El pasado 30 de julio, el blog Dialogo a Fondo del FMI, publicó un trabajo firmado por Tobias Adrian , Ghiath Shabsigh y Ashraf Khan, con el título La transparencia hace que los bancos centrales sean más efectivos y confiables.
En el mismo se informaba de un nuevo Código de Transparencia para Bancos Centrales, elaborado por dicha institución, para ayudar a los países miembros a "mantener una comunicación más efectiva entre los bancos centrales y sus diversas partes interesadas, reduciendo la incertidumbre y contribuyendo a mejores opciones de políticas". Dicho Código, de carácter voluntario, busca medir la transparencia en cinco áreas: gobernanza, políticas, operaciones, resultados y relaciones oficiales.
Su elaboración exigió numerosas consultas, según han manifestado, con bancos centrales, uniones monetarias e instituciones financieras internacionales y organismos de normalización, lo que ha supuesto un esfuerzo extraordinario para sus responsables.
Un esfuerzo extraordinario… pero, en mi opinión, manifiestamente insuficiente, dado que en ningún momento de dicho proceso se estimó necesario contactar con el mundo no financiero, con aquellos que constituyen la economía real, con las personas.
A finales de diciembre 2019, el Dr. Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, en un artículo titulado Cambio y estabilidad, hacia balance sobre la estrategia y logros de la política emprendida por el BCE en los últimos 17 años (el tiempo transcurrido desde que se aprobó la estrategia de política monetaria, en el año 2003), por parte del Consejo del Banco Central Europeo.
En dicho artículo incide en esa misma línea de servir a las personas: "Creo que es el momento de sacar las lecciones de la política monetaria de los últimos años con una inflación baja y bajos tipos de interés, pero también de la crisis financiera. Me parece especialmente importante el que hagamos que nuestra política se configure de manera comprensible y se oriente a las personas. La presidenta del Banco Central Europeo, Christina Lagarde, no solamente exige predicar nuestro mensaje, sino también escuchar: Christine, apoyo tu preocupación con pleno convencimiento". (IDOE – Instituto de Dirección y Organización de Empresas, Universidad de Alcalá, Nº. 102 junio 2020).
Pocas semanas antes Benoît Coure había manifestado, en su último discurso como miembro del directorio del Banco Central Europeo: "si la política monetaria se queda en un diálogo entre los Bancos Centrales y los mercados financieros, no debiéramos sorprendernos que las personas desconfíen de nosotros" (Monetary policy: Lifting the veil of effectiveness, Europäische Zentralbank del 18 de diciembre 2019).
Dicha confianza no es baladí, no solo por ser necesaria para garantizar una mayor eficacia en las políticas monetarias. También porque la elección de los órganos de Gobierno de los Bancos Centrales, no se encuentra sujeta a sufragio directo de los ciudadanos, y su independencia resulta crítica para su desempeño en la política monetaria, por ende en la estabilidad de precios, evitando convertirse en instrumentos al servicio de las políticas fiscales de los gobiernos de turno, y no se puede defender dicha independencia sin el apoyo de la opinión pública.
La elección de los órganos de Gobierno de los Bancos Centrales no se encuentra sujeta a sufragio directo de los ciudadanos
En el orden practico estamos viviendo una etapa plagada de incertidumbres, en la que la caída de precios puede originar riesgos indeseados para el crecimiento y la creación de empleo, por aquello de que las bajadas de precios pueden generar nuevas bajadas de precios, con el consiguiente riesgo de deflación.
Aun cuando este riesgo parece lejano, la estrategia del BCE comienza a plantearse un crecimiento del IPC más próximo al 2% que al 1%, por entender que dicha banda no implica riesgo de descontrol inflacionista, superando la actual tendencia, más próxima al 0% que al 1%. Pero esta política exige conocer mejor e influir, lo más directamente posible, en las expectativas de las personas privadas y de las empresas.
Hace mucho que pasaron los tiempos en que los banqueros se relacionaban personalmente con sus clientes, entendiendo sus motivaciones y anticipándose a sus necesidades.
Esta perdida de conocimiento de la realidad se trata de corregir con sistemas predictivos de Inteligencia Artificial, pero actualmente la información de los Bancos Centrales, sobre política monetaria, apenas incide en las economías domésticas, a la hora de decidir sobre sus compras, ni en las empresas cuando fijan los precios de sus productos o servicios, ni en las negociaciones salariales entre empresarios y sindicatos, etc.
Y es que la falta de conexión con la economía real llega al extremo de que la terminología, de los informes de los Bancos Centrales, sea escasamente entendida por el gran publico.
Hace mucho que pasaron los tiempos en que los banqueros se relacionaban personalmente con sus clientes, entendiendo sus motivaciones y anticipándose a sus necesidades
Andrew Haldane, economista jefe del Banco Central de Inglaterra, lo estudió hace tres años, llegando a la siguiente conclusión: "Lamentablemente la publicación típica del Banco Emisor solamente es comprensible para el 10% de los adultos británicos. Los periódicos llegan incluso al 30%, las novelas de Charles Dickens llegan al 40%. Las canciones de Elvis Presley son comprendidas por el 60% de la población adulta americana. Por su parte los discursos electorales de Donald Trump llegan incluso hasta el 70%, lo cual viene a aclarar, en parte, su popularidad". (Haldane,A.G. (2017) A little more conversation-A little less action. Bank of England).
Resulta crítico, para la política monetaria, que los Bancos Centrales aprendan a comunicarse bien con los protagonistas de la economía real (familias, empresas, non profit, etc.), y esto exige conocer sus necesidades y expectativas, algo que se encuentra, repito, lejos de la realidad.
Ni siquiera entra dentro de las prioridades de la mayoría de ellos, como se deduce de su falta de presencia en la propuesta del nuevo Código de Transparencia del FMI, mencionado al comienzo de este artículo.
Según ha manifestado el Dr. Weidmann, en el Bundesbank han decidido poner fin a esta situación de mutuo desconocimiento, por lo que se ha optado por preguntar a las personas privadas sobre sus expectativas, a través de encuestas mensuales.
Los Tratados Europeos ofrecen un Ordenamiento claro: en el centro de toda política monetaria se encuentran las personas y la estabilidad de precios.
Por lo mismo, los Bancos Centrales comunitarios, si desean mantenerse fieles a dicho espíritu fundacional, al tiempo que ganar aliados para defender su independencia de los Gobiernos nacionales, deben priorizar el conocimiento de las personas, así como mejorar su comunicación con las mismas. Alemania, como en tantos otros campos, ya está dando los primeros pasos en dicha dirección.
*** José Barta es consultor estratégico en Baral.