Por el momento, los inversores no se creen que la Reserva Federal de EEUU (Fed) vaya a subir los tipos de interés como declara la propia institución. Sobre todo no se creen los niveles en los que la Fed plantea subirlos. Y no es una opinión, es un dato.

La Fed ha dicho que cuando acabe de comprar bonos tiene previsto subir tipos. Y ha dicho cuánto. En la encuesta interna que realiza entre sus miembros –los famosos dots de la Fed-, la mayoría considera que los tipos de interés se situarán cerca del 1% a finales de 2022 y por encima del 1,5% a finales de 2023. Esto significa que tener el dinero en activos de corto plazo sin riesgo dará un interés del 1,25% de media anual en los próximos dos años.

Entonces ¿quién es el 'listo' que está comprando bonos a dos años con un tipo de interés del 0,6%, que es el cupón que ofrecen actualmente? De hecho, son 'listos' en plural y son mayoría, puesto que los precios los fija la mayoría.

Y ahora mismo la mayoría prefiere asegurarse un 0,6% para los próximos dos años antes que esperar que la Fed les pague más, aunque lo haya anunciado. Por eso, cuando digo que los inversores en bonos no se creen los planes de la Reserva Federal solo estoy reflejando lo que dice la cotización de los bonos. Y si tuvieran razón, eso tendría consecuencias.

En primer lugar, todo el ruido sobre los tipos de interés estaría fuera de lugar. No es que tipos de interés en el entorno del 1,25% supongan una política monetaria restrictiva, pero es que cualquier cifra por debajo del 1% -como espera el mercado de bonos- es claramente expansiva.

El mercado piensa lo contrario: que la Fed se ha pasado de frenada

Observando la historia podemos comprobar que la bolsa no tiene ningún problema en subir con tipos de interés oficiales del 1%. Todo lo contrario. Y menos con las cifras actuales de rentabilidad por dividendo.

Por ejemplo, ahora mismo la parte no tecnológica del S&P 500 o el Dow Jones ofrece un dividendo medio cercano al 2%. Y eso sin tener en cuenta las recompras de acciones, que es una forma adicional que tienen las empresas norteamericanas de remunerar al accionista.

Si los tipos de interés de corto plazo se van a mover por debajo del 1% en los próximos dos años un dividendo del 2% -más una remuneración adicional en forma de recompra de acciones- es una rentabilidad estupenda para la renta variable norteamericana. Y no les quiero decir la europea, donde la rentabilidad de la mayoría de los bonos soberanos es negativa y la rentabilidad por dividendo del EuroStoxx es del 3%.

En realidad el mercado no es que no se crea las intenciones de la Fed. Lo que piensa es que la Reserva Federal ha infravalorado el impacto que puede tener la nueva variante ómicron sobre la economía. El propio Powell declaró que nos acostumbraremos a vivir con el virus y que su política monetaria no puede basarse solamente en eso. Y el mercado piensa lo contrario: que la Fed se ha pasado de frenada.

La jugada es arriesgada para ambos, tanto para los inversores que compran bonos a los tipos actuales como para la Fed. Si ómicron empieza a colapsar los hospitales y la atención primaria, Powell se habrá equivocado, que es algo que preocupa muchísimo a los inversores en general, no solo a los que invierten en bonos.

Pero si, como piensa mucha gente -bastantes científicos incluidos-, la nueva variante es precisamente el principio del fin de la pandemia, que al ser menos dañina sea el paso de pandemia a una situación endémica con la que se convive como con la gripe -y donde además funcionan los refuerzos de las vacunas y los medicamentos antivirales-, los que están comprando bonos se han equivocado de cabo a rabo.

La jugada es arriesgada tanto para los inversores que compran bonos a los tipos actuales como para la Fed

Por eso es tan importante seguir la evolución sanitaria de la pandemia, la efectividad de las vacunas y la reacción o sobre reacción de los políticos. Es lo que nos dirá si la Fed se pasó de frenada o si los que compraron bonos se estarán arrepintiendo dentro de un año.

En cuanto a la renta variable, conviene no olvidarse de lo ocurrido en olas anteriores de la Covid-19. Mientras se producían, el mercado siempre descontaba lo peor, pero al final todo el que vendió se equivocó. En todas ellas. Considerando las noticias que vienen sobre la efectividad de las vacunas para prevenir la enfermedad grave, la llegada de nuevos tratamientos y que no parece que sea una variante más dañina, sino probablemente lo contrario, la historia podría repetirse.

***Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance