Grandísima novela del siglo XIX llevada a la gran pantalla en numerosas ocasiones que trata a través de "dos" personajes la dualidad del hombre capaz de todo lo bueno y lo malo, de lo razonado y lo impulsivo. Tanto ha calado esta historia en nuestra cultura que lo usamos también como analogía para describir los cambios bruscos de humor o de opinión.
¿Y por qué traigo esto a colación? Pues porque estamos viviendo estas últimas semanas aires de cambio en el mercado que nos tienen que hacer reflexionar sobre nuestras inversiones. La verdad es que después de los últimos doce meses Jekyll lleva por aquí tanto tiempo… que muchos esperan ya que salga Hyde.
Con las cosas normalizándose poco a poco, conforme aumenta el número de vacunados tenemos una buena cantidad de indicadores de confianza en niveles francamente altos, resultados empresariales que no decepcionan y casi todos los índices importantes por encima del doble dígito con perspectivas técnicas razonables y un mar de dudas sobre si ya hemos visto lo mejor del año y toca plegar velas o queda tela que cortar.
La clave del éxito está en comprar barato y vender caro sin ponerse nervioso con la volatilidad
No debemos olvidar que, en este negocio, la mayor parte de las veces el peor enemigo de uno es precisamente uno mismo. Casi todos los errores y equivocaciones en la inversión se reducen a las emociones humanas de aquellos que olvidan que la mayor parte de las veces este negocio es aburrido y que la clave del éxito está en comprar barato y vender caro sin ponerse nervioso con la volatilidad. Que humildad y disciplina son los principios fundacionales del éxito para inversores institucionales o particulares y que las emociones como el miedo, la codicia o el exceso de confianza sólo nos van a hacer tomar decisiones no meditadas.
Para los que acumulamos ya unas cuantas muescas en la culata procuramos dejar de lado las emociones y centrarnos en el medio plazo, pero para muchos de los novicios que se han incorporado al mercado en estos últimos tiempos la cosa no está tan clara.
En estos últimos años, es cierto que el mercado se ha hecho más líquido y profundo de la mano de muchos nuevos participantes que añaden también mucho ruido en los mercados con su operativa diaria online. Que las apps de trading sean de las más descargadas entre los usuarios no es casualidad en un año de pandemia como el que hemos pasado. Esta es una tendencia que ha venido para quedarse. El número de plataformas de contratación ha proliferado como setas en otoño y permiten a cualquier usuario desde un teléfono móvil tener gran cantidad de datos, gráficos, herramientas con las que trazar estrategias y todo a costes francamente bajos.
Si tuviéramos que hacer una taxonomía de los muchos tipos de "players" que operan a través de estas plataformas encontraríamos, al menos, media docena de tipos distintos, pero, básicamente, los podemos reducir a dos:
Los que compran y venden sin saber muy bien lo que tienen entre manos y que hacen suyo el lema de "solo se vive una vez" y lo dan todo en todos los ámbitos, incluido el trading. Aficionados con más o menos conocimientos que utilizan la plataforma para pasar el rato y, si suena la flauta, hacer unos duros. La mayor parte de las veces haciendo apuestas arriesgadas y casi sin sentido, como quien va al hipódromo y hace una gemela para la 5ª carrera de la tarde en espera de recuperar todo lo apostado durante el día. Pueden llegar a tener posiciones muy concentradas en unos pocos títulos esperando el pelotazo y, normalmente, dado su corto historial inversor, solo han visto el lado amable del mercado. Un super ciclo en el que casi todo vale y durante el que casi todo ha subido de precio.
Y en el otro extremo, el tipo bloguero, que es el que más peligro tiene, porque estos no se sí saben lo que hacen la mayor parte de las veces, pero son estudiosos, sistemáticos, aplican stop loss, comprenden bastante bien lo que hay detrás de muchas de las operaciones especulativas y, sobre todo, son muy conscientes de que la unión hace la fuerza.
De momento hay que seguir teniendo bolsa, pero algo menos de peso de lo que teníamos hace unas semanas
Y eso es lo que hay detrás, por ejemplo, de una de las historias más sonadas de este año, cuando las acciones de una compañía de venta y alquiler de videojuegos a la antigua usanza con problemas de balance ha visto cómo el precio de sus acciones se multiplicaba por dieciséis. Para poner en contexto el volumen de lo que esto supone a esos precios en esos días es más o menos un tercio de lo que entonces capitalizaba la mayor compañía textil española.
Detrás de la espectacular subida hay un nutrido grupo de traders que de manera coordinada compran masivamente acciones de la compañía sabedores que de esta hacían un "tenbagger". Son conocedores de las posiciones cortas de hedge funds sobre una compañía con un negocio de capa caída y unidos por uno de los blogs de inversión con mayor número de seguidores reventaron la estrategia bajista disparando el precio de la compañía. Peter Lynch utilizaba la expresión "tenbagger" del mundo del beisbol para llamar a sus apuestas con elevado potencial de revalorización.
Centrándonos en lo nuestro, uno no puede recomendar comprar esto o aquello sin sentarse con su cliente y atender sus necesidades, sus preferencias, su horizonte de inversión o, simplemente, conocer qué prefiere tener en su cartera y qué es lo que seguro no quiere tener.
No obstante, sí puedo decir que de momento hay que seguir teniendo bolsa, pero algo menos de peso de lo que teníamos hace unas semanas, sabiendo que a estos precios las valoraciones son generosas y parece adecuado levantar un poco el pie del acelerador. El grueso de nuestra apuesta sigue equiponderada entre España, Europa y Estados Unidos con los aderezos de emergentes y Japón, que venimos recomendando tener en cartera.
¿Y renta fija? seguimos con el mantra de que hasta que se normalicen un poco las curvas y se estabilicen un poco las expectativas de inflación hay que seguir teniendo posiciones de muy corto plazo o flotantes o de sectores que tengamos claro se van a beneficiar de ese repunte de las curvas, como lo es el financiero, que ya se ha producido en gran medida.
Como en la novela de Stevenson, en materia de inversiones es mejor dejar las pasiones a un lado. Aunque nos quedan muchos capítulos del Dr. Jekyll no dejen que Mr. Hyde se apodere de sus decisiones cuando vuelvan las dudas al mercado, que llegarán.
*** Álvaro Galiñanes es director de inversiones de Santander Banca Privada.