"Each morning I wake up I die a little". Freddie Mercury.
Cualquier pensionista futuro jubilado español debería estar preocupado por la nueva vuelta de tuerca al sistema de pensiones. Los contribuyentes vamos a sufrir otro hachazo a impuestos, nos penalizan el ahorro y nos cercenan el patrimonio. Y ahora nos dan a elegir entre recibir menos pensión y trabajar más (que es recibir menos pensión).
¿Lo más alarmante? Que han enviado al ministro Escrivá a desmentir sus palabras del jueves por decir la verdad. Y es que el recorte de las pensiones disfrazado bajo "equidad generacional" va a llegar.
Para entender el problema del sistema de pensiones hay que comprender por qué ha acumulado un déficit tan alto y a su vez analizar dos factores: el demográfico y el laboral, ya que todos estén interconectados.
¿Por qué es el sistema tan deficitario?
El déficit acumulado por la Seguridad Social se ha dado a pesar del aumento de ingresos a un récord de más de 150.000 millones de euros. Y es que, aunque los ingresos han alcanzado niveles récord en 2018-2019, los gastos han crecido mucho más rápido con el cambio demográfico y el envejecimiento de la población.
España tiene 1,2 millones de pensionistas más que en 2010 (julio 2021 9,8 millones comparado con 8,6 millones en enero 2010). Adicionalmente, la pensión media se ha revalorizado un 34% entre 2010 y 2021. Así, el gasto mensual en pensiones es un 41% superior y el anual crece a un ritmo del 3% anual. En 2010 el gasto mensual era de 7.200 millones de euros y en 2021 es de 10.180 millones de euros.
Ninguna medida de subida de impuestos o ingresos habría cubierto un aumento de gasto como ese ni mucho menos eliminar el déficit de la Seguridad Social.
No hay un solo país de la Unión Europea que haya garantizado el poder adquisitivo y las cantidades de las pensiones subiendo impuestos.
No hay un solo país de la Unión Europea que haya garantizado el poder adquisitivo y las cantidades de las pensiones subiendo impuestos
En todos, incluso en Francia, que ha visto cinco recortes de pensiones desde 2001 tras crear un impuesto específico para las pensiones que pagan hasta los jubilados y aumentar la presión fiscal a niveles confiscatorios.
El problema demográfico
Desde 1975, el promedio de edad de la población residente en España ha subido de 33 años a 43,82. La población española es una de las que más envejece en media de la OCDE.
Pero es importante recalcar que el problema demográfico se genera por la caída de la fecundidad y no porque las personas vivan más años, que es una bendición. En 2019, la esperanza de vida en España ya era de 83,6 años de media.
El crecimiento vegetativo de la población, es decir, nacimientos menos muertes por cada mil habitantes, ha pasado de 10,5 a ser negativo en 2019, un saldo negativo de 57.146 personas.
El número de nacimientos se redujo un 3,5% en el año 2019, antes de la crisis de la Covid-19 y el número medio de hijos por familia se situó en 1,23, el valor más bajo desde el año 2001, según el INE. La unidad familiar ha perdido un 45% de miembros de media desde los años 70.
El número de nacimientos anuales ha caído desde 669.000 en 1975 a 359.000 en 2019. Así, la población con 65 años o más ha crecido de un 11% a casi un 20%.
El problema laboral
España ya supera los 9,8 millones de jubilados y la población ocupada es de 19,2 millones pero la efectiva (cotizando, quitando ERTE y autónomos con cese de actividad) es de 18,9 millones de personas. Jamás ha superado los 20,7 millones, así que no es "solo un problema de empleo".
Es decir, al ritmo de envejecimiento de la población, es muy difícil que superemos el mínimo de dos asalariados por jubilado para considerar el sistema de pensiones sostenible… Aunque aumente de manera espectacular el salario medio de los cotizantes.
En Suecia, los salarios medios son un 60%-70% superiores a los de España y tuvieron que modificar su sistema de pensiones a uno mixto público-privado ya que el estatal era insostenible. Y en España, las pensiones ya suponen el 36% del presupuesto.
El problema laboral empeora cuando se ponen escollos al crecimiento. Haciendo más cara la contratación y poniendo más dificultades al empleo no se soluciona un sistema de reparto. Un país donde se enquista el desempleo en un 15% en 2023 según el consenso recopilado por Focus Economics y donde es prácticamente imposible encontrar un puesto de trabajo cuando se es mayor a 55 años no puede caer en la simpleza de decir que hay que trabajar unos años más que es lo que ha comentado el gobierno de Sánchez.
Los datos del paro de junio nos dan una idea del problema: Rebotar no es crecer. La reducción de paro se debe en un 80% al sector servicios y la tasa de paro continúa un 20% por encima de 2019. Pero, además, quedan 460.000 personas en ERTE y 160.000 autónomos en prestación por cese de actividad. Así, la afiliación efectiva refleja la cifra más baja desde 2016.
Ese problema laboral se agrava al comprobar que el número de empresas continúa un 5% por debajo de los niveles precrisis y un 7% por debajo de mayo de 2019.
Si, como pretende Sánchez, se intenta compensar el agujero con enormes subidas de impuestos a los sufridos contribuyentes que quedan, el impacto en crecimiento, empleo e inversión será superior y el sistema más insostenible.
Un sistema de reparto necesita una base solida de empleo que aporte ingresos a la Seguridad Social y eso no se consigue subiendo costes laborales y haciendo más difícil la creación de empleo.
El déficit de la Seguridad Social solo se puede cubrir creando más empleo y atrayendo más inversión. Cuando las políticas socialistas entorpecen y atacan ambos factores no solo reduce las opciones de los jóvenes y asalariados, sino que ataca a las pensiones.
Por ello el reto demográfico y laboral son el mismo y solo podemos solucionarlo atrayendo más inversión, creando más empresas y más empleo, no al revés. El intervencionismo socialista no defiende las pensiones, las pone en peligro. Al aumentar los desequilibrios hoy hace que el recorte futuro, como ha desvelado Escrivá en su lapsus, sea mayor.
No se defienden las pensiones atacando a las empresas y entorpeciendo la creación de empleo. Lo único que consiguen es poner en peligro las pensiones futuras y destruyendo la confianza de los jóvenes en el sistema de reparto.