Cuando hace medio año nos llegó abruptamente el rígido confinamiento, solo el 7,5% de los trabajadores y trabajadoras en España desarrollaba sus tareas online. Tres meses después, el 80% de quienes potencialmente habían podido teletrabajar lo habían hecho, lo que supuso el arranque de un cambio cultural enormemente interesante, por cuanto el teletrabajo va a ser herramienta imprescindible de futuro.
Si bien la reforma laboral de 2012 ya había regulado la igualdad de derechos, retribuciones, promoción y representación para los trabajadores online en relación a los presenciales, hasta el confinamiento la absorción de esas oportunidades no había saltado de la teoría a la práctica, esto es: una cosa era adaptar la ley y otra cambiar las mentalidades.
Semejante desinterés por el teletrabajo se achacaba entonces a que en España somos más de la cultura del abrazo, lo que venía a justificar la vinculación más a la silla que a los resultados productivos. Y ello porque las relaciones laborales no se tejían con intercambio de confianza.
A tal desinterés se sumaba la asociación de teletrabajo con conciliación femenina, en cuanto a oportunidad para aquellas mujeres que, por razones personales o familiares, no pudieran desarrollar su vida profesional con toda la plenitud.
La cultura del abrazo venía a justificar la vinculación más a la silla que a los resultados productivos
La pandemia hizo a tales planteamientos una enmienda en su totalidad porque el teletrabajo funcionó, por un lado entre los equipos laborales y, por otro, entre géneros, pues se percibió como oportunidad para todos.
Sin embargo, esto no ha sido del todo real, por cuanto ha supuesto una mayor desigualdad entre mujeres y hombres, ya que fueron ellas quienes soportaron más cargas familiares y domésticas, mientras teletrabajaban durante el confinamiento.
Así las cosas podríamos decir que, en términos de igualdad, la calamidad covid nos ha dado la oportunidad de proyectar el teletrabajo como la oportunidad intergénero, con beneficios tanto para mujeres como para hombres. Esta normalidad, que ya sucedía con naturalidad antes de la pandemia en otros países de Europa como Países Bajos o Suecia con índices de teletrabajo cuatro veces superiores a los nuestros, ha llegado también a España para quedarse.
En términos de igualdad, la calamidad covid nos ha dado la oportunidad de proyectar el teletrabajo como la oportunidad intergénero
El balance, pues, ha sido desigual pero provechoso en cuanto a nuevos aprendizajes de futuro para marcar el camino. Pocos dudan que debía abordarse, con sentido común y el concurso de todos los agentes sociales, con visión inclusiva cuyo único fin ha de ser mejorar con tecnología la vida de las personas.
A partir de ahí, esa realidad nos ha arrojado varios elementos interesantes. En primer lugar, la necesidad de dibujar el correcto escenario del teletrabajo, el que con anticipación se recogieron en los 12 propósitos y 12 causas de la Declaración Trabajo &Innovación elaborada conjuntamente por la asociación de mujeres juristas Women in a Legal World y la consultora especializada en igualdad 50&50 GL, con innumerables adhesiones entre otras las de CEOE, Cámara de Comercio de España, Banco Santander, EY, Accenture, KPMG, PWC, Consejo General de la Abogacía, del Notariado, de Procuradores o Colegio General de Registradores.
Las 12 causas definían una nueva cultura empresarial favorecedora de entornos digitales colaborativos, asentados en la confianza que no se había generado hasta ahora y en los nuevos liderazgos surgidos tras la Covid inspirados en más flexibilidad, cercanía, comunicación y empatía. En definitiva: basados en la corresponsabilidad recíproca entre empleadores y empleados.
Esa es la nueva cultura que ha de traernos el teletrabajo para dotarnos todos de salud y bienestar, con seguridad y derechos, entre otros la desconexión digital, pero con el compromiso del trabajo en equipo y con responsabilidad, medido por objetivos con resultados de productividad.
La encuesta presentada hace unos días por 50&50 GL, WLW y la experta Adriana Scazzafava, en colaboración con la Cámara de Comercio de España, incide en este camino de forma tan sorprendente como esperanzadora: tres de cada cuatro trabajadores considera que su trabajo le permite teletrabajar y, de ellos, el 84% desearía teletrabajar de manera remota entre dos y tres días por semana.
El 84% de los trabajadores desearía teletrabajar de manera remota entre dos y tres días por semana, según la encuesta de 50&50 GL, WLW y Adriana Scazzafava
Así lo expresan porque aprecian oportunidades en el siguiente orden: reducción de tiempo de desplazamiento, disminución de gastos, posibilidad de disfrutar más de la familia, mejora del medio ambiente, acceso a otras ciudades y reducción de costes para la empresa.
Bien es cierto que para lograrlo los más de 600 encuestados/as enuncian solventar retos como la dotación recursos técnicos, la voluntad de la empresa, la automatización de las tareas que ahora realizamos y el compromiso y responsabilidad de los empleados.
Hombres y mujeres comparten con igual visión estos planteamientos, magnifica noticia por cuanto supone más avance hacia la igualdad de género. No obstante, para que todo ello sea avance real, la palabra clave no puede ser otra que corresponsabilidad, aplicada tanto en las relaciones laborales como en las familiares y personales.
Esta será la única forma de combinar todos los espacios con responsabilidades compartidas. En la mano de todos está construir esta nueva mentalidad, mucho más importante que cualquiera de las reglamentaciones que nos impongan.
*** Gloria Lomana es presidenta de 50&50 Gender Leadership.