En tiempos de aflicción, mejor no hacer mudanza. Y menos si, como ahora, ni los cheques regalados levantan el ánimo.
El índice de confianza de los consumidores en EEUU (que está en 91,3 puntos) no ha variado gran cosa desde el cambio de presidente. Quizá las transferencias de 1.400 dólares que ya está enviando Joe Biden a los ciudadanos les levantará el ánimo un poco. Hasta finales de marzo no lo sabremos. En esta crisis el índice nunca ha bajado de 85,9 puntos. En la anterior cayó a 25 puntos.
Va a ser un poco más difícil levantar el ánimo político y económico de los españoles, a pesar de que lo tengan a prueba de bomba, tras el espectáculo de caciquismo (lato sensu) no visto desde la Restauración, en que se ha enfangado la política española en la última semana.
A juzgar por lo que decía Ramón y Cajal, el caciquismo de aquella época no era tan malo: “El caciquismo es un órgano indispensable en la vida nacional… el único vínculo entre el campo y la ciudad, entre el pueblo y el Estado”.
El problema es que hoy esa apreciación tan lúcida (y tan a contracorriente de la opinión generalizada) ha dejado de tener sentido, ya que lo que sobran son vínculos entre el pueblo y el Estado. Además de medios de comunicación abundantes con que reforzar la conexión entre todos: campo, playa, ciudad, Estado y pueblo.
Un panorama político tan volátil que parece que se hubiera indexado a la cotización del bitcoin, que no deja tiempo ni para pestañear.
Quizá, a una parte de los españoles, como a los norteamericanos, la llegada de la ayuda directa a las empresas, que llevábamos reclamando nueve meses desde esta columna, les levantará el ánimo consumidor. Algo que, como a los norteamericanos, se nos despierta con poco. En ocasiones he dicho que, por la propensión al gasto, parecemos los norteamericanos de Europa.
Y es que "somos norteamericanos" tanto en la felicidad como en la desgracia, en la salud como en la enfermedad, en el ahorro como en el gasto… En este momento, el exceso de ahorro en relación al PIB sitúa a España (con un 6%) en el segundo lugar del mundo, solo por detrás de… -¡lo han adivinado!- EEUU, con algo más de un 7%. Vamos incluso ligeramente por delante de Japón, y muy por delante de Alemania y China, que ya es decir…
Estamos con el índice de confianza como consumidores tan por los suelos que hasta en el roce de las sillas tratamos de ahorrar… De ahí que el baile de sillas musicales que se ha desencadenado en Murcia tenga a todo el mundo desestabilizado y con ataques de ciclotimia, según caiga un diputado traidor, contra-traidor, tránsfuga, íncubo, súcubo o réprobo de un lado u otro.
Hasta un presentador de telediario ha matizado sus noticias como si de fútbol se tratara. "Minuto y resultado", no fuera a ser que hubiera caído un procurador de este lado o un diputado del otro mientras hablaba.
Los norteamericanos solo piensan en atesorar el dinero que el Gobierno de Joe Biden les envía
Es un panorama político tan volátil que parece que se hubiera indexado a la cotización del bitcoin, que, como sabemos, no deja tiempo ni para pestañear. Ese bitcoin al que ya se califica como "la boca hambrienta de combustibles fósiles", sin que ninguno de los odiadores de la huella de carbono, ni el Gobierno de la "emergencia climática" diga esta boca es mía.
¡Qué gran lema para las elecciones madrileñas sería el de prohibir en España la minería del bitcoin! China ya lo ha hecho y le ha dado un ultimátum a la mayor región 'minera', la Mongolia Interior, para que, a finales de este mes, se deje de minar allí, que consume el 8% de la energía total mundial despilfarrada con el bitcoin. Como en la pandemia, China marca el camino…
Pero, ¡qué me digo! ¡Si en mayo del 68 adoptamos el lema de ¡prohibido prohibir! Hace cinco meses, aquí nos quedamos con ganas de prohibirle a Pedro Sánchez que volviera a meterse con Isabel Díaz Ayuso, pero, fieles al ¡prohibido prohibir!, nos limitamos a hacerle la recomendación de que se cuidara muy mucho de ella, pues se había convertido en su némesis y cualquier intento de atacarla, a ella, se convertiría en un revolcón, para él.
Textualmente, decíamos: "El presidente del gobierno se ha topado con la horma de su zapato… o con su Némesis (el enemigo que te conoce íntimamente; la diosa que castiga la desmesura)".
¡Cuidado, Sánchez! La horma de tu zapato. El enemigo que te conoce íntimamente. No desperdicies el consejo. Céntrate en lo tuyo, que es sacar a España de la recesión en las mejores condiciones posibles. Como dirían los ingleses, play possum (hazte el muerto) e intenta salvar los muebles en las elecciones de Madrid. Con “niña Isabel”, que hubiera dicho Francisco Umbral, está claro que no puedes. Ella sigue, de momento, en estado de gracia. Escóndete. Tu némesis conoce todos tus pasos. ¡Huye!
Lo único que puede beneficiar ahora al presidente del Gobierno es que consiga levantar el ánimo de los consumidores españoles por la vía más evidente: "estirándose" un poco más con ese plan de ayudas directas a las empresas, que hay que aplaudir, si bien rebajando la alabanza. Es demasiado poco y llega demasiado tarde. Aunque el aumento del consumo va a ser complicado: según las encuestas, los norteamericanos solo piensan en atesorar el dinero que el Gobierno les envía.
En ocasiones he dicho que, por la propensión al gasto, parecemos los norteamericanos de Europa
A pesar de todo, el año sigue evolucionando en bolsas, bonos, euro, oro, plata y demás activos como en 2018 (solo el bitcoin se sale de los rieles). Por tanto, hasta avanzado el otoño, debería ser un año bueno. La inflación se va a desbocar en los próximos meses, pero será un fenómeno pasajero. En esto último coinciden hasta personas tan ilustres como Janet Yellen, Jerome Powell y Christine Lagarde.
Mientras el espíritu consumidor se anima y las nieblas caciquiles se disipan, recemos, parafraseando lo que decía el jurista holandés Hugo Grocio: "España es el mejor reino después del reino del cielo".
¡Y “un agujerito (madrileño) para verlo”!