El presidente saliente y la presidenta entrante de México, para ocultar fracasos evidentes del sexenio AMLO, como la violencia extrema en que deja el país, han buscado un “enemigo extranjero”: el rey de España excluido de la toma de posesión de Sheinbaum por no contestar una carta demandando perdón por los supuestos perjuicios hace cinco siglos a la nación mexicana.
Pero en aquella época no había nación mejicana. El territorio de lo que fue el Virreinato de Nueva España era un conjunto de “naciones, tribus o clanes” con idiomas y culturas particulares. Algunas sometidos al imperio azteca, otras no y casi todas peleadas entre si. Había zonas con población importante asentada y otras casi despobladas recorridas por nómadas.
Sobre lo que fue luego el Virreinato de Nueva España no había uniformidad lingüística, ni cultural, ni política. Tampoco el territorio del Virreinato coincide con el actual México, menguado: a) por la creación de los estados centroamericanos; y b) por las pérdidas y ventas de territorios a EEUU al norte de la actual frontera, en la época en que México era ya republicana e independiente.
En la biblioteca de la universidad Francisco Marroquín de Guatemala hay un documento gráfico histórico que representa la conquista inicial del sur del actual México. Las fuerzas expedicionarias eran columnas aliadas, compuestas por unos soldados con uniformes españoles y otros con vestimentas precolombinas; comandadas indistintamente por comandantes españoles y caciques.
De manera que el Virreinato de Nueva España nació por voluntad de los anteriores habitantes aliados con españoles. Su capital era la Ciudad de México reconstruida sobre las ruinas de la azteca Tenochtitlan.
El Virreinato de Nueva España nació por voluntad de los anteriores habitantes aliados con españoles
En los siglos VXII y XVIII, consolidado el virreinato, Ciudad de México era el centro del comercio intercontinental; del comercio europeo-americano por el Atlántico y del asiático-americano por el Pacífico; este último gracias al Galeón de Manila.
Ciudad de México también comerciaba con los otros virreinatos americanos, canalizando la plata de minas como la de Zacatecas al norte y Potosí en el Perú. Plata apreciada tanto en América, como en la Asia portuguesa y en el Imperio chino. “El real de a ocho español”, acuñado era el “dólar de aquella época”.
Esa plata acuñada y las transacciones en mercancías se administraban desde el “Consulado Comercial” de Ciudad de México. Las imágenes de comercio de su plaza principal contrastan, por su colorido y riqueza, con las sombrías descripciones de Quevedo sobre la decadencia de Madrid.
Gracias a ese comercio la renta (el PIB) de la Ciudad de México se disparó en esos siglos, como también en Lima, la otra gran capital de la América española. Si bien el virreinato de Nueva España tuvo periodos de crisis en población y riqueza, creció de manera sostenida a medio y largo plazo.
Encima Ciudad de México gozó de paz militar durante todos esos siglos. Sólo perturbada por algunas incursiones de corsarios y piratas en los puertos, lejanos de la urbe, o infructuosos ataques ingleses como la derrota de Almirante Vernon en Cartagena de las Indias en la actual Colombia. Eso enriqueció su mesocracia. Las obras públicas y religiosas de esa época atestiguan el crecimiento de su PIB.
Ciudad de México también comerciaba con los otros virreinatos americanos, canalizando la plata de minas como la de Zacatecas al norte y Potosí en el Perú.
Al contrario, Madrid gastaba sus ingresos en pagar deudas de las guerras europeas de Austrias y Borbones (más limitadas). La capital de la Corona en el siglo XVII redujo su población y nunca superó los 164.000 habitantes hasta finales del XVIII. Mientras, Ciudad de México creció desde los 50.000 habitantes de 1688 a cerca de 200.000 ciudadanos en 1777 de manera continuada.
El PIB de la ciudad de Madrid fue superado ya en el siglo XVII por Ciudad de México. La capital del Virreinato superó en nivel y calidad de vida a la capital del Reino.
Por contra, Hispanoamérica ralentizó su crecimiento en la primera parte del siglo XIX bajo los gobiernos republicanos.
Por eso Salomón Kalmanovitz, historiador económico de la Universidad Lozano de Bogotá, a su trabajo en 2006 lo tituló : “El PIB de Nueva Granada del auge colonial al estancamiento republicano”. El crecimiento posterior a la independencia de los antiguos virreinatos fue más lento y también más desigual, favoreciendo a las clases altas con reducción de impuestos. Así que de pedir responsabilidades …
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.