La vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño.

La vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño.

La tribuna

El récord de inflación no es solo una cuestión transitoria y energética

La 'desglobalización' también impacta en los precios. Los precios elevados no son una cuestión transitoria como sostienen muchos economistas.

14 abril, 2022 03:10

"La inflación es transitoria". Esta frase se la he escuchado unas cuantas veces a diversos responsables económicos, y no sólo en España. Pero, lo cierto, es que el objetivo de inflación del BCE es del 2%, y el pasado mes de marzo, el incremento del índice de precios al consumo en España, según certificó el Instituto Nacional de Estadística fue del 9,8%. Las previsiones económicas esperan que el índice de inflación se modere en el segundo semestre, pero, aún así, se espera una inflación media este año, entre el 6 y el 7%.

La inflación española es algo más elevada que la de los países de nuestro entorno, y casi toda la diferencia se debe al componente energético. Sin embargo, el precio del gas y el petróleo se ha incrementado para todo el mundo, con lo que cabe preguntarse por qué tenemos una inflación más elevada que Francia, Alemania o Portugal.

Hay varias razones, y algunas son contraintuitivas. Por ejemplo, España tiene los impuestos especiales sobre carburantes más bajos de Europa. Estos impuestos son fijos. Ésa es la razón por la que los carburantes en España son más baratos que en otros países vecinos. Sin embargo, cuando suben los precios del crudo (y también del refino), el aumento porcentual es mayor cuanto menos sean los impuestos fijos que se paguen, como explicábamos en este periódico hace unas semanas.

Por otra parte, varios países como Francia y Alemania pusieron en marcha políticas de subvención a los precios de los carburantes que España no implantó hasta el mes de abril. Por esas dos razones, el índice de inflación energética fue superior en España que en Francia o Alemania.

Cabe preguntarse por qué tenemos una inflación más elevada que Francia, Alemania o Portugal

Además, en el IPC para calcular el precio de la energía eléctrica sólo se tiene en cuenta la tarifa regulada PVPC (precio voluntario para el pequeño consumidor) y no las tarifas del mercado libre. Históricamente el PVPC ha sido más favorable para el consumidor que las tarifas del mercado libre.

Sin embargo, esto no ha sido así en los dos últimos años, en los que la tarifa diaria ha ido superando sistemáticamente las previsiones de los mercados de futuros en los que están basadas las tarifas europeas (y las españolas del mercado libre).

Por este motivo, el incremento del IPC energético en España, en concreto en lo que se refiere a la energía eléctrica está probablemente sobredimensionando el incremento del coste del coste de la vida para la mayoría de los consumidores.

Por otra parte, si entra en vigor la desconexión del precio del gas de la tarifa eléctrica en España y Portugal, entonces el precio de la energía eléctrica disminuirá y con él, la inflación energética.

En cualquier caso, estamos observando una volatilidad sin precedentes de los precios eléctricos mayoristas, que pasan de 300 o 400 euros el kilovatio hora, a unos pocos euros, cuando las energías renovables pueden satisfacer toda la demanda. Esto indica que, a medio plazo, el precio mayorista en España y Portugal tiene que reducirse sustancialmente a medida que vayan entrando en el sistema más plantas fotovoltaicas y eólicas.

Sin embargo, que se limite su retribución, haciendo que el gas natural tenga un máximo de retribución (y con el, que marca el precio, todas las demás fuentes de producción de energía eléctrica), hará que sea mucho menor la inversión en nuevas plantas de producción eléctrica, por que serán menos rentables, alejando en el tiempo los menores precios. Aquí España, aunque todavía no lo haya notado el consumidor, tiene una ventaja competitiva que nos debería tener energía eléctrica más barata en el futuro.

España, aunque todavía no lo haya notado el consumidor, tiene una ventaja competitiva que nos debería tener energía eléctrica más barata en el futuro

El consumidor ha notado no sólo mayores precios energéticos sino también un incremento general de precios, especialmente en los alimentos. Aunque esto no sea popular decirlo, esto ha sido el mal menor.

Cuando, por ejemplo, a una empresa de pesca se le incrementa el precio del gasóleo, que, además, como prácticamente los paga sus impuestos, este incremento es mayor, lo único que puede hacer para no quebrar es vender el pescado más caro. Y esto tiene que acabar suponiendo precios más elevados para el consumidor, que muy a menudo, está viendo reducido su poder adquisitivo.

Un inciso, para el consumidor, y a efectos prácticos, le da lo mismo la subvención de 15 céntimos del Gobierno que una rebaja de impuestos por el mismo importe. Sin embargo, para los sectores productivos que, o bien no pagan impuestos sobre carburantes, o bien están pagando los mínimos establecidos por las directivas europeas, la única opción válida es una subvención si queremos paliar su incremento de costes.

Por supuesto, se podía haber combinado una reducción, por ejemplo, del IVA, junto con subvenciones específicas para determinados sectores, lo, que probablemente hubiese sido más sencillo de gestionar.

Por esa razón, y en la medida en que los incrementos de costes energéticos no se han terminado de repercutir en los precios finales de productos y servicios que paga el consumidor, cabe esperar que sigamos teniendo niveles de inflación elevados en los próximos meses.

Por otra parte, la relajación de los precios energéticos sólo llegará cuando disminuyan las tensiones geopolíticas, es decir cuando termine la guerra en Ucrania, pero, sobre todo, cuando se levanten las sanciones al principal exportador mundial de gas y petróleo, que es Rusia. Esto no parece posible mientras continúe la guerra de agresión de Putin y su nulo respeto a los Tratados internacionales y a las fronteras establecidas.

En cualquier caso, conviene tener en cuenta que ya teníamos inflación antes de la guerra de agresión de Putin en Ucrania, que desde luego ha empeorado las cosas.

Ya teníamos inflación antes de la guerra de agresión de Putin en Ucrania, que desde luego ha empeorado las cosas

Un factor que no se suele tener en cuenta es que la pandemia primero y la guerra después son factores que limitan y reducen la globalización. Una conclusión en muchas empresas, y también para muchos gobiernos es que no se puede confiar en cadenas de suministro que se extienden decenas de miles de kilómetros y que no acaban siendo fiables.

Pero, en muchos casos estas cadenas de suministro se extendían miles de kilómetros porque los productos finales eran más baratos para el consumidor. Un proceso de "desglobalización" acaba suponiendo pagar más caros muchos productos y servicios, es decir el final de la desinflación importada del sudeste asiático en Occidente.

Por todas estas razones, aunque el pico de inflación que hemos alcanzado sea coyuntural, a medio plazo tendremos más presiones inflacionistas de las que hemos tenido en España y en Europa desde que se implantó la moneda única.

Esto supone un desafío, en primer término, para el responsable de mantener la estabilidad monetaria en la zona euro, el Banco Central Europeo, que deberá endurecer su política monetaria mucho más rápido de lo previsto. Esto complicará tanto el crecimiento como la situación presupuestaria en Europa, pero la alternativa de que la inflación se cronifique es mucho peor.

En segundo lugar, la situación se complica también para los Estados europeos, especialmente los más endeudados, que deben realizar políticas anti-inflacionistas y adelantar la consolidación fiscal, pero de eso hablaremos otro día.

*** Francisco de la Torre Díaz. Economista e inspector de Hacienda.

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