Mensajes desde China
La economía china se desacelera en el nuevo mundo de bloques que se está configurando. Xi Jinping sacrifica dinamismo a cambio de un nuevo orden internacional.
Las perspectivas socioeconómicas de China y las señales lanzadas durante la celebración del XX Congreso del Partido Comunista chino confirman los crecientes retos sobre la senda económica global y el orden liberal internacional. Todo ello en un contexto previo en el que la guerra comercial entre EEUU y la potencia asiática iniciada en 2018, la pandemia y la invasión de Rusia de Ucrania han situado a la sociedad en un nuevo ciclo marcado por crecientes incógnitas sobre la evolución del crecimiento, los precios, el diseño de la política económica o los riesgos geopolíticos.
Un escenario que, más allá de proyectar un mundo más fragmentado, multipolar y configurado en bloques, a corto plazo seguirá mostrando un deterioro de la actividad tanto en las economías avanzadas como en las emergentes. En este sentido, los indicadores adelantados anticipan un escenario de recesión en EEUU y en la Eurozona, al mismo tiempo que los últimos datos macroeconómicos han confirmado la significativa desaceleración económica de China.
Así, tras retrasarse la publicación de los datos de contabilidad nacional durante la celebración del XX Congreso del Partido Comunista chino, el crecimiento económico de la potencia asiática continúa situándose por debajo del objetivo fijado por su Gobierno de un 5,5% anual este año.
En concreto, a pesar de que el avance del PIB en el tercer trimestre superó las expectativas al alcanzar un 3,9% interanual (frente a un 3,3% proyectado por el consenso de mercado y un 0,4% interanual el trimestre anterior), excluyendo el año 2020 marcado por la disrupción de la pandemia, esta tasa refleja el menor ritmo de crecimiento de China desde 1990.
"El crecimiento de la potencia asiática continúa por debajo del objetivo fijado por su Gobierno de un 5,5% anual"
Un repunte que confirma la reactivación de la actividad en China tras las medidas de confinamiento adoptadas en el segundo trimestre, especialmente en el caso de Shanghái, que limitaron el aumento de la producción entre los meses de abril y junio a un 0,4% interanual.
Todo ello en una coyuntura previa marcada también por el deterioro del sentimiento económico, la atonía de la demanda interna y la crisis de su sector inmobiliario, cuya evolución futura será clave al representar de forma directa e indirecta en torno a un 30% del PIB de China y constituir uno de los vectores del crecimiento de la potencia asiática en las décadas previas a la pandemia.
A pesar de esta mejora de la actividad en el tercer trimestre, los datos muestran señales mixtas sobre el momentum económico que atraviesa la potencia asiática. En concreto, por el lado de la demanda, destacó la significativa moderación del consumo de los hogares con las ventas minoristas limitando su crecimiento en septiembre a un 2,5% interanual frente a un 5,4% el mes anterior.
Una evolución que confirma que el gasto de los consumidores continuará a corto plazo lastrado por la política zero covid, el efecto pérdida de riqueza asociado a la crisis inmobiliaria y la negativa evolución del mercado laboral, al repuntar la tasa de desempleo en 0,2 pp hasta un 5,5% de la población activa.
"El gasto de los consumidores continuará a corto plazo lastrado por la política 'zero covid'"
Frente a los persistentes signos de debilidad del consumo de los hogares, la tasa de inversión en capital fijo aumentó ligeramente a un 6,6% interanual (frente a un 6,5% en agosto), destacando su significativo incremento en el caso de las infraestructuras (16,7%) y en la industria (10,6%).
Una tendencia al alza que contrastó con los riesgos que sigue mostrando el sector inmobiliario, registrando una nueva contracción de la inversión de un 12,1% respecto a septiembre de 2021. Todo ello en una coyuntura en el que las ventas de suelo se han desplomado un 22% y la construcción de obra nueva un 38% interanual.
Por su parte, la producción industrial creció a su mayor tasa en los últimos 8 meses, impulsada en la progresiva normalización de los cuellos de botella y de la actividad en los centros de producción y logística tras los problemas de suministro energético sufridos en agosto por la ola de calor y la sequía. De esta forma, respecto a septiembre de 2021 repuntó un 6,3%, destacando el incremento interanual de la producción de automóviles (25,4%) y de hierro (17,6%).
El mayor dinamismo de la actividad industria no se trasladó al sector exterior, afectado por la menor demanda de bienes a nivel global ante el deterioro de la renta disponible de los hogares y de los márgenes empresariales y la menor inversión esperada.
Una desaceleración del comercio internacional que se ve agudizada principalmente por la persistencia de la inflación en máximos, los elevados niveles de incertidumbre y el endurecimiento de las condiciones financieras a nivel mundial.
Ante este entorno, las exportaciones registraron en septiembre un menor avance de un 5,7% interanual (frente a un 7,1% en agosto), proyectándose en los próximos meses una mayor ralentización a medida que se finalicen los pedidos afectados por las disrupciones de las cadenas de valor y ante la caída de las nuevas órdenes de exportación.
Unos datos que confirman que la economía china muestra una senda cuyo dinamismo no sólo seguirá lastrado a corto plazo por la continuidad de la política zero covid (defendida por el presidente Xi Jinping durante el congreso), la crisis del sector inmobiliario y la atonía de la demanda interna, sino también por factores externos asociados al escenario de recesión en las economías avanzadas, las menores expectativas de crecimiento a nivel global y las renovadas tensiones comerciales entre EEUU y China.
Todo ello en un contexto en el que la economía china proyectaba previamente una moderación de su senda de crecimiento ante los retos asociados a sus elevados niveles de endeudamiento total (aproximadamente un 300% de su PIB) o el envejecimiento de su población. Una pérdida de dinamismo que podría verse acentuada tras los mensajes y la hoja de ruta marcada por el presidente Xi Jinping durante la celebración del XX Congreso del Partido Comunista de China.
La relección de Xi Jinping por un tercer mandato, que rompe la tradición de limitarlos a dos, y la composición del Comité Permanente y del Politburó, sin la presencia de una mujer en 25 años y con un mayor protagonismo de miembros con doctorados en física y en ciencias y menor presencia de economistas y financieros, consolidan un sistema político y económico más autocrático y con mayores dosis de intervención del Estado.
"Se han fijado como prioridades acelerar el liderazgo tecnológico, la independencia energética, la defensa y la reunificación de Taiwán"
Así, no sólo se ha reforzado el poder del presidente chino, sino que también se han fijado como prioridades acelerar el liderazgo tecnológico, la independencia energética, la defensa y la reunificación de Taiwán. Un conjunto de objetivos que, junto al de prosperidad común que irá previsiblemente asociado a una mayor presión fiscal sobre el sector privado, podría traducirse en que China sacrifica parte del dinamismo económico en favor de apuntalar su liderazgo tecnológico y la construcción de un nuevo orden internacional, como refleja su alianza reforzada con Rusia antes de la invasión de Ucrania.
De esta forma, más allá de confirmarse un escenario de moderación del ritmo de crecimiento futuro de la segunda economía mundial, las tensiones geopolíticas entre China y EEUU y los países aliados del G7 seguirán ganando protagonismo y acelerando la construcción de un mundo más fragmentado y configurado en bloques. Nos adentramos en un mundo definido por las líneas divisorias que definen las autocracias frente a las democracias.
*** Alicia Coronil Jónsson, economista jefe de Singular Bank.