“El patriotismo no es una cuestión del color de la piel. Es una cuestión de corazón” (James Michener).
Un gran empresario amigo mío tiene la costumbre de comprar productos españoles en la medida de lo posible. Se trata de una persona que podría tener el coche que quisiera y, sin embargo, prefiere tener un Ford porque el modelo que tiene se produce en nuestro país.
La globalización y apertura del comercio internacional han ayudado mucho a la prosperidad del planeta. De hecho, estoy en contra de las guerras comerciales. Pero cuando se produce cierto consumo con preferencia por lo local sin radicalismo y de forma natural, no cabe duda de que beneficiamos a nuestro país. Es una pequeña ayuda a las empresas nacionales que sirve de mucho.
El Orden Mundial ha publicado recientemente un mapa en el que se analiza el sentimiento nacional en el Viejo Continente. A nivel comunitario, los europeos se sienten bastante apegados a su país, con una nota media de 7,66 puntos, y ninguna región suspende en orgullo nacional. No obstante, lo primero que salta a la vista son las zonas independentistas.
La identidad nacional también parece tener menos calado en las capitales, como se puede apreciar en Madrid o Berlín. Sin embargo, el ejemplo más evidente es París, con un desapego que tiene sus raíces en la cultura cosmopolita de la ciudad y la multiculturalidad de su población:
A modo de curiosidad y volviendo al tema del efecto del sentimiento nacional en el consumo, quiero mostrar esta tabla que ha elaborado la OCDE. Por supuesto, lo que voy a decir es una simple intuición mía, pero me resulta llamativo lo siguiente:
Estados Unidos es la primera potencia turística mundial por ingresos y uno de los países con mayor sentimiento patriótico del mundo.
Si además tenemos en cuenta que es la nación más rica del planeta (y, por tanto, muchos de sus habitantes pueden viajar a donde quieran), sorprende que sea uno de los países con mayor proporción de turistas nacionales sobre el total de los turistas: sólo el 16% de los turistas son extranjeros. ¿Influye el sentimiento nacional?
Veamos ahora una serie de gráficos de Pew Research Center sobre diferentes aspectos acerca de la temática de la identidad nacional. En este primero, vemos que los públicos están divididos cuando se trata de sentimientos personales de orgullo, vergüenza o ambos por su país. Sólo en Alemania, más de la mitad (53%) dice sentirse orgulloso de su nación la mayor parte del tiempo:
Curiosamente, sólo el 39% dice estar casi siempre orgulloso en Estados Unidos. Parece que la figura de Donald Trump ha influido en esta cuestión:
Una gran mayoría considera que hablar el idioma dominante de su país y compartir sus costumbres y tradiciones es al menos algo importante para formar realmente parte de sus naciones:
No obstante, este enfoque se ha suavizado en los últimos cuatro años:
La buena noticia es que la proporción de personas que dicen que los inmigrantes en su país hoy quieren adoptar sus costumbres y forma de vida ha aumentado significativamente desde 2014 en Reino Unido, Alemania y Francia (la pregunta no se hizo en Estados Unidos hasta 2018):
Como todo en la vida, la clave es la moderación. Hoy me quedo para el cierre con frases de dos expresidentes estadounidenses. Obama: “Para mí el patriotismo es más que fidelidad a un lugar en el mapa. Es el respeto a unos valores, a una forma de pensar. Creo que una historia como la mía sólo puede suceder en un sitio como Estados Unidos”. Kennedy: “No os preguntéis qué puede hacer vuestro país por vosotros. Preguntaos qué podéis hacer vosotros por vuestro país”.