La población mundial está a punto de superar los 8.000 millones de habitantes. Mientras tanto, el cambio climático, el aumento del coste de la vida y el fuerte incremento del precio de los fertilizantes hacen que el sistema alimentario mundial pueda enfrentarse a su periodo más difícil en décadas. A menos que encontremos una cura para las sequías y la bonanza energética, las cosas podrían irse de las manos pronto.
La buena noticia es que toda crisis es una oportunidad. Esta vez, por ejemplo, los principales beneficiarios podrían ser los propietarios de tierras agrícolas.
Los datos sugieren que el 73% de las granjas comercializadas que el año pasado se vendieron en Reino Unido lo hicieron por un precio igual o superior a su valor esperado. Por lo tanto, podríamos decir que es una buena alternativa para los inversores a largo plazo -aunque solo, por supuesto, para aquellos que puedan permitírselo-.
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En cuanto a Estados Unidos, durante los últimos 30 años, la rentabilidad media de las tierras de cultivo en el país, ajustada a la inflación, ha sido de alrededor del 5%. No es de extrañar que Bill y Melinda Gates hayan adquirido más de 108.800 hectáreas de tierras agrícolas en el país durante la última década.
Otras grandes empresas financieras también han intentado comprar tierras agrícolas. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos calcula que alrededor del 30% de las tierras agrícolas estadounidenses están alquiladas por propietarios que actúan como arrendadores y no se dedican a la agricultura.
Según algunos informes, los inversores de China también están adquiriendo tierras agrícolas de primera calidad en el país para hacerse con el control de las empresas agroalimentarias.
Tras la crisis agrícola de los años 80, alimentada por las políticas monetarias restrictivas, los cambios legales en los arrendamientos agrícolas y la producción récord, el gobierno estadounidense ha eliminado todo el riesgo posible de la agricultura con su programa de seguros de cosechas.
Las subvenciones anuales del gobierno también protegen a los agricultores de la caída de los precios y de los malos rendimientos. Estas subvenciones cuestan a los contribuyentes más de 5.000 millones de dólares anuales.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos prevé que los ingresos agrícolas netos aumenten en 7.300 millones de dólares -un 5,2%- hasta alcanzar los 147.700 millones de dólares en el año natural 2022.
De la misma forma, se espera que el patrimonio del sector agrícola aumente un 10,4% en 2022, hasta alcanzar los 3,34 billones de dólares en términos nominales. Se prevé que los activos del sector agrícola aumenten un 9,7% -también en términos nominales- en 2022, hasta alcanzar los 3,84 billones de dólares.
En general, la limitada y decreciente disponibilidad de tierras agrícolas podría seguir impulsando los precios de las mismas. Algunos incluso sugieren que, a pesar de la preocupación por la rentabilidad a corto plazo, las perspectivas del valor de la tierra son positivas debido a la creciente demanda de inversores alternativos.
El problema es que las drásticas condiciones climáticas podrían afectar a la calidad de algunas tierras de labranza y, en consecuencia, su valor podría disminuir.
***Igor Kuchma es analista de Trading View