La reunión del Consejo Europeo del 15 de octubre es importante. No creemos necesariamente que la ausencia de un acuerdo con Reino Unido esta semana anticipe el final de las negociaciones; pensamos que la presión sobre Londres continúa aumentando, ya que la creciente probabilidad de una victoria del candidato demócrata a la presidencia de EEUU, Joe Biden, dejaría a un Reino Unido sin acuerdo sobre el Brexit bastante aislado internacionalmente.
Pero el Consejo bien puede estar centrado en asuntos internos. Así, el Fondo de Recuperación y Resiliencia se enfrenta a un obstáculo de última hora, ya que el marco financiero plurianual de la UE está condicionado a la resolución de un conflicto sobre un nuevo sistema para hacer cumplir los principios del Estado de Derecho en los Estados Miembros. Creemos que se encontrará un compromiso, pero es posible que se produzca un retraso.
Vamos a analizar cada uno de los grandes temas del Consejo Europeo, empezando por Reino Unido. La semana pasada, la prensa británica tomó como más leña a la hoguera el "ultimátum" de Boris Johnson a la UE, amenazando con "marcharse" si el Consejo Europeo no acuerda este jueves los principios de un Tratado de Libre Comercio con el Reino Unido.
No creo que esta fecha sea necesariamente un evento binario. Ahora, está bastante claro que el TLC tendrá un alcance limitado.
Los Parlamentos nacionales no necesitan involucrarse. Bastaría con el respaldo del Parlamento Europeo. Esto significa que el proceso de negociación podría continuar hasta noviembre sin llegar a una fecha límite en el proceso.
Una victoria de Joe Biden en EEUU dejaría a un Reino Unido sin acuerdo sobre el Brexit bastante aislado internacionalmente
En este sentido, se acumulan malas noticias para el Gobierno británico. Los últimos datos mensuales de agosto ya sugieren que el PIB del tercer trimestre será más débil de lo esperado.
En el frente de la Covid, el país está siguiendo la tendencia observada en Francia y España con un retraso de dos semanas. La situación es suficientemente mala sin tener que lidiar con un Brexit "sin acuerdo", además de todo lo demás.
Por si fuera poco, está la antes mencionada expectativa cada vez mayor de una victoria de Biden en las presidenciales americanas: si el país británico no acordase su salida se encontraría muy aislado internacionalmente.
Boris Johnson había apostado mucho por su proximidad a Donald Trump. Por el contrario, los demócratas han dejado claro que cualquier acuerdo posterior al Brexit que sea perjudicial para el acuerdo del Viernes Santo en Irlanda del Norte haría imposible un acuerdo comercial entre Estados Unidos y el Reino Unido.
No creo que el Gobierno británico tenga mucha influencia ahora. Probablemente, se necesiten algunas concesiones cosméticas por parte de la UE -por ejemplo, en derechos de pesca- para permitir que Johnson salve la cara.
Pero podemos ser cautelosamente optimistas respecto a la posibilidad de que las discusiones puedan continuar después del 15 de octubre solo con "palabras genéricamente buenas" por parte del Consejo Europeo y que se pueda alcanzar un acuerdo a tiempo.
Pero no se trata solo del Reino Unido. El Fondo de Recuperación y Resiliencia probablemente también ocupará un lugar destacado en los temas de conversación del Consejo Europeo.
En principio, debería ser sencillo, tras el acuerdo final alcanzado sobre la propuesta de reglamento a nivel Ecofin la semana pasada. El proceso sigue siendo engorroso, pero debemos acoger con satisfacción el hecho de que los Estados miembros podrán retirar el 10% de su derecho como "prefinanciación" dentro de los dos meses siguientes a la entrada en vigor legal del plan, lo que significaría que será para finales de febrero normalmente.
A algunos Gobiernos les preocupaba que la supervisión por parte de la Comisión de sus Programas de recuperación y resiliencia, que contienen los detalles de los proyectos que se van a refinanciar, implique una condicionalidad macroeconómica demasiado estricta.
Al leer el borrador con atención, pensamos que se ha encontrado un equilibrio. Sí, la trayectoria fiscal de los Estados miembro será parte de la vigilancia de la CE, pero cada vez que se mencionan estos aspectos en el texto siempre se hace referencia al proceso de Desequilibrio macroeconómico, que es mucho menos riguroso que el cuantitativo Estabilidad y Crecimiento.
Los desembolsos futuros se retendrían solo si un Estado miembro se comportara de manera completamente irresponsable en asuntos fiscales
Leemos esta disposición como una "cláusula de salvaguardia": los desembolsos futuros se retendrían solo si un Estado miembro se comportara de manera completamente irresponsable en asuntos fiscales.
Por otro lado, el Consejo está bajo la presión del Parlamento Europeo para endurecer las sanciones financieras contra países –Hungría y Polonia son los objetivos actuales– que se alejan demasiado de los valores constitucionales de la UE.
La situación es tremendamente compleja, pero uno de los principales puntos de la discordia es que en para la opción predilecta para el parlamento (tras la oferta inicial de la Comisión), se necesitaría una mayoría cualificada del Consejo para oponerse a una sanción propuesta por la Comisión (mayoría cualificada inversa), mientras que, para la opción más suave, impulsada por la presidencia alemana, se necesitaría una mayoría cualificada para aprobar una sanción, bajando así el listón.
Otro problema radica en el principio de proporcionalidad implícito en el compromiso alemán: la sanción financiera debe ser proporcional al impacto de las infracciones del Estado de derecho en los intereses presupuestarios de la UE.
A menudo, puede resultar difícil probar que una violación del Estado de derecho en un determinado Estado miembro, por ejemplo, que afecta al principio de separación de poderes, tiene un efecto directo sobre los "intereses presupuestarios" de la Unión Europea.
El Consejo está bajo la presión del Parlamento Europeo para endurecer las sanciones financieras contra Hungría y Polonia
El Parlamento Europeo amenaza con rechazar el marco financiero plurianual, el plan presupuestario de la UE para los próximos 7 años, sin el cual el FRR no puede existir en su forma negociada (hay que tener en cuenta que el PE puede aprobar o rechazar el FMM en su conjunto, pero no puede enmendarlo). Al mismo tiempo, Hungría amenaza con vetar el FMM (es necesaria la unanimidad en estos asuntos en el Consejo) si se refuerzan las disposiciones sobre el estado de derecho.
Es necesario un gran avance, preferiblemente con motivo de esta reunión del Consejo Europeo. En última instancia, el Parlamento Europeo probablemente dudaría en detener el principal instrumento de la UE para hacer frente a las consecuencias económicas de la pandemia, mientras que la propia Hungría tiene mucho que perder si la parálisis del proceso fiscal de la UE significa en última instancia que perdería los fondos estructurales. Pero todo el proceso podría retrasarse, en un momento en el que la velocidad de ejecución es crucial para detener una recaída en la recesión.
*** Gilles Moëc es economista jefe de Axa Investment Managers.