La recuperación económica de España hay que creérsela
España registró en 2020 la mayor caída histórica del PIB. Obviamente, no fue el único país que sufrió las consecuencias de la pandemia, pero lo que resultó especialmente doloroso fue el hecho de que nuestra economía registró la mayor caída interanual de entre todos los países desarrollados.
De hecho, solo Venezuela registró un descenso mayor en todo el mundo. Eso que es historia es por tanto inamovible pero es el punto de partida para analizar nuestro futuro próximo.
En economía, suele pasar que todo lo que cae con fuerza acaba rebotando. Aunque sea por el efecto base de comparar un muy mal año con otro de recuperación. La media de las organizaciones más importantes apunta a un crecimiento ligeramente superior al 6% para 2021. No será hasta finales de 2022 o principios de 2023 que España dará por recuperada la pérdida de producto interior acontecida en 2020.
Lo importante es entender de qué depende ese crecimiento y si el mismo no se trata de un mero rebote. Hay una diferencia considerable entre crecer y recuperar el terreno perdido.
En 2020, la pérdida del producto interior bruto fue en números redondos de 125.000 millones de euros. España tendría que crecer de media por encima del 4% anual en los próximos tres años para amortizar esa pérdida; eso asumiendo que no hay desviaciones en las estimaciones y que nuestro crecimiento se verá soportado por una tasa mundial sólida sin desequilibrios geográficos. ¿Realidad o ficción?
En economía, suele pasar que todo lo que cae con fuerza acaba rebotando; aunque sea por el efecto de comparar con un muy mal año
El sector servicios pesa, con datos de 2019, un 14% del PIB y es la rúbrica de mayor aportación en la producción nacional. Eso equivale a casi 175.000 millones de euros. Pues bien, la actividad de servicios registró en 2020 un descenso medio de su facturación del 15,6% por la crisis generada por la pandemia, la mayor caída histórica desde el año 2000 cuando se inicia la serie del INE.
Ese descenso equivale a más de 26.000 millones de euros. Especialmente dolorosa fue la caída de la hostelería, que vio caer el valor de su producción a la mitad.
Una matemática básica nos ayuda a entender qué tendría que cambiar para que ese crecimiento sea creíble. España necesita que servicios y turismo eleven de manera urgente su contribución. En otras palabras, la producción media de la actividad de servicios debería estar en torno a los 10.000 millones de euros anuales en 2021 y 2022, para normalizar su peso en 2023.
El PIB per cápita nos ayuda a entender la relación existente entre el nivel de renta del país y su población. En 2019, el PIB per cápita era de 26.300 euros. Aplicando las mismas hipótesis que antes, para hablar de recuperación, que insisto no es lo mismo que crecimiento, podríamos volver a niveles pre pandemia antes de lo que lo haga la economía. Pero tiene truco.
La asfixia impositiva y la sobrerregulación están haciendo añicos esa posibilidad de recuperación con la reapertura de la economía
Según el FMI, nuestra población se mantendrá por debajo de los 47 millones de habitantes hasta 2024. Más producción entre menos habitantes. Y es que, según la institución, a la bajísima natalidad de nuestro país hay que sumar el efecto en la demografía que el coronavirus está teniendo en los países desarrollados maduros de crecimiento poblacional muy bajo. Una mayor mortalidad no es el progreso que se desea.
Si ese análisis per cápita lo llevamos al consumo, teniendo en cuenta que aproximadamente el peso es de un 57% del PIB y que ha bajado por efecto del desempleo y los confinamientos, aun creciendo al 4% de media, tardaríamos más de tres años en recuperar los niveles de 2019. En tiempos de recesión, es normal que los pesos de redistribuyan y la economía se vuelva más dependiente del gasto público que del privado pero en este caso el desequilibrio es a la japonesa, típico de una recesión de balance.
La contribución per cápita del sector servicios y del consumo tendría que elevarse sensiblemente para que las estimaciones fueran creíbles. Pero el sector servicios hoy por hoy está cogido con pinzas por su fuerte dependencia exterior, el turismo. La asfixia impositiva y la sobrerregulación están haciendo añicos esa posibilidad de recuperación con la reapertura de la economía.
Personalmente no me creo la recuperación. España es una economía fuertemente subsidiada que no puede rebajar su dependencia de las transferencias recibidas del Estado ni de la UE. El 54% del gasto público se destina a protección social. Solo el gasto en pensiones supera los 160.000 millones de euros anuales y 25.000 millones van a cobertura por desempleo.
España no puede recuperar su actividad previa si el Estado emplea de forma incorrecta la ayuda para el desarrollo
El Gobierno se gasta de media 11.000 euros por habitante mientras que el gasto privado medio en 2019, fue de 15.000 euros (13.000 euros el año pasado). Se podría pensar que bastaría con que cada español incrementase su gasto un 15% para recuperar niveles pre pandemia. Pero para eso se necesitaría el mismo nivel de empleo y que la tasa de ahorro descendiese.
La recuperación económica se antoja muy lejana. El foco no se ha puesto en lo realmente importante y la recuperación será más débil, por la enorme dependencia del gasto público, y poco duradera. Un año después de su visto bueno, los fondos públicos europeos siguen sin llegar a la economía real. Pero no es solo eso.
España no puede recuperar su actividad previa si el Estado emplea de forma incorrecta la ayuda para el desarrollo o si sigue aumentando su gasto público solo en pagar intereses y prestaciones. Esto pinta muy mal.
***Alberto Roldán es partner de Divacons-Alphavalue