Setenta y siete años de paz: en la UE solemos decir que esto es lo más importante que ha aportado la construcción europea a nuestro continente, como le fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 2012. A pesar de nuestras diferencias, los europeos tenemos mucho en común y, por encima de todo, nuestra aspiración a un futuro democrático, de derechos y de prosperidad.
Hace unos meses, cuando 2022 estaba a punto de empezar, lo que más preocupaba en la UE era la incidencia de la pandemia y los altos precios de la energía. Pero en aquellos días empezaron a concentrarse en las fronteras orientales de la UE unos preocupantes nubarrones, provocados por el presidente ruso, Vladímir Putin, y por sus amenazas a uno de nuestros países vecinos. Todos esperábamos que la amenaza no fuera más allá de la beligerancia retórica.
Pero no fue así. El 24 de febrero despertamos con la terrible noticia de la invasión del este de Ucrania por el ejército ruso. Apenas un mes después de su comienzo, esta invasión se ha cobrado ya la vida de miles de ucranianos, tanto militares como civiles, y también de miles de jóvenes soldados rusos. Pero en esta agresión hay algo que nos ha sorprendido a todos: el extraordinario espíritu de resistencia y el coraje de Ucrania, tanto de su pueblo como de sus líderes.
A pesar de los medios limitados de que dispone, el país está resistiendo a la invasión, consciente de que esta resistencia es la única posibilidad de mantener la soberanía que quiere robarle un adversario quizás con más fuerza bruta, pero mucha menos fuerza moral.
¿Y dónde está Europa en este conflicto? Durante estos últimos años ha habido muchos intentos frustrados de conseguir la unanimidad de todos los Estados miembros de la UE cuando se trataba de adoptar sanciones contra países terceros.
Pero, en el caso de la invasión rusa, la unidad europea ha sido no solo absoluta, sino también extremadamente rápida: en tiempo récord hemos adoptado cuatro paquetes de medidas sancionadoras sin precedentes: contra el presidente ruso y su entorno; para limitar la capacidad de la economía rusa de financiar esta guerra tan injusta y mortífera; para desconectar a los principales bancos rusos de la red SWIFT y para prohibir las transacciones del banco central de Rusia; y también para sancionar a los círculos del poder de Bielorrusia, el aliado más fiel de Putin.
Lamentablemente estas sanciones tendrán una repercusión importante también en nuestras propias economías, en un momento en el que la recuperación económica se abría paso en Europa tras la pandemia. Pero no vamos a abandonar a Ucrania. No podemos hacerlo, porque sería como abandonar nuestra propia alma, la que nos anima a ayudar a un país vecino cuando más nos necesita.
Estas sanciones tendrán una repercusión importante también en nuestras economías, en un momento en el que la recuperación se abría paso en Europa
Europa está demostrando su solidaridad, haciendo todo lo posible para acoger a los que huyen de la guerra: mujeres con niños que han tenido que despedirse de sus padres que se quedaron en su país para defenderlo del invasor, o personas mayores, que tras una vida entera en su país tienen que recorrer ahora miles de kilómetros para protegerse de las bombas del ejército ruso. Ya son casi cuatro millones los ucranianos que han tenido que salir del país.
Es el mayor movimiento de población en nuestro continente desde la Segunda Guerra Mundial. La Unión Europea ha activado diligentemente la normativa que permite el acceso rápido de todas estas personas a nuestros sistemas laborales, sanitarios y educativos. Muchos de nosotros tenemos en nuestro entorno ejemplos de valientes amigos o familiares que han abierto sus casas para que estos refugiados se sientan protegidos.
Por otra parte, la guerra en Ucrania se está convirtiendo en un catalizador para avanzar hacía una verdadera Unión Europea de Defensa. Se trata de un ámbito en el que siempre ha habido divisiones, pero ahora parece que todos los europeos estamos de acuerdo en que, en un mundo cada vez más complicado, en un contexto de creciente inseguridad, tenemos que unirnos aún más y actuar juntos.
En estos dos últimos años hemos tenido que afrontar dos grandes crisis que han conmocionado a nuestra Unión: la pandemia de la Covid-19 y ahora la invasión rusa.
La primera la estamos superando, en gran medida, haciendo gala de nuestra unidad europea, que se tradujo concretamente en la compra conjunta de vacunas y en el esfuerzo común para poner en marcha el programa NextGenerationEU, que está dando un impulso importante a nuestras economías, y del que España ya se está beneficiando. Estos fondos europeos van a ser también determinantes para superar las secuelas económicas de la invasión rusa.
Como dijo Jean Monnet, uno de los fundadores del proyecto europeo, "Europa se forjará en las crisis y será la suma de las soluciones que adoptemos para afrontarlas". Las palabras de este gran europeo adquieren un significado especial tras los acontecimientos que estamos padeciendo en estos últimos años, y nos recuerdan que nuestra unidad es el patrimonio más valioso de la Unión Europea. Y por eso mismo, que nadie lo dude, prevalecerá.
*** María Ángeles Benitez Salas es directora de la Representación de la Comisión Europea en España.