El Consejo de Gobierno del BCE definió ayer con determinación una senda de endurecimiento de su política monetaria que sobrepasa las complacientes expectativas que manejaban los mercados y que prevé continuar aunque la Reserva Federal y otros bancos centrales sigan aflojando el paso en sus próximas reuniones.
Después de dos subidas consecutivas de 75 puntos básicos, como se esperaba, el alza de ayer de los tipos oficiales fue de medio punto. Pero la gran sorpresa, y la causa de la fuerte corrección en las bolsas y en la renta fija, fue la contundencia con la que la presidenta Lagarde repitió varias veces en la rueda de prensa que pretenden mantener ese ritmo de 50 puntos básicos no solo en su próxima cita en febrero, sino probablemente también en la de marzo y tantas otras veces como consideren necesario hasta asegurarse que la inflación vuelve de forma consistente al objetivo del 2%.
Es más, los mercados llevan cotizando hace meses cuándo y a qué velocidad pivotará la Fed, y descuentan que recortará ya al menos medio punto en 2023 y cerca del doble el año siguiente. Pero en el comunicado y en las respuestas a los medios se mencionaron expresiones como una "política prolongadamente restrictiva", que el "BCE no va a frenarse", que "juega una partida diferente y durante más tiempo" y que "tomará sus propias decisiones con independencia de lo que hagan otros bancos centrales".
La reacción inmediata del mercado monetario ha sido sumar un cuarto de punto al máximo previsto en este ciclo, hasta situar el tipo efectivo (el de la facilidad de depósito) esperado la próxima primavera ligeramente por encima del 3,0%, descontando que apenas pueda recortarse en uno o dos cuartillos en 2024.
Sin embargo, este ajuste de expectativas no se ha completado en las curvas de tipos. Si el BCE se va a mantener por encima del 2,5% como poco en los dos próximos años, la rentabilidad de la deuda alemana a 10 años debería de escalar entre 20 y 30 puntos básicos, provocando pérdidas, aunque sean moderadas, en los bonos a medio y largo plazo.
Esta previsión es además consistente con el otro gran anuncio de ayer. Como se había comprometido en su última reunión, se anunció un primer paso en la reducción de su inmensa cartera de bonos, que ronda los 5 billones de euros.
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A falta de los detalles técnicos sobre su ejecución que se conocerán en febrero, se reinvertirá aproximadamente solo la mitad de los intereses y vencimientos, de forma que el programa de compra de activos APP menguará inicialmente en 15.000 millones al mes entre marzo y junio, y a un ritmo superior pero todavía no determinado más adelante.
Es una cantidad relativamente insignificante cuando solo el APP suma 3,2 billones entre bonos gubernamentales, corporativos y titulizaciones hipotecarias, y a los que habría que añadir otros 1,7 billones adquiridos durante la pandemia (en este caso con el compromiso reiterado de mantenerlos hasta al menos finales de 2024).
Pero el mero anuncio ya ha hecho mella en los mercados, al repuntar las primas de riesgo, a los que seguirán los diferenciales crediticios en las próximas semanas. Hay que tener en cuenta que, en paralelo, el BCE está articulando una devolución acelerada de la liquidez prestada a los bancos en la "barra libre" del TLTRO, nada menos que de 447.000 millones la semana pasada, lo que, sin embargo, pasó desapercibido en los mercados.
"El BCE está absolutamente determinado a bajar la inflación al 2%"
El resumen de los mensajes de la reunión de diciembre es claro. Aunque las causas de la alta inflación en la Eurozona estén fuera del control del banco central, aunque su propia previsión sea que se haya entrado en recesión, aunque en general no se pueda hablar de un recalentamiento de la actividad económica ni de los mercados laboral e inmobiliario, el BCE está absolutamente determinado a bajar la inflación al 2%.
Para lograrlo, no dudará en continuar su camino con más contundencia y durante más tiempo que otras autoridades monetarias, mientras drena liquidez y reduce su balance. Algo que nos aboca a unas condiciones de financiación sostenidamente restrictivas, que lastrarán la actividad económica y empresarial y que seguirán pesando sobre las valoraciones de todos los activos financieros e inmobiliarios.
Un entorno, en definitiva, que aconseja mantener una estrategia de inversión prudente tanto en la exposición a la renta variable como en la duración de la renta fija, buscando refugio en los activos monetarios y en el crédito corporativo de más calidad.
*** Roberto Scholtes Ruiz, CFA, es jefe de Estrategia de Singular Bank.
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