La versión inglesa de estar entre la espada y la pared es estar “between a rock and a hard place”. La traducción sería “estar entre una roca y algo muy duro” (lo de “muy” lo he añadido yo para enfatizar). Los banqueros centrales suelen hablar entre ellos en inglés, así que creo que la versión inglesa transmite mucho mejor lo que está pasando actualmente por sus cabezas.
En mi modesta opinión, y digan lo que digan de cara al exterior, el motivo por el que no han empezado ya a reducir las compras de bonos que realizan para estimular el crecimiento económico tiene mucho más que ver con el timing que con las dudas que puedan tener respecto a que la inflación que viene vaya a ser mayor que la que había antes de la pandemia. Y si la inflación va a ser algo mayor y el crecimiento mucho mayor -como consecuencia del estímulo económico y monetario-, no creo que tengan la menor duda de lo que tienen que hacer.
Realmente, el problema es cómo hacerlo. La Reserva Federal de los Estados Unidos lo está preparando muy bien. Lleva meses dejando caer pistas y lanzando pequeños globos sonda. Esto supuso una caída importante en el precio de los bonos en el primer trimestre del año y finales del año pasado, pero han conseguido que el mercado se haga a la idea. Incluso el timing ha quedado bastante claro.
Quien lo va a tener más difícil va a ser el Banco Central Europeo. Ha preferido seguir manteniendo artificialmente bajos los costes de financiación de los Estados de la zona euro antes que hablar de cambio. Su mensaje es que piensan mantener pisado el acelerador a tope, ahora y en el futuro. Pero eso va a ser muy difícil de justificar cuando la economía europea esté creciendo al triple de lo que lo hacía antes de la pandemia y la inflación se sitúe en el objetivo del BCE. O, incluso, por encima. Lo acaba de advertir Weidmann, responsable del Bundesbank alemán: no se puede ignorar la existencia de presiones inflacionistas con la excusa de mantener bajos los costes de financiación de los Estados de la zona euro.
Para los inversores, todo lo anterior es mucho más importante de lo que parece. No se trata de elucubraciones sobre lo que deben o no deben hacer los bancos centrales, se trata de que la forma en la que se produzca el tapering marcará lo que hagan los distintos activos financieros a medio plazo.
Weidmann, responsable del Bundesbank alemán, ha advertido que no se puede ignorar la existencia de presiones inflacionistas con la excusa de mantener bajos los costes de financiación de los Estados de la zona euro
Por ejemplo, en EEUU es muy probable que el tapering tenga un efecto reducido en las bolsas, porque ya se lo esperan y, por lo tanto, está descontado en los precios. Sin duda afectará al precio de los bonos, porque es el primero de los pasos que se darán para volver a la normalidad en lo que a estímulo económico extraordinario se refiere. Lo siguiente será cerrar el grifo y más adelante drenar liquidez en lugar de inyectarla. Es, en resumen, una señal de fin del ciclo. Pero si el proceso se realiza con moderación, podría transcurrir sin descalabros.
En el caso europeo la cosa se podría complicar. Si has transmitido que estás dispuesto a ir hasta el infinito y luego frenas en seco porque la realidad te obliga a ello, el daño podría ser mucho mayor, tanto en renta variable como en renta fija. De momento, hay que seguir aprovechando la fiesta de Lagarde, en cuyas prioridades parece que pesa más su futuro político que hacer caso a las advertencias de Weidmann. Pero hay que tener cuidado, porque si no frena a tiempo, podría bloquear las ruedas, dar un trompo y, en el peor de los casos, salirse de la carretera, ella y su carrera política.
Es de suponer que tan pronto vean asentada la recuperación, los miembros del BCE empezarán a dejar caer comentarios y lanzar globos sonda parecidos a los de sus colegas de la Fed. Y mejor que lo hagan, mejor ir frenando poco a poco y pasar de quinta a segunda pasando por la cuarta y la tercera que hacerlo del tirón. En caso contrario, habrá que estar preparado para la reacción que puedan tener los mercados cuando Lagarde cierre precipitadamente el local ante las quejas de los vecinos del norte. Y ya se ha quejado uno.
*** Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance.