Si en los 80 la forma de captar clientes era animarles a hacerse ricos, desde la crisis financiera la técnica de venta más utilizada es justo la contraria: meter miedo. Miedo a “la crisis”, miedo a que explote “la burbuja”, miedo a los efectos de la “represión financiera”, etc., etc.
La idea, como todas las buenas ideas - para el vendedor, no para el cliente –, es de una enorme simplicidad: el dinero es miedoso por naturaleza, porque cuesta mucho ganarlo, ergo, si consigues atraer la atención del posible cliente haciéndole ver que hay muchos peligros y que contigo estará seguro - porque los has visto y sabrás cómo manejarlos -, ya has ganado un cliente.
El problema surge cuando luego el mercado va y es alcista. Y el resultado es el que hemos visto en estos últimos años: nunca tantos (inversores) se han perdido tanto (subida bursátil).
Ahora, como lo de “la crisis” o “la burbuja” cada vez vende menos, le toca a la inflación. Pero como la inflación así, por las buenas, no parece preocupar demasiado a los mercados, se busca algo más terrorífico. Así que ya no es que venga inflación, es que viene la “estanflación”, es decir, estancamiento más inflación (“stagflation” en inglés, suma de “stagnation” e “inflation”). Pero yo creo al doblar la apuesta se han pasado.
Como hablar de "crisis" o "burbuja" vende poco, ahora toca hablar de inflación.
Que la inflación va a aumentar es evidente. No vamos a tener la misma que antes de la pandemia, cuando la oferta monetaria – liquidez en el sistema- se ha disparado a niveles nunca vistos en la historia. Al igual que los planes de estímulo de los gobiernos. Tampoco debemos olvidar que vivimos en una economía globalizada donde, además, sigue en vigor una revolución digital. Y que ambas fuerzas tienen efectos desinflacionistas. Pero vamos a aceptar inflación como un riesgo real a medio plazo.
Ahora bien, si aceptamos que la inflación podría dispararse como consecuencia de los excesos de los bancos centrales y el incremento del gasto público, cuyo efecto es precisamente más demanda y más consumo (y ya lo estamos viendo) ¿cómo se puede decir que vamos a tener a la vez estancamiento? Es un contrasentido.
Es cierto que ha habido alguna ocasión en la historia en la que se ha dado este fenómeno de la estanflación, pero es que el origen de aquella inflación generaba a su vez recesión. El caso más evidente fue la crisis del petróleo de los años 70. La subida del precio del petróleo disparó la inflación y, en paralelo, dañaba el crecimiento. Pero el origen de la inflación actual es que se ha disparado la demanda de bienes y servicios como consecuencia del fuerte repunte económico que se está produciendo según se va saliendo de la crisis. La inflación ahora es una consecuencia de la vuelta al crecimiento.
En mayo del año pasado dijimos que lo más parecido a la salida de una pandemia global es la salida de una guerra mundial, y que de ambas se salió con mucho más crecimiento. La gente sale del refugio antiaéreo o del confinamiento deseando vivir y, por lo tanto, consumir. Y claro, repunta la inflación.
La gente sale del refugio antiaéreo o del confinamiento deseando vivir y, por lo tanto, consumir. Y claro, repunta la inflación.
En otras palabras, si esperas una fuerte inflación, en el escenario actual eso implica asumir que habrá un fuerte crecimiento económico, puesto que el origen de la inflación ahora mismo es una demanda disparada que está por ver si es capaz de atender adecuadamente la oferta. Ahora mismo meter miedo con la inflación es incompatible a meterlo con el estancamiento. O lo uno o lo otro, que no estamos en los años 70.
Esta diferenciación es muy importante para los inversores, dado que el escenario del “máximo miedo posible” - que sería el de la estanflación -, sería malo tanto para la renta variable como la renta fija, mientras que un escenario de simple repunte inflacionista, aunque fuera fuerte, sería negativo sobre todo para la renta fija. En renta variable hay activos, sectores y estilos de gestión (en fondos de inversión) que, de hecho, se benefician del repunte de la inflación.
Y por supuesto no hay que olvidarse del mejor escenario posible, que es el de crecimiento con una inflación de esas que le gustan a los bancos centrales, en el entorno del 2 %, escenario que sería muy bueno para la renta variable. Que no se hable de él porque no asusta no significa que no sea posible.
Estamos de nuevo ante un conflicto de interés - otro más - en los mercados financieros. Por un lado están quienes tratan de llamar la atención enfatizando únicamente los riesgos. En el otro están los inversores, que lo que necesitan es información y análisis objetivo libre de conflicto de interés. Si hay que fijarse más en los riesgos o, por el contrario, hay que apretar el acelerador, que sea por motivos objetivos, pero no por hacerle el juego a intereses comerciales.
***Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance