En estas navidades nos golpea ómicron, una inflación no transitoria, un precio desbocado de la energía, pensiones poco sostenibles, una reforma laboral que tiene poco reforma. También es una Navidad con más de 19,7 millones de cotizantes a la Seguridad Social, una recaudación tributaria mejor de la esperada por el efecto de la inflación y la esperanza en los fondos europeos Next Generation
Es la Navidad en la que el presidente de Gobierno ha dado permiso para que los padres pasen las navidades con sus hijos y los abuelos con sus nietos. Lo ha declarado en el Congreso, ¡Muchas gracias, muy generoso!
Y es que en Navidad ningún político se hubiera atrevido a decir lo contrario. Menos aún si se tiene por objetivo mantenerse en el poder sea como sea. Y, para conseguirlo, se es capaz de pactar con Bildu y su cobertura a etarras, con ERC y la postergación del castellano en la escuela o con Unidas Podemos nombrando un ministro que votó en el referéndum ilegal del procés.
Un político que no se atreve a decir que se ha equivocado porque: no ha propuesto una Ley de pandemias; ha presentado un Presupuesto basado en datos errados; no ha podido contener el precio de la energía; va a vender una reforma laboral que en el mejor de los casos se puede calificar de "reformita" y va en el sentido contrario a la productividad que necesita este país; y, además, ha puesto en marcha un Sistema de Equidad Generacional en las pensiones que encarecerá el coste del trabajo y, en consecuencia, cebará la inflación y creará paro.
Sánchez es un político que no se atreve a decir que se ha equivocado
Aunque, por el momento, parece que se ha olvidado de subir el Salario Mínimo Interprofesional y la Renta Mínima Vital. Olvido debido a que el FMI le ha avisado esta semana que el aumento de los salarios ceba la inflación, que ya no es transitoria y eso es peligroso.
EL FMI que ha vuelto a recordar que las previsiones de Gobierno sobre el crecimiento del 6,5% para el año 2021 son una ilusión; que este organismo apunta a un 4,6% ¡casi dos puntos menos! Un aumento del 4,6% que si se hubiera avisado desde el principio hubiera parecido razonable. Pero que ahora defrauda, como siempre ocurre cuando se ofrece algo que no se consigue.
Lo mismo que pasa con la promesa del presidente de que los españoles pagarán la luz en diciembre al mismo precio que en 2018. Era imposible cumplirla.
Ambas cosas son indicio de cómo concibe la política económica de este Gobierno: salir de los problemas como sea con declaraciones altisonantes, sin calcular las consecuencias, ni si los objetivos propuestos son realistas; y, cuando no se alcanzan, intentar que desaparezcan ocultos en el ruido mediático de otros objetivos o recurriendo a calificar la oposición de anticonstitucional o, incluso, antidemocrática.
Hasta sus éxitos indudables, como la promesa de los fondos europeos, se han vendido con tanta profusión que pueden defraudar. De momento, están llegando mucho más lentos de lo que se preveía.
Además, es discutible la capacidad administrativa de este Gobierno de distribuirlos con eficiencia, al no haber creado un organismo independiente para esa función. Una prueba es que de los 11.000 millones de euros que la SEPI debía haber distribuido a empresas estratégicas con dificultades debidas a la Covid-19 sólo una pequeña parte se ha materializado. Sobre su primera operación, la de la aerolínea velezolana Plus Ultra, hay serias dudas. Eso ha manchado su ejecutoria y aumentado las suspicacias sobre la capacidad de este Gobierno de gestionar los fondos Next Generation con rigor.
Es por tanto una Navidad económica con oscuros y algún claro, como la creación de empleo en el segundo semestre de este año. Con una filosofía económica que recuerda al director de oficina bancaria que concedió un préstamo a una persona muy mayor. Cuando el deudor le indicó que probablemente él no estaría cuando el principal del crédito venciera y hubiera que pagarlo, el director de la oficina contestó: yo tampoco.
Cuando haya que pagar el coste de la política económica de este Gobierno, Pedro Sánchez, su presidente, calcula que será otro el que tendrá la responsabilidad de arreglarlo. ¿El PP otra vez?
*** José Ramón Pin es profesor del IESE.