Todos conocemos a alguno. Personas supuestamente inteligentes, o que al menos, no teníamos por completamente idiotas, que de repente, entran en una espiral descendente de teorías de la conspiración, de noticias increíbles, de publicación de 'estudios' enormemente reveladores de 'verdades universales' que, por alguna razón extraña, como sus 'declaraciones' de los pocos 'científicos' que 'se atreven a llevar la contraria', no son comentados en los medios (¡es que silencian la verdad!).
Personas que retuitean constantemente a unas pocas cuentas, y difunden su contenido a través de todos los medios que pueden: en Facebook, en grupos de WhatsApp, en Telegram y en Signal -"porque en WhatsApp nos censuran", dicen- y contestan de manera cáustica a todo aquel que les lleva la contraria.
¿La pandemia? ¡Un invento para ponernos bajo control, fabricado en un laboratorio chino! ¿Las vacunas? ¡Una herramienta para obligarnos a inyectarnos componentes sospechosos, o incluso chips! ¿Las mascarillas? No solo no sirven para nada, sino que atentan contra nuestra libertad… ¡vete sin ella siempre que puedas y saluda orgulloso a quien veas por la calle 'sin bozal'!
Todo forma parte de una conspiración, y solo ellos tienen todos los datos para demostrarlo. Estudios que afirman que las muertes por Covid-19 no son tan preocupantes porque son porcentajes bajísimos, que en tal colegio se quitaron las mascarillas y no hubo contagios, que las vacunas no funcionan y pueden producir Covid en lugar de prevenirlo, que las pruebas PCR son una mentira que dan positivo siempre que se quiera… Básicamente, que estamos ante "la mayor mentira jamás contada".
Son metódicos, sistemáticos, constantes: todos los días, alguna nueva teoría, algún médico, biólogo o ex-alto directivo de una compañía super-relevante, que supuestamente dice algo que apoya sus teorías, que prueba que ellos estaban en lo cierto desde el principio, y que todos los demás estaban equivocados.
Si sospechas de su regularidad y de su persistencia, harás bien: en realidad, siguen esquemas perfectamente diseñados de difusión de información. Seguramente, no tu amigo o amiga: ellos simplemente son ignorantes eslabones en una cadena. Pero en Estados Unidos, un documentado informe demuestra que, en realidad, todas esas supuestas teorías ya no alucinantes, sino directamente alucinógenas, se originan en tan solo unas 12 cuentas. Y por supuesto, si las redes sociales las eliminan, es porque forman parte de la conspiración.
Se trata de controlar la narrativa, de ser los primeros diciendo una barbaridad, y de tratar de que se repita el suficiente número de veces. Una técnica aparentemente simplista, pero que sorprendentemente, en plena era de la información, funciona.
Precisamente en el momento en que, simplemente haciendo tres o cuatro clics, puedes comprobar de manera fehaciente que las estupideces son estupideces, resulta que, paradójicamente, es cuando más estupideces circulan.
Se trata de controlar la narrativa, de ser los primeros diciendo una barbaridad, y de tratar de que se repita el suficiente número de veces
¿Qué les pasa? ¿Por qué se solazan revolcándose en la basura informativa, en un sensacionalismo que, si te lo encontrases aislado, no sería capaz de convencer ni a los más idiotas? ¿Qué ganan convirtiéndose en abanderados de la difusión de basura? ¿Por qué intentan convencerte de cosas que, desde el más simple sentido común, no tienen ninguna posibilidad de ser más que ridículas conspiraciones sin sentido, que harían que el mismísimo Guillermo de Occam se cortase las venas con su navaja?
Es el efecto de unas redes sociales que condicionan la identidad de la persona, que la alimentan primero con más de lo mismo que le hizo reaccionar anteriormente, y después, con más de lo que hace reaccionar a su grupo de contactos.
Una manipulación en dos capas que hace creer a tu amigo o amiga que no solo está en posesión de verdades absolutas que nadie más conoce, sino que además, es su deber intentar evangelizar a más personas para que se quiten las vendas de los ojos y entiendan "lo que está pasando en realidad".
Es la internet de la basura. El resultado de que unos pocos descubran cómo emponzoñar, manipular y, en algunos casos, convencer a algunos de prácticamente cualquier cosa, por rocambolesca que parezca. Sí, en todos los países, todos los políticos conocidos menos uno están embarcados en una conspiración universal, financiados por fastuosos multimillonarios, para mantenernos a todos en la inopia y que así sigamos sin rechistar las consignas mayoritarias. Terrible.
Y sí, le puede pasar a cualquiera. A tu amigo o amiga también, aunque antes te pareciesen razonablemente inteligentes. Es la explotación de mecanismos sociales, de debilidades de la naturaleza humana. Una pandemia es, para ellos, un filón. Ten cuidado. Si les llevas la contraria, se lo tomarán como un insulto personal, y tratarán de bombardearte con más basura, con más "te lo dije", con más teorías alucinantes. Es difícil salir de esas espirales descendentes. Algunos como ellos, llevados por esa vorágine, terminaron asaltando el Capitolio mientras se hacían fotos para demostrar lo orgullosos que estaban.
Es lo que hay. Pasarán años antes de que puedas volver a hablar tranquilamente con ellos, si es que consiguen salir. Simplemente, aléjate.