“This is the beginning of the end or the end of the beginning”. Francis Rossi
La inflación se ha disparado y la agresiva política monetaria es el factor clave para entenderlo. Ya lo expliqué en mi artículo “La inflación persistente, freno a la recuperación”. La Reserva Federal lo ha terminado por reconocer y ha dado un giro de 180 grados a su política de mantener las recompras y tipos bajos.
La Reserva Federal ahora espera que la inflación subyacente se mantenga por encima del 2,7% en 2022 (antes esperaba un 2,3%) y que estará por encima del 2% en 2023 y 2024. Eso significa el IPC (índice de precios al consumo) probablemente se mantenga por encima del 4% en ese periodo. Teniendo en cuenta que cerrará el año por encima del 6%, estamos hablando de una inflación de más del 14% en tres años, un gran riesgo para la recuperación, los salarios reales, los ahorros de las familias y la inversión.
La Reserva Federal al menos ha actuado y reducirá su compra de bonos soberanos mensual a $20.000 millones y $10.000 millones mensuales de activos ligados a hipotecas. Además, acelerará la subida de tipos a tres subidas en 2022, tres en 2023 y dos en 2024 para alcanzar un 2,1% de tipo de referencia en 2024.
No deja de ser una reducción modesta para la magnitud y alcance de un programa de estímulos excesivamente agresivo y hasta contraproducente que ya lleva demasiados años activo, ya que nadie puede entender qué hace la Reserva Federal comprando activos ligados a hipotecas con el mercado inmobiliario a máximos o subiendo tipos a 2,1% con la inflación subyacente por encima de 2% durante 2022-2024.
Pero la Reserva Federal está haciendo algo más importante y clave: Está generando mucha mayor demanda de dólares y absorbiendo ahorro del mundo hacia EEUU, al hacer la inversión más segura (el bono a 10 años de EEUU) Más atractiva para los inversores globales.
La Reserva Federal vuelve a tomar las riendas y deja al BCE con el paso cambiado y la política equivocada. A pesar de una inflación desbocada, la más alta en tres décadas en la eurozona, el BCE mantiene su extremadamente agresiva política monetaria, tipos negativos y recompras de bonos que suponen el 100% de las emisiones netas de los estados.
El BCE se encuentra entre la espada y la pared
El BCE se encuentra entre la espada y la pared porque no puede llevar a cabo una acción decisiva ya que los estados se han acostumbrado a una monetización sin precedentes que ha llevado al balance del BCE a ser un 81% del PIB de la eurozona comparado con un 37% de la Reserva Federal con respecto al PIB de EEUU.
Si el BCE reduce su política mal llamada expansiva, estados como el español, que ha disparado la deuda en 230.000 millones en casi dos años y no para de aumentar el déficit estructural, no podrán soportar la más leve subida de tipos.
Por otro lado, si el BCE mantiene su enorme programa de recompras y tipos negativos, el impuesto inflacionario y el estancamiento pueden condenar a la eurozona a una estanflación que algunos países ya vivieron en el pasado.
El BCE se ha lanzado a la japonización de Europa y ahora no puede dar marcha atrás.
La Reserva Federal se puede permitir un cambio brusco de política
La Reserva Federal ha vuelto a poner de manifiesto por qué el dólar es la moneda de reserva del mundo y por qué nadie debería copiar la política de la Fed sin la demanda global de moneda que disfruta el dólar. La Reserva Federal se puede permitir un cambio brusco de política monetaria y ver cómo los mercados lo premian y se atrae más demanda de dólares. El euro no tiene ese lujo.
El balón está ahora en el tejado de Lagarde y el BCE: ¿elegirá seguir inflando la burbuja de deuda y gasto innecesario de estados deficitarios y fiscalmente irresponsables, o elegirá recuperar la cordura monetaria y evitar la estanflación? Espero, por nuestro bien, que elijan lo segundo.