Es cuando menos llamativo que el Gobierno convoque a los agentes sociales a una reunión con casi la mitad de sus ministros en la que -aunque no esté en la agenda- se va a hablar de un pacto de rentas -es decir, de salarios- y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo esté en Italia.
Eso es lo que ocurrió el pasado miércoles cuando la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, citó a ocho ministros y a los agentes sociales en el Ministerio de Economía para hablar del Plan de Recuperación e introducir en la agenda el pacto de rentas. Aunque Yolanda Díaz no estaba físicamente en la sala, su espíritu sí se coló en la mesa.
No porque lo invocara el ministro de Universidades, Joan Subirats, como único representante de Unidas Podemos en la cita. Son los sindicatos los que se están moviendo tras el 'fantasma' de Díaz con repercusiones importantes en la negociación colectiva.
Con un Gobierno de coalición en pelea constante y la cartera de Trabajo en manos de una vicepresidenta comunista, los sindicatos han tenido que radicalizar sus propuestas para no quedar anulados por esas fotos con Antonio Garamendi, Gerardo Cuerva, el presidente del Gobierno y sus ministros 'ortodoxos' en los distintos acuerdos del diálogo social que se han ido firmando a lo largo de la legislatura.
"Es por supervivencia. Si la ministra [de Trabajo] llega a 10, ellos tienen que subir a 20 para ofrecer algo a los suyos", describe una persona próxima al diálogo social. Así se 'Suma'.
Esto explica, en parte, su decisión de volver a exigir incorporar en el Acuerdo de la Negociación Colectiva (ANC) las cláusulas de salvaguarda, que permiten revisar los salarios con la inflación cada año y que cada vez eran más residuales.
Según datos del Banco de España, estas cláusulas llegaron a estar por encima del 70% antes de la crisis de 2008, pero después descendieron hasta caer por debajo del 20% en los últimos años. Sin embargo, en 2022, el porcentaje de convenios firmados con cláusula de salvaguarda ha vuelto a subir hasta alcanzar casi el 30% de los trabajadores con convenio registrado.
Este fue el motivo por el que naufragó el acuerdo bipartito de negociación salarial que Pedro Sánchez mezcló con otros asuntos al reclamar el pacto de rentas que ahora va a intentar sacar adelante Calviño.
Algo similar ocurre con el SMI, que ya rebasa el 60% del salario medio en 13 comunidades autónomas y que ahora los sindicatos quieren elevar por encima de la promesa del Ejecutivo para el final de la legislatura.
Las expectativas de subidas del salario mínimo han condicionado muchas mesas de la negociación colectiva en sectores en los que los sueldos eran más bajos.
Unai Sordo y Pepe Álvarez representan a la sociedad civil y su radicalización en un momento de fuerte crispación y de temor a una crisis económica es una bomba de relojería para la paz social.
De hecho, ya han anunciado un 'otoño caliente' de movilizaciones si no hay subida salarial. Y la subida de tono del líder de UGT la pasada semana diciendo que "se vayan a hacer puñetas" los que "dicen que vamos a entrar en una situación de crisis, que hay recesión" se enmarca en este contexto.
Con Yolanda Díaz en su "proceso de escucha" en la calle, el movimiento sindical tiene que ir a más.
El problema de esta escalada de tensión social es que la situación económica es grave y no solo los trabajadores son hoy más pobres que hace un año, también los empresarios. Es más, según la Contabilidad Nacional, son las empresas las que se han quedado atrás en recuperar el PIB de 2019.
La crispación social puede acabar engordando la inflación si no se llega a un acuerdo sobre cómo repartir ese empobrecimiento, de manera que todos pierdan de manera equitativa una parte de su riqueza.
"Todos", dicen los empresarios, incluye al Estado que goza de los ingresos extra derivados de la inflación y no quiere asumir sacrificios con control de gasto público.
Si la titular de Trabajo quisiera evitar una espiral de salarios intentaría "sumar" a un gran acuerdo de rentas a pensionistas, funcionarios y políticos. El problema es que esa suma no es la que interesa a Díaz para las próximas elecciones. Cuanto más suban los salarios, más "sumarán" para la inflación. Por eso, la vicepresidenta prefiere hablar de otras cosas.
ATENTOS A...
La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, ha recibido la felicitación de algunas mujeres del mundo de la empresa por su decisión de no aparecer en fotografías en las que sea la única mujer.
Lo anunció vez en febrero y lo está cumpliendo, ya que el pasado mayo se negó a salir en una foto en la que solo iba a estar acompañada por hombres. Esto ha obligado a los organizadores de foros posteriores a incorporar directivas y voces de mujeres. Es un gesto simbólico pero que está sirviendo para la toma de conciencia de lo que aún queda por hacer en materia de igualdad.