Hace unos meses Europa respondía a unos de los mayores retos de su historia con la aprobación de una inyección monetaria de 140.000 millones de euros para paliar las necesidades económicas de los Estados Miembros ante la crisis provocada por la covid-19.
De esta manera, la UE ponía a disposición de los Gobiernos europeos unos fondos que permitirán retomar la actividad y la senda de crecimiento, pero sobre todo impulsar la transformación de muchas industrias y sectores, entre los que la construcción es uno de los más importantes.
Desde hace décadas, el sector de la construcción es uno de los principales motores de la economía española, representando en la actualidad un 5,2% del PIB español y generando 1,3 millones de puestos de trabajo.
La inyección de fondos europeos es el mejor acicate para la reactivación del sector de la construcción, siempre y cuando las ayudas que se asignen desde el Gobierno español al sector sirvan para relanzarlo y para fomentar la colaboración entre el sector público y privado, además de para asegurar la inversión a largo plazo, especialmente en obra pública.
La situación actual es de máxima urgencia, dado que se están cumpliendo los vaticinios que hicimos antes del verano. Mientras se trataban de continuar y finalizar las obras en marcha, la contratación de obra nueva ha sido prácticamente nula, lo que se anticipa un parón radical de actividad para la última parte del año y al menos durante el primer semestre de 2021.
La contratación de obra nueva ha sido prácticamente nula, lo que se anticipa un parón radical de actividad para la última parte del año
El sector de la construcción necesita que el Gobierno de España defina planes concretos para las actuaciones que seguro va a realizar. Recientemente, el secretario general de Infraestructuras, Sergio Vázquez, afirmó durante un encuentro organizado por la CEOE que, aunque no se volvería al nivel de inversiones previos a 2008, los fondos europeos que espera España multiplican por diez el volumen de los fondos de cohesión que sirvieron, en los años noventa, para impulsar las redes de infraestructuras en este país.
Creemos que estamos ante una oportunidad única para impulsar la inversión pública que venimos reclamando desde hace años desde ANEFHOP, pues hay que subrayar que España está a la cola de los países europeos en cumplimiento de objetivos de convergencia de criterios de sostenibilidad.
Si se promueven estas inversiones, vamos a conseguir igualmente otra pieza hoy esencial para el Estado: los ingresos tributarios. Un plan de inversiones por parte del Gobierno ayudaría a generar la confianza necesaria para la inversión privada, nacional y extranjera, y, por ende, permitiría retomar los proyectos que se encuentran pendientes. Como defendemos desde ANEFHOP, la construcción ha de ser un pilar importante de salida de la crisis y de una manera dirigida hacia mejoras que hagan forjar un país mejor.
La construcción ha de ser un pilar importante de salida de la crisis y de una manera dirigida hacia mejoras que hagan forjar un país mejor
Los fondos europeos que se asignen a la construcción han de servir para afrontar los retos que éste tiene y que pasa por la transformación del modelo empresarial e industrial, tornándolo más sostenible y acorde a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y a la Agenda 2030, tarea en la que desde nuestra asociación venimos trabajando en los últimos tiempos con mucho ahínco.
Consideramos, además, que es fundamental que las ayudas desde Europa permitan dar continuidad a la flexibilización de los ERTE en el sector y, de este modo, las empresas puedan ir incorporando al personal poco a poco, según va evolucionando la situación y se van ejecutando los fondos.
En estos momentos, el sector se está viendo muy perjudicado por la falta de nuevos proyectos de obra pública, por lo que si la ejecución de las ayudas por parte del Ejecutivo español no es la adecuada, podremos asistir a la estrepitosa caída de la actividad, la confianza de consumidores y de las empresas, lo que vendrá a lastrar aún más el sector y a toda la industria dependiente de nuestro sector. Esta situación podría derivar en graves daños para el mercado laboral e, incluso, para el propio sistema público.
España y el sector de la construcción cuentan con todos los elementos necesarios y una sólida estructura para lograr un cambio como nunca se había visto, pero si no se actúa con rigor y acierto, todo habrá sido en vano, puesto que nuestro país no dispone del pulso financiero con el que muchos otros de nuestros socios europeos cuentan. La vida de nuestras empresas está en juego, pero tenemos la mayor oportunidad de cambio, transformación y especialización que se nos haya presentado.
*** Carlos Peraita es director general de ANEFHOP.