ahorro. Esto no es ideología. Es Contabilidad Nacional.
Algunos países, como el nuestro, sufrimos de una escasez crónica de ahorro nacional en relación a nuestra inversión, que nos obliga a endeudarnos frente al exterior.
Nos quejamos de depender mucho de las decisiones de Merkel, de los holandeses o de los malvados mercados financieros. Pero no entendemos que todo ello se debe a nuestra escasa cultura de ahorro, a tener que pedir prestado al exterior, a los que ahorran por ahí fuera. Mal servicio se le hace a esa cultura del ahorro llamándole "gran fortuna" a Jaimito e incentivando el comportamiento de Jorgito.
Casi todos los países europeos lo tienen claro. Este no es un buen impuesto y, tal y como se recoge en la tabla adjunta, ningún país lo tiene, salvo España. Y los que lo tenían lo abolieron.
Es el caso de Francia en 2018, de Suecia y Finlandia en 2006-07, más menos la misma fecha en la que lo hicimos nosotros, o de otros países europeos en los años 90.
Destaca el caso de los países nórdicos. Tienen un Estado del bienestar robusto y una notable presión fiscal. Pero no tienen este impuesto. Porque saben que no cumple ni la suficiencia, ni la equidad ni la eficiencia.
También porque les preocupa el crecimiento a largo plazo, el estado del bienestar y la igualdad de oportunidades. Y no depender de una deuda externa sujeta a los vaivenes financieros globales. Por eso, ellos sí que miman a Jaimito….