El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en el Congreso.

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en el Congreso. Europa Press

La tribuna

¿Seguirá creciendo la recaudación de impuestos?

La pandemia ha traído cambios estructurales y parte de los "residuos" positivos de los que hablaba el gobernador parecen ser permanentes por el afloramiento de economía sumergida.

23 octubre, 2022 02:32

La situación económica en España y en el resto de Europa se enfrenta a retos considerables. Sin embargo, la recaudación de los impuestos está creciendo al mayor ritmo que se recuerda desde la 'gran burbuja' que tuvo la economía española en la primera década de este siglo, justo antes de la gran crisis financiera internacional.

Entonces, España se sumergió en una gravísima crisis fiscal, mucho peor que en el resto de Europa (con la excepción de Grecia), precisamente porque las Administraciones públicas, especialmente comunidades autónomas y ayuntamientos, asumieron gastos estructurales confiando en que la mayor recaudación de impuestos sería permanente.

Esta cuestión la recordaba el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en su comparecencia en la Comisión de Presupuestos del Congreso, para pedir prudencia en el gasto público. Además de gobernador, Hernández de Cos es un especialista en política fiscal y es autor, junto al miembro del comité de Expertos, David López Rodríguez, de un estudio sobre la estructura comparada del sistema fiscal español.

Para el Banco de España, el 70% del incremento de la recaudación se debe a la inflación y al crecimiento real de la economía. Sin embargo, "se detecta la existencia de elevados residuos impositivos positivos, que se definen como el componente de la evolución de los ingresos públicos que no puede explicarse ni por las medidas fiscales adoptadas ni por la evolución de las bases imponibles en términos nominales…".

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"El origen de estos residuos positivos puede deberse a múltiples factores, entre los que se encuentra, por ejemplo, un posible afloramiento de la economía sumergida", añade el organismo.

Nunca está de más una llamada a la prudencia, especialmente en un entorno tan turbulento como al que nos enfrentamos. Lo primero que hay que tener en cuenta es que, si hay un menor crecimiento económico real, esto se reflejará, también, en forma de menores ingresos públicos.

Sin embargo, la inflación actúa en sentido contrario. Si los precios siguen subiendo, la recaudación de impuestos también aumentará. El caso más obvio es el del IVA, cuya recaudación aumenta no sólo con el incremento del consumo, sino también con el aumento del nivel de precios. Pero, en el periodo enero-gasto, último del que se dispone de datos públicos, la recaudación del IVA aumentó un 21,8%, un porcentaje muy superior al aumento del consumo real (que era ligerísimamente negativo en los dos primeros semestres según el INE) y al de los precios, ya que en el periodo enero-agosto, el aumento del IPC fue del 10,5%.

Este exceso de recaudación es lo que se conoce en jerga matemática como un “residuo impositivo positivo”.

En agosto de 2008, los inspectores de Hacienda advertíamos en una nota de prensa que veíamos "luces de alarma en la recaudación tributaria", que efectivamente se derrumbó. Como cuento en ¿Hacienda somos todos? (Debate 2022), el nivel de recaudación era insostenible porque estábamos inmersos en una burbuja fiscal: el exceso de liquidez en Europa se canalizó masivamente hacia los inmuebles en España.

Esto llevó al aumento de la recaudación derivada del sector inmobiliario, y también a niveles récord de ocupación en el sector de la construcción. En España se construían más viviendas que en Alemania, Francia, Reino Unido e Italia juntas. Cuando se cortó la liquidez hacia la economía española, la recaudación fiscal se cayó en 70.000 millones de euros al año.

"Nos enfrentamos a una crisis energética y de inflación, y no a una crisis fiscal"

Ahora, el panorama no es, en términos fiscales, tan oscuro. La razón fundamental es que nos enfrentamos a una crisis energética y de inflación, y no a una crisis fiscal. Por supuesto, los ingresos fiscales extraordinarios derivados de la inflación son coyunturales, y se terminarán cuando volvamos a niveles aceptables de inflación.

Naturalmente, hay que intentar reducir estos niveles de inflación porque, aunque permitan una mayor recaudación sin aparente esfuerzo, el perjuicio económico, en toda la economía, que genera una tasa elevada de inflación es inmenso.

La amenaza más importante para los ingresos fiscales es una eventual, y desgraciadamente nada descartable, caída del crecimiento económico. El elevado precio de la energía es un factor muy negativo en lo que se refiere al crecimiento económico. Esto no sólo afecta a España, sino a toda Europa.

