Comentaba hace unos meses y desde estas mismas páginas la importancia de lo que llamaba el “interruptor de la inflación”. Decía que la dirección que tomarían los mercados iba a depender única y exclusivamente de ella.
Alta inflación, mercado a la baja y viceversa. Y si la inflación resultaba peor de lo esperado, el mercado caería mucho más. Y si sorprendía por benigna – algo altamente improbable por aquel entonces -, “subidón” bursátil. Lo que en matemáticas se conoce como una relación inversamente proporcional.
El motivo era y es sencillo: lo que ha traído y trae de cabeza a los mercados es la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), a la que a su vez le trae de cabeza la inflación. Si la inflación sube, la institución responde subiendo los tipos de interés.
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Si sube más de lo que espera la Fed, esta responde subiendo todavía más los tipos (y aumentando por lo tanto el riesgo de recesión económica). Y a cada acción del banco central estadounidense le sigue una reacción de la bolsa norteamericana, que al fin y a la postre es la que dirige el destino del resto de las principales bolsas mundiales.
Hasta ahora hemos visto el interruptor de inflación en modo “on” y los mercados básicamente bajan. Todavía no sabemos cómo reaccionarán exactamente cuando se apague el interruptor.
Afortunadamente la semana pasada los mercados nos mandaron un tráiler de la película “el día que baje la inflación”. La primera escena ha sido la caída, todavía moderada, del precio de las materias primas. En la segunda, el petróleo ha marcado un techo tras rebotar a la baja ante los máximos anteriores.
En la tercera parte, varios indicadores económicos norteamericanos mostraban su debilidad, ergo muestras de que se desinfla el suflé del consumo y de la inversión en Norteamérica, algo que normalmente ayuda a que también se desinflen los precios. No son datos de inflación per se, pero son indicadores adelantados de la misma. Y han mostrado la posibilidad de que los próximos datos de inflación sean benignos.
¿Y qué ha hecho Wall Street? Ha enseñado su cara más bonita. Sí, seguramente de forma temporal, al menos hasta que se confirme esa expectativa si es que se confirma, pero ya nos ha dicho como se tomaría un buen dato de inflación.
Alguien dirá y con razón, que el objetivo de la Fed es llevar la inflación al 2%. Pero los miembros de la Fed saben que si pretenden bajar la inflación al 2% en un par de meses lo que conseguirán no es una recesión sino una depresión económica de gran magnitud. Esto, aparte de costarle todo tipo de críticas, afectaría mortalmente a su otro mandato, que es la búsqueda del pleno empleo.
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En mi opinión, lo que quiere la Fed es ver que la inflación se orienta a la baja. Por supuesto seguirá subiendo tipos, pero la cuantía y el ritmo dependerán de cual sea la pendiente bajista de los datos de inflación. Esa es la “flexibilidad reunión a reunión y en función de la dirección de la inflación” a la que hace referencia Powell en sus comunicados y ruedas de prensa.
A partir de ahí entran en el juego los matices. Si la inflación baja más de lo esperado la reacción del mercado será brutalmente alcista, porque respirará realmente aliviado y porque cogería a la mayoría de los inversores con el pie cambiado, institucionales incluidos.
Si la inflación bajara moderadamente, lo que se conseguirá es que el mercado haga suelo y probablemente revertir la tendencia bajista, pero sin alharacas. Tampoco podemos descartar que la inflación no baje o lo haga de forma muy leve, en cuyo caso continuará la tendencia bajista en vigor.
Éstos matices también afectarán al estilo de inversión y a la selección de activos países y sectores. No es lo mismo un entorno de recesión y alta inflación que uno en el que la Reserva Federal detenga su proceso de subidas de tipos y se vuelva rápidamente a la recuperación que ya se había iniciado.
Pocas veces ha sido tan difícil prever lo que puedan hacer los mercados porque pocas veces ha sido tan difícil prever lo que va a ocurrir con la inflación. Y encima, el otro factor importante – la posibilidad o no de una tregua en Ucrania - está en la cabeza de Putin y los políticos occidentales, es decir, algo totalmente impredecible.
Pero, dado que ahora mismo lo que más afecta a la bolsa más importante del mundo no es la guerra de Ucrania sino la Reserva Federal, podemos es tener claros los posibles escenarios es que se puede mover en función de la inflación. A partir de ahí no es muy difícil saber cuáles son los activos que mejor pueden funcionar en cada uno de ellos, porque ya hemos vivido todas las posibles situaciones.
Afortunadamente, utilizando fondos de inversión y ETFs podemos rentabilizar cualquier escenario. Sólo necesitamos que los mercados tomen una dirección clara, sea al alza o a la baja. Y probablemente hoy estamos más cerca que ayer de que se vaya estableciendo un rumbo.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.