Además, en Alemania y en parte de Europa Oriental no sólo se enfrentan a elevados precios de la energía, sino también a desabastecimiento. Esto puede llevar a que parte de la industria alemana tenga que parar.

Las consecuencias más graves serían para la propia Alemania, pero el efecto contagio nos acabaría afectando. Por otra parte, la política monetaria restrictiva, que ha adoptado con mucho retraso el BCE, irá suponiendo menores niveles de inversión y crecimiento, y, en consecuencia, también menor recaudación fiscal.

Pero queda el tema de los "residuos impositivos positivos": ¿Por qué estamos recaudando más? Como señala Hernández de Cos, "analizar este origen resulta fundamental para determinar su carácter permanente o transitorio".

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Una parte de la explicación podría provenir del afloramiento de economía sumergida. Esto es difícil de comprobar, pero de ser así, significaría que hay menos porcentaje de la economía al margen de las reglas, lo que supondría un mayor nivel de ingresos permanente. Pero reducir la cuestión a la economía sumergida, y por definición desconocida, es un tanto simplista.

Durante la pandemia, ha habido cambios estructurales en la economía, es decir, cambios en el comportamiento de los agentes económicos. Y muchos de ellos van en la dirección de aumentar la recaudación.

Por una parte, han aumentado los pagos con tarjeta de crédito. Esto puede deberse a que se reduce la economía sumergida que utiliza fundamentalmente medios de pago sobre los que existe un control más difícil, o a veces imposible, como el efectivo. Esto no es sólo que pueda haber "aflorado" economía sumergida, sino también que se ha destruido economía sumergida, y al mismo tiempo, ha crecido la economía oficial.

Lo que también ha ocurrido es que dentro de la economía oficial se han declarado más operaciones por parte de contribuyentes que no lo declaraban todo. Esto supondría simplemente una reducción del fraude fiscal, y no de la economía sumergida. Seguramente, nos encontramos ante un mejor cumplimiento fiscal general.

Incluso, hay fenómenos que conducen a más recaudación sin que, ni siquiera mejore el cumplimiento fiscal. Por ejemplo, durante la pandemia aumentaron las ventas on-line y se redujeron las ventas físicas. Si una parte de estas ventas físicas las realizaban empresarios en módulos, entonces el IVA de la venta (y eventualmente el beneficio de la sociedad) se ingresan ahora como si hubiese sido una venta que antes no se producía.

El empresario en módulos sigue ingresando el módulo. Basta ver la cuantía de estos módulos para ver que a Hacienda hace muchos años que dejó de merecerle la pena este régimen fiscal.

Un inciso, uno se puede preguntar si tiene algún sentido seguir teniendo un régimen de módulos en estos momentos, con los medios contables y, sobre todo tecnológicos disponibles, y cuya utilización ya se le exige a cualquier ciudadano.

Y no sólo por la cuestión de que sea un nido de facturas falsas, sino también porque es un agujero negro estadístico, y que no se puede saber cuánto ganan o pierden estos empresarios, con lo que ni siquiera se puede realizar un plan de ayudas mínimamente coherente cuando las cosas se ponen realmente feas, como ocurrió en la pandemia.

En estos casos, además, nos podemos encontrar con que se sustituye empleo autónomo por empleados por cuenta ajena de empresas que venden más. Esto puede suponer un mayor ingreso por retenciones de IRPF, y también la sustitución de cuotas de autónomos, que en un 90% optan por la mínima, por cuotas de Seguridad Social de empleados, que son mayores.

Todos estos fenómenos son los que están detrás de cuestiones como que los registros diarios de ventas interiores de la Agencia Tributaria no cuadrasen con la estimación de consumo del INE, o de que el aumento del beneficio declarado por las empresas españolas tampoco cuadrase con el excedente bruto de explotación del INE.

La realidad es que no sabemos si todo este excedente o "residuo"” impositivo positivo, es decir, este imprevisto, aunque no imprevisible, aumento de la recaudación fiscal, es permanente o no. Pero al menos, una parte de este aumento de la recaudación de impuestos sí parece permanente, porque la pandemia ha forzado un cambio estructural en la economía española con muchas sombras, pero alguna luz como ésta.

*** Francisco de la Torre Díaz es economista, inspector de Hacienda y expresidente de la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados.

 

